Rebatiendo falacias sobre la monarquía

 Escuchando día a día con estupor el machacón argumentario monárquico no nos queda sino rebatir  sus falacias con hechos comprobables, basándonos en la experiencia que es la base del conocimiento científico. Después de ello nadie podrá argumentar en favor de la forma de estado monárquica a no ser que se base en hechos irracionales, algo así como entender la monarquía como una religión.  Esa idea no sería rebatible puesto que como ya sabemos las creencias no son demostrables empíricamente, son supuestos morales que impregnan la mentalidad de los individuos. Vamos a desgranar algunos de los argumentos-idea, los tópicos que utilizan la mayoría de voceros del régimen:
Primer argumento falaz: “En España jamás ha funcionado la república. Siempre ha fracasado, tanto la primera como la segunda. Por tanto no nos aventuremos a una tercera y quedémonos con la monarquía”.

Contraargumento irrefutable: En España NADA ha funcionado, ni monarquía ni república. Por tanto utilizar ese argumento no es válido. Desde hace por lo menos dos siglos la monarquía siempre ha fracasado. Desde el melifluo Carlos IV y su mujer casquivana pasando de manera destacada por su felón hijo Fernando (VII), el caos en que dejó al país Isabel II ( la putanna), el cambio dinástico con Amadeo de Saboya  (y su precipitada renuncia) , Alfonso XII y Alfonso XIII (el comisionista, según Pérez Galdós) hasta el último de todos, “el campechano”. Todos estos reinados fueron un desastre para España. Nada solucionaron. Todo lo dejaron por hacer, cuando no fueron auténticas dictaduras sanguinarias. Por tanto nada hace pensar que una nueva república pudiese o no funcionar. Quizás funcionase o fuera un desastre, pero no mayor que el de la monarquía. Por tanto no podemos argumentar que nos irá peor con la república. Eso estaría por ver. Los futuribles no son objeto de análisis histórico.

Segundo argumento falaz: “Como España siempre ha sido una monarquía, debe seguir siéndolo”.Los períodos republicanos han sido la excepción. Por tanto España debe seguir siendo monárquica porque ha sido su tradición histórica y porque de otra manera el estado-nación desaparecería.

Contraargumento irrefutable: Aunque España apareciera con la monarquía visigoda o, después, con los Reyes Católicos o, si lo preferimos, con la unificación de los reinos introducida por Felipe V, ello no quiere decir que en un momento determinado deje de serlo. Esto ha ocurrido en todas las naciones que son hoy republicanas. Siempre fueron monarquías y en un momento dado, por diversas circunstancias, dejaron de serlo. Ejemplos hay muchos pero por mencionar naciones que siempre fueron monarquía desde su propia fundación y ahora son repúblicas: Francia, Austria, Alemania,Rusia, Polonia, Rumanía, Bulgaria. Todas, en realidad, nacieron monárquicas pero acabaron republicanas. Incluso los EE.UU. aunque nacen republicanos, parten de su experiencia colonial dentro de la monarquía británica. Por mucho que les cueste entender, todos los países nacen monárquicos, al menos la mayoría. Eso quiere decir  que todos acabarán siendo repúblicas antes o después. La cuestión es el cuándo. Y por supuesto la proclamación de sus repúblicas no comporta en un ápice ( al menos no en los grandes estados) la separación, disolución o fragmentación nacional, sino más bien al contrario.

Tercer argumento falaz: “La monarquía parlamentaria es una democracia plena, por tanto nada tiene que envidiar a la república”.

Contraargumento irrefutable: Ninguna monarquía parlamentaria es democracia plena porque el Jefe del Estado no es elegido por el pueblo. Eso para empezar. Pero es que, además, la propia figura de un monarca parlamentario, en su papel moderador, es profundamente antidemocrática.¿Es que acaso con esa función no está influyendo sobre los supuestos epresentantes políticos?. Por tanto, al realizar esa tarea está modificando la voluntad popular que las urnas han proclamado, afectando a la soberanía nacional. Habría mucho más que decir al respecto pero el hecho de la sucesión testicular ya invalida una monarquía democrática a no ser que propongan una monarquía electiva dónde el rey sea elegido, algo que no acabó muy bien en la etapa visigótica.

Cuarto argumento falaz: “La monarquía es mucho más barata que la república. Un presidente de la república nos costaría más caro que un rey”

Contraargumento irrefutableNada nos garantiza que la monarquía sea más barata. Con los datos oficiales no cabe duda que sí. Pero rascando un poco en las diferentes partidas presupuestarias observamos con estupor la tremenda falsedad de las cuentas del rey. Porque no cabe duda que esos ocho millones de euros que nos señalan como coste de toda la Casa del Rey no son reales. Algunos investigadores han cifrado el coste auténtico, sumando los gastos que son directamente imputables a las actividades y actuaciones oficiales de los diferentes componentes de la familia real. Y para nada sale más barata esta monarquía que, por poner un caso que citan con frecuencia, la presidencia de la república francesa, sin tener en cuenta que en ese caso, el francés, el presidente no es una mera figura decorativa sino que tiene poder ejecutivo. Por tanto no son comparables. Pero todo podría aclararse definitivamente si se decidieran a contar la verdad. Quizás si no lo han hecho es porque la cifra real es mucho más abultada de la que se encargan de propagar.

Quinto argumento falaz: “ La república no garantiza, per se, que el régimen sea democrático”.Bien al contrario, podría derivar en una dictadura. Ejemplos tenemos muy cercanos: Portugal con Salazar era una república”.

Contraargumento irrefutable: Si el pueblo español busca más democracia (aquella famosa frase del 15-M “lo llaman democracia y no lo es”) en un proceso ya irreversible, jamás aceptaría  una república que no fuese más democrática que la monarquía actual. En cualquier caso, si así fuera, es más fácil que movimientos sociales y políticos derribasen esa república por una más democrática que el cambio dentro de una monarquía que como ya hemos dicho se basa en la fecundación del óvulo de una señora por Su Majestad. Como ejemplo cercano está Francia con el paso de la IV a la V  república, que supuso una elección directa del Jefe del Estado y un semi-presidencialismo, mucho más democrático que la elección decorativa del Presidente, sin poder ejecutivo, y la elección de un primer ministro por la cámara legislativa.   Por otro lado, también en la monarquía es posible la dictadura. Que se lo digan a Italia con Victor Manuel III nombrando a Mussolinni o a los españoles con Alfonso XIII nombrando presidente del gobierno a un dictador. O viniendo al presente: ¿Es Marruecos una democracia?.

Sexto argumento falaz: El rey, al no pertenecer a ningún partido, no se ve inmerso en las luchas políticas, media mejor entre estos, concilia tensiones y representa mejor en el exterior al país porque no tiene poder ejecutivo y, por tanto, puede presentarse como una persona imparcialDe esta manera el rey favorecería las relaciones internacionales porque no tendría querellas ni disputas con otros países. El rey ha conseguido grandes contratos en el exterior y ha favorecido la inversión externa en el país. Ello favorece a nuestras empresas y a nuestra economía en general.

Contraargumento irrefutable: En nuestro régimen el rey no solo media sino que ejerce un papel mucho más político de lo que parece. El rey es un político, no un ciudadano que pasa por allí. Se posiciona a favor de unos gobiernos y en contra de otros (aunque deba guardar las formas)interviniendo en ocasiones de manera partidista, violando esa supuesta imparcialidad. Es jefe de la Fuerzas Armadas y, en caso de violación de la legalidad por estas, es capaz de actuar como un dictador y ordenar a la cúpula militar, como jefe supremo que es, a actuar de una u otra manera. Lo pudimos comprobar en el 23-F.  A nivel internacional  no nos beneficia que no sea de un partido. Como decimos, es un político por mucho que se tape su partidismo. Cuando viaja a un país los representantes del mismo pueden observarlo como tal y dificultar las relaciones exteriores. Por ejemplo con Venezuela, a cuyo Jefe de Estado se atrevió a increpar en público, pero también en muchos otros ejemplos. Además el rey no debe realizar la política exterior de una nación, debe ser el gobierno legítimamente elegido en las urnas, en este caso a través de su ministerio de asuntos exteriores, o del propio presidente de la república  y el cuerpo diplomático del estado ( que por algo son  diplomáticos). Esta es una de las falacias más difundidas y esgrimidas por los monárquicos juancarlistas, sus éxitos diplomáticos para España. Obvia decir que si España fuese una democracia, los éxitos en el exterior se deberían de atribuir a los gobiernos y sus ministros de exteriores. También los fracasos, de los que, por cierto, jamás se hace responsable al monarca. Esta situación no es corriente en otras monarquías de nuestro entorno, J. Carlos ha jugado a ser un presidente de la república coronado.

El hecho de lograr contratos en el exterior y abrir mercados no tiene por qué ser exclusivo de un rey. Un presidente de república, como decimos, lo puede hacer igual de bien o de mal a pesar de ser un político.  Los ejemplos que lo demuestran están ahí: Obama, Peña Nieto, Fernández o Bachelet logran también atraer inversiones y representar a las empresas de sus naciones. También podrian cobrar comisiones como si fueran reyes, solo que más pronto que tarde la justicia podría actuar si hay alguna irregularidad, no serían inviolables después de dejar el cargo y sus delitos no prescribirían por el hecho de haber sido cometidos durante su inviolabilidad como jefe de estado. O sea, que queda clara la falacia de este argumento.

Séptimo argumento falaz: “Solo la monarquía garantiza la unidad de España”.

Contraargumento irrefutable: Visto el resultado de la etapa de Juan Carlos, es evidente y cae por su propio peso que la unidad de España está ahora mucho más en el aire, más en peligro que cuando terminó la II República, que fue el último régimen que concedió autonomía a las regiones, aunque en realidad solo Cataluña la disfrutó de manera mucho más matizada que con la monarquía actual, que ha generalizado un proceso sin límites claros.  El catalanismo que pactó en la Transición ahora ya plantea directamente la ruptura vía referéndum. Queda comprobado que una monarquía no garantiza la unidad salvo con componendas y cesiones. Quizás ahora se explica mejor esa reticencia de la derecha catalanista a una república.  La unidad de España no la garantiza la figura de un monarca que una con su persona a territorios de facto independientes, que es hacia lo que caminamos. La república por sí misma tampoco la garantizaría, eso es cierto.Pero el argumento queda invalidado ante la constatación de los hechos. Una república podría ser una oportunidad para construir caminos de entendimiento y unidad.

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Rebatiendo falacias sobre la monarquía

2 comentarios en “Rebatiendo falacias sobre la monarquía

  1. Monarquía o República…No importa. Siempre nos equivocaremos, como de costumbre. Tanto en un caso como en el otro, los que nos sigan tendrán que rectificar. Nuestra racionalidad de españoles no es que se diga muy excepcional.

  2. Me parece que los espanoles, viendo el fracaso, eternizacion en el cargo y corrupcion de su monarquia, deberian probar a darse un gobierno tipo republica,tal como muchos otros paises lo han hecho.

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