5. Concentra el principio pensante y sé el maestro de tu mundo mental.
6. Aprende que el pensador y el pensamiento y lo que constituye el medio del pensamiento, son diversos en su naturaleza, y sin embargo uno en la realidad última.
7. Actúa como el pensador y aprende que no es correcto prostituir tus pensamientos en el vil deseo separatista.
8. La energía del pensamiento es para el bien de todos y para la ayuda del Plan de Dios. Por lo tanto, no la utilices para fines egoístas.
9. Antes que una forma mental sea construida por pensamientos, visualiza su propósito, asegura su meta y verifica su móvil.
10. El camino de construcción consciente no es aún la meta. El trabajo de limpiar la atmósfera del pensamiento, cerrar para siempre las puertas al odio, al dolor, al temor, a los celos y a los bajos deseos, debe preceder al trabajo consciente de construcción. Cuida tu aura, oh caminante del sendero.
11. Vigila atento los portales del pensamiento. Guárdate del deseo. Elimina todo temor, todo odio, toda codicia. Mira afuera y arriba.
12. Porque tu vida está principalmente centrada en el plano de la vida concreta, tus palabras y tu lenguaje indican tu pensamiento. Presta a éstos cuidadosa atención.
13. Las palabras son de tres tipos. Las palabras vanas producirán su efecto cada una. Si son buenas y amables, nada necesita hacerse. De lo contrario el pago del precio no demorará mucho. Las palabras egoístas, emitidas con gran intención, construyen un muro de separación. Largo tiempo requiere la destrucción de ese muro para liberar el propósito egoísta acumulado. Reflexiona sobre tu móvil y trata de emplear esas palabras que fusionen tu pequeña vida con el gran propósito de la voluntad de Dios. La palabra de odio, la expresión cruel que arruina a quienes sienten su conjuro, la habladuría ponzoñosa que va de boca en boca porque causa una emoción, matan los impulsos vacilantes del alma, cortan las raíces de la vida y traen la muerte. Si son pronunciadas a la luz del día, traerán justa retribución; dichas y registradas como mentiras, refuerzan ese mundo ilusorio en que vive quien habla, y detienen su liberación. Si se pronuncian con la intención de herir, dañar y matar, vuelven a quien las ha emitido y lo hieren y matan.
14. El pensamiento vano, egoísta, cruel y de odio, expresado en palabras, produce una prisión, envenena todas las fuentes de la vida, provoca enfermedad y causa desastres y demora. En consecuencia, sé amable, bondadoso y bueno, dentro de tus posibilidades. Guarda silencio y la luz entrará en ti.
15. No hables de ti mismo. No te compadezcas de tu suerte. Los pensamientos del ego y de tu destino inferior impiden que la voz interna de tu propia alma suene en tu oído. Habla del alma; trata de explayarte sobre el plan; olvídate de ti mismo construyendo para el mundo. Así se neutraliza la ley de la forma. Así la ley del amor puede entrar en el mundo.
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