Un candado. Una pareja de enamorados. París. Un puente sobre el río Sena. Una promesa de amor eterno. Forman la historia de amor perfecta. Sin embargo, son un combinado de alto riesgo para la estructura de los principales puentes de la capital francesa. París no puede con el amor eterno de miles de turistas. El ayuntamiento toma medidas: los selfies sustituirán los cerrojos.
Los «candados del amor» dañan los puentes de París (Charles Platiau/Reuters)
Dice la sabiduría popular que hay amores que matan. Pues bien, ahora, los hechos evidencian que también hay muestras de amor insanas. Al menos, para el mobiliario público. Antaño, los enamorados perpetuaban su amor en las farolas o las barandillas de los parques, por ejemplo. Eran el soporte sobre el que las parejas, en un arrebato de pasión, rayaban sus nombres en el interior de un corazón sobre las capas de pintura de estos inertes muebles urbanos. Sin embargo, esta tendencia ha pasado de moda.
En pleno siglo XXI, algo tan rudimentario como un candado ha sembrado el pánico entre las autoridades locales de la ciudad del amor. Los puentes de París no resisten tanto amor. Miles de parejas han querido sellar su amor grabando sus nombres en una de las caras de este artilugio. Para que la historia de amor sea eterna, cierran el artilugio sobre sus rejas y tiran las llaves al río Sena. Una moda que pone en peligro la estabilidad de la estructura y obliga a la alcaldía a deshacerse de las promesas de amor que encierran los candados.
Así se convirtió en tendencia
No existe una teoría que determine el origen exacto de esta forma de sellar el amor. Al parecer, es un rito que procede del Este de Europa. Sin embargo, fue en 2008 cuando irrumpió con fuerza en París.
El empujón, en cambio, lo daría un best-seller y posterior taquillazo: “Tengo ganas de ti”. Fue el autor italiano, Federico Moccia, quien arrastró al gran público a replicar la escena que, primero en sus libros y, después en su adaptación cinematográfica, tenía lugar en el Ponte Milvio de Roma. Al mismo tiempo que su novela romántica lideraba la lista de los libros más vendidos, los candados cegaban los principales puentes de diferentes ciudades del planeta.
Obviamente, el fenómeno ha sido brutal en la ciudad del amor por excelencia. Pronto los puentes parisinos fueron las grandes víctimas de las promesas de los turistas enamorados. El Puente de las Artes, que cruza el Sena para unir el Museo del Louvre y la Academia Francesa, es el más popular. Sin embargo, el mismo mal sufre el puente del Arzobispado o la pasarela Léopold-Sedar-Senghor. Cualquier puente que cruce el Sena es objeto de una promesa de amor eterno.
Otro tipo de pasión
Como sucede con la mayoría de las modas, los candados no han logrado conquistar el beneplácito global. También cuentan con firmes detractores, personas que no logran entender el ritual. Entre ellas, Lisa Anselmo y Lisa Taylor Huff, dos estadounidenses enamoradas de París y de sus tesoros arquitectónicos. Ellas no soportan el cúmulo de cerrojos que blindaban los puentes de la capital gala. Rechazan el maltrato que suponen para el patrimonio parisino.
Fue en marzo cuando Lisa Anselmo y Lisa Taylor Huff pusieronen marcha una plataforma en Internet para librar la batalla a los candados. La web nolovelocks.com echó a andar y, gracias a su impacto en las redes sociales, la campaña se hizo fuerte. El procedimiento es sencillo. Se insta a las ciudadanos a firmar una petición dirigida a la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, rogando la retirada de los símbolos de amor eterno que penden de los puentes de la ciudad.
Una muestra de amor más light
La respuesta de las autoridades no se ha hecho esperar. Eso sí, ha sido más templada de lo que, probablemente, esperaban Lisa Anselmo y Lisa Taylor Huff. Si bien es cierto que han usado las mismas armas con las que estas dos estadounidenses comenzaron la lucha: el poder de las redes sociales. El ayuntamiento de París ha propuesto los selfies como herramienta contra los controvertidos candados.
Desde el consistorio parisino se insta a las parejas a hacerse una autofoto en los lugares donde ya cuelgan los cerrojos de la discordia. Para convertir el gesto en algo memorable, han creado un hashtag, #lovewithoutlocks, con el que los enamorados compartirán en las redes sociales la instantánea que prueba que su idilio será eterno. El poder viral hará todo lo demás. Sobre todo, porque el ayuntamiento, además de los carteles animando a inmortalizar el apasionado momento, ha puesto en marcha un concurso en el que los selfies serán los protagonistas. Se premiarán las mejores fotos.
¿Efectos secundarios?
No obstante, según las autoridades, los selfies representan tan sólo un primer paso para combatir los daños que están generando las cerraduras. Quizás en una segunda etapa se proceda a la retirada total de las condados.
Por motivos de seguridad, la alcaldía de París ya ha comenzado a deshacerse de ellos. El objetivo es evitar que se repita el episodio del pasado mes de junio. Entonces, una de las barandillas del Puente de las Artes colapsó por el peso de los cerrojos que la custodiaban. No hubo que lamentar heridos. Varias placas de madera sustituyeron las rejas dañadas. En la sustitución podría estar el remedio. Todo apunta a que una de las medidas que se implementarán será precisamente, la instalación de vallas cuyos barrotes sean tan anchos como para impedir que se puedan colocar de nuevo los candados.
Lo ideal es hallar una solución alternativa que permita a la ciudad del amor conservar su esencia, sin dañar su patrimonio. Los candados podrán simbolizar el amor eterno, cuelguen o no de un puente parisino. Sólo queda una cuestión por resolver, ¿se rompe el hechizo cuando se sueltan los candados?
http://theobjective.com/investigations/es/2014/08/12/los-puentes-parisinos-mueren-de-amor
Me parece que en el puente del Guadalquivir en Sevilla también hay esta costumbre.
¡Ah, l´amour!
No conozco esa costumbre en Sevilla, Domi. Claro, que si existiera yo jamás la hubiera usado. Los símbolos externos son subterfugios de inseguridad. Viva el amor, por poco que dure, lo mejor que ha sido donado a los humanos. ¿Qué sería de nosotros sin él? Dice un proverbio chino: Si tu amor quiere dejarte, déjalo marchar. Si te amó, volverá. Si no vuelve más, es que nunca te amó.