El tema de la espiritualidad mística está cobrando hoy gran importancia en las diferentes comunidades cristianas y Willigis Jäger en esta materia es un referente necesario.
En este libro, el autor, en torno al tema de la espiritualidad mística, viene a insistir en que:
» la realidad que tomamos por real no es la realidad real. Esta se revela sólo cuando abandonamos nuestra consciencia egóica cotidiana y entramos en una esfera más alta de la mente. La conciencia transpersonal.»
Esto es lo que el entiende como conciencia transpersonal:
«En el nivel mental transpersonal la persona sobrepasa su consciencia del yo, queda inmersa en una realidad que trasciende nuestro yo. En el nivel sutil esto se da en forma de imágenes y símbolos; es el nivel de las visiones y de las profecías. En el nivel causal ocurre la experiencia de unidad con alguien que está frente a mí: un Dios personal independientemente de cómo se llame.»
Y así explica la consciencia egóica:
«Durante años vamos construyendo una identidad que llamamos yo. Nos identificamos con una serie de patrones. Defendemos nuestro yo con ira y con miedo. Pero en el fondo el yo carece de sustancia. Consiste en un cúmulo de cosas aprendidas y no es más que un centro de funcionamiento utilizado como instrumento por nuestra naturaleza esencial. Se disolverá con nuestra muerte; lo que quedará entonces será nuestra verdadera identidad divina.»
Para Willigis Jäger:
«El intelecto es una manifestación concreta del espíritu y el cerebro no es otra cosa que la densificación material de energía espiritual. La realidad espiritual se experimenta a sí misma en la experiencia mística. En ella el espíritu se encuentra a sí mismo, mientras que en el nivel racional, con su dualismo de sujeto-objeto, sigue estando separado de sí.»
No pretende polemizar con nadie y para ello se apoya en:
«Carl Jung: «La experiencia religiosa es absoluta. Se escapa a cualquier discusión. Lo único que se podrá decir es que nunca se ha tenido esa experiencia y la otra persona dirá: «lo siento, pero yo sí la he tenido». Y con ello la discusión ha terminado. Carece de importancia lo que el mundo opine sobre la experiencia religiosa, quien la tiene posee el gran tesoro de algo que se ha convertido para él en fuente de vida, sentido y belleza, proporcionando un brillo nuevo al mundo y la humanidad».
Para Jäger la mística es el modo de abrir nuestra capacidad mental:
«Ahora nos damos cuenta de que las características actuales de nuestra capacidad mental tienen un límite. Hemos llegado a un punto en que nos vemos en la necesidad de liberar las potencialidades que aún están ocultas en nosotros, para aprender más sobre lo que es verdaderamente la realidad. La liberación de la capacidad oculta de la consciencia reside en el espacio transpersonal de ésta; es la mística.
La mística no está más allá de Dios y del mundo. La mística es Dios y mundo, una unidad indivisible. Este ser no se puede expresar con palabras, imágenes o símbolos porque toda imagen, símbolo o lenguaje sobre el ser están sujetos a cambios constantes, mientras que lo divino permanece inmutable.
La experiencia mística trasforma a la persona radicalmente. La moral se relega a un segundo plano, pues ahora se ve invadida por un amor global hacia todo y hacia todos. El amor se convierte en la norma determinante de todas sus actuaciones. La consciencia mística apunta a la unidad. Quien se experimenta como uno con el prójimo tendrá una base totalmente nueva para la moral.»
Dios sucede en el aquí y el ahora. Únicamente es este preciso instante es posible la comunión y la comunicación con Él. La vida es la religión auténtica; es la consumación de Dios. Dios se revela en las situaciones menores exactamente igual que en las que llamamos elevadas.
La verdadera importancia de Jesús radica, no en su muerte expiatoria en la cruz por una humanidad pecadora, sino en habernos señalado un camino hacia la experiencia de unidad con el principio divino originario, una experiencia que el mismo tuvo «Abba» «el Padre y yo somos uno» «quien me ve a mí ve al Padre».
Todos tenemos acceso a la experiencia de Dios:
«Todas las religiones son caminos que llevan a la experiencia de lo divino, pero ninguna de ellas puede afirmar que posee el acceso único. Las religiones son como las vidrieras de colores de una iglesia, dan una estructura determinada a la luz que trasluce, que está detrás de ellas. Si no hay luz resultan insignificantes e incoloras. La luz es lo realmente decisivo pero no podemos verla con nuestros ojos. Solamente será visible al descomponerse en colores.
El cosmos es la epifanía de Dios.»
El libro se mueve en torno a estos conceptos y otros relacionados y me viene a la memoria aquel dicho de Karl Rahner, si mal no recuerdo, en el que decía que: «en el siglo XXI el cristianismo será místico o no será».
Vale la pena tener este libro y leerlo y meditarlo con calma, a mí me ha hecho mucho bien.
Víctor Daniel Blanco
http://feadulta.com/es/buscadoravanzado/item/2469-la-ola-es-el-mar-espiritualidad-m%C3%ADstica.html
Hermoso post, gracias Vania. Creo que todos somos un átomo de Dios y mi única religión es mi prójimo, sea humano, animal o simple hierba. Sólo desde el amor y el respeto se alcanza la verdadera espiritualidad, no sé mucho pero así lo pienso.