Hace ya un tiempo que empecé a escribir sobre la idea de la mejor forma de aprovechar realmente esos edificios llamados iglesias. Esos lugares donde se realizan esos actos inútiles, como es pedirle a un cacho de madera tallada con el aspecto inventado por el escultor*, que representa a un personaje ficticio, para que interceda sobre la realidad (a efectos prácticos lo mismo que pedirle a un muñeco de cabeza basculante de tu coche que no tengas ningún accidente durante el viaje) o leer, una y otra vez, los mismos textos del mismo libro contados según la “interpretación” (más bien según la ideología) del cura de turno.
Y es que, según vengo sosteniendo desde siempre, no es necesario destruir un edificio histórico, sea cual sea tu ideología, si este se puede restaurar y/o emplear para otros fines. A los anteriores The Church (Dublín) y L´École de cirque (Québec, Canadá) , hoy, gracias a una amiga que me informó de su existencia, añado otra iglesia más a esta recopilación:John’s Pizzería (New York, EE.UU.)
(*) En una entrevista que hice hace años a un imaginero que había creado las vírgenes y cristos de varias localidades, nos contó que para hacer las caras se inspiraba en sus familiares. Vamos, que si eres de esos que dice “mi virgen es la mas guapa”, que sepas que 1.-Posiblemente su misma cara se haya usado en otras esculturas y que 2.- Estás adorando a la prima o hermana del escultor, no al supuesto personaje en el que crees y por el que tanto lloras los días puntuales en los que tanto te gusta presumir de lo muy religioso que eres.
Un negocio rentable a partir de una iglesia abandonada
A partir de una iglesia abandonada, Madeline Castellotti, una extrabajadora de recursos humanos para una firma de abogados, decidió adquirir el anterior Gospel Tabernacle Church (West 44 th Street, Times Square) y convertirlo en el negocio que es hoy día.
Tras una magnifica reforma, en Junio de 1997 Castellotti inauguró lo que es la pizzería de horno de carbón más grande de Estados Unidos. Expandida finalmente gracias a la hija de Madeline, Lisa Castellotti, quien, a partir del fallecimiento de su madre (2004), decidió abrir dos Johns Pizzas más: una en el distrito financiero de Jersey City (New Jercsey) y otra en 2013 en Arthur Avenue (Little Italy, Bronx).
Lo único que arde son los hornos donde se calienta la pizza
Cuando uno va a una iglesia, tarde o temprano a uno le atormentan con demonios y castigos eternos ardiendo en lugares ficticios, acordes con los deseos de aquellos que quieren que les obedezcas como un borrego. No encontrará nada de eso en Johns Pizza. Lo único que arde ahí es el carbón empleado para alimentar los cuatro hornos de ladrillo empleados para la fabricación de las pizzas. Según la propia web, los empleados necesitan formación para manejarlos, pues no tienen termostato para controlar la temperatura de dichos hornos, que alcanzan los 800 grados.
¿El templo de Monesvol?
En vez de cuadros con imágenes de personajes bíblicos, bodegones y en vez de una colección de estatuas con dichos personajes, una amplia muestra del reino tallarinesco.
Si en una iglesia normal se rinde culto a los personajes de la Biblia, en una donde se sirve todo tipo de pasta, ¿se rinde culto a Monesvol?
Vean que en esta iglesia se aparece Monesvol y este, al menos, lo hace realmente. (todo un triunfo con respecto a las pareidólicos personajes neotestamentarios)
Sustituya ese pan soso por una pizza y ese vino agrio por uno en buen estado o una cerveza. Nadie le asegurará que por hacerlo usted se convertirá en un caníbal.
En vez de donar dinero para sueldos de predicadores, hágalo para dar empleo a maestros pizzeros. Al menos sabrá que por lo que paga obtendrá un beneficio real: comer una buena porción de pizza acompañado de tus seres queridos.
Si mira al cielo no verá angelitos, verá una cúpula impresionante, y si mira a las paredes no verá santos con cara de estreñimiento en pro del martirio más fundamentalista, verá una serie de murales: The Main Room Mural, una vista aérea de Manhattam es un mural creado por el artista de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Carnegie Mellon, Douglas Cooper.(ver web del artista donde explica dicho mural)
Sin duda, si viaja usted a Nueva York y quiere rendirle culto a Monesvol, aquí podrá hacerlo (sea usted pastafariano o no) y hacerlo, además, en un lugar ideal para ello.
Como ve, la bestialidad (analfabeta e ignorante) de afirmar que, si nos libráramos de las instituciones eclesiásticas (y con ellos las religiones), destruiríamos los templos donde estos rinden culto a un cateto, no es una alternativa si existen otras como lo son darles el uso útil que esas instituciones jamás podrían. Las mismas que abandonaron dichos edificios a su suerte (algunos en ruinas como The Church) hasta que alguien decidió comprarlos (sin inmatriculaciones fraudulentas) reformarlos (gastando su propio dinero, no el de otros) y emplearlos para algo realista.
El gracejo con el que está escrito el artículo, parece inspirado en una semana santa sevillana. Que se creen muchos templos de pizza, para que nadie pase hambre en este mundo.
Es verdad María! algo así me ha parecido.