domi La importancia de nuestros límites emocionales

Suele decirse que nunca podemos llegar a saber hasta donde somos capaces de aguantar. Que la capacidad del ser humano para soportar y sufrir, puede ser a veces inmensa. Pero no es del todo cierto. Uno puede estar viviendo una situación con un alto nivel de estrés y ansiedad, y no aparentar exteriormente excesivo padecimiento, pero por dentro, el sufrimiento vital nos va quebrando.

No solo nuestra salud física se resiente, siendo más vulnerables a todo tipo de enfermedades, sino que además, nuestro autoconcepto empieza a distorsionarse, dejaremos incluso de reconocernos a nosotros mismos, y a perder claramente nuestra autoestima. Somos zombies en vida. Personas que no han podido o no han sabido marcar un límite de defensa, una barrera donde decirnos «hasta aquí voy a llegar». 

Sabemos que a veces no es fácil, que decir un «No» puede tildarnos de egoísmo ante determinadas personas, pero si no disponemos de esa barrera de autoprotección poco a poco nos quedaremos sin oxígeno para poder respirar, para poder mantener esa autonomía emocional en la cual, mantener el equilibrio y ser felices. Veámoslo a continuación.

1. ¿CÓMO SABER QUE HAN SOBREPASADO MI LIMITE EMOCIONAL?

No es algo sencillo. En el momento en que hablamos de emociones se entremezclan muchas otras dimensiones. Imaginemos un contexto laboral donde no somos bien tratados, donde se nos exige y no se reconoce nuestro esfuerzo. Donde se nos manipula. Somos conscientes de que se ha sobrepasado nuestro límite emocional, pero sin embargo necesitamos de dicho empleo para seguir subsistiendo. Para mantener una familia. ¿Qué podemos hacer?

Seguramente ampliaremos un poco más ese límite emocional, y lo haremos un poco más grande para aceptar dicha intromisión, dicha extorsión laboral. ¿Pero qué ocurrirá a largo plazo? El nivel de estrés al que llegaremos afectará directamente a nuestra salud, e incluso a nuestras relaciones familiares: menos tiempo, menos calidad de vida…

Pongamos otro ejemplo. Una relación afectiva. Una relación tóxica. Somos manipulados por una persona que antepone sus necesidades a las nuestras, que ejerce el chantaje emocional y que nos sume en un carrusel de altibajos donde nunca sabemos a qué atenernos. Sabemos que estamos sufriendo, que hemos perdido todo límite emocional a favor de esa persona. Pero sin embargo somos incapaces de reaccionar porque, simplemente, estamos enamorados. ¿Qué ocurrirá a largo plazo? El abanico de posibilidades ante estas conocidas situaciones puede ser inmenso, pero los finales nunca suelen ser buenos.

La vida, como ya sabemos, nos pone a prueba casi cada día a través de múltiples situaciones donde se ponen en juego muchas emociones. El saber gestionarlas y el saber auto-protegernos, es algo esencial.

2. Y TÚ ¿SABES DÓNDE ESTÁ TU LÍMITE EMOCIONAL?

Puede que tú, seas una de esas personas que lo da todo por los demás, que antecede las prioridades del resto antes que las tuyas. Una persona sincera, de gran sensibilidad que busca ante todo el bienestar de quienes le rodean. Puede que en más de una ocasión te hayas llevado una desilusión. Que sin más, haya llegado el sufrimiento ante alguien que lejos de respetarte, te ha despreciado. Suele ocurrir. Es el riesgo que sin lugar a dudas padecen en mayor parte las personas de gran sensibilidad y apertura emocional. No siempre reciben aquello que invierten.

Debemos saber poner unos límites y para ello nada mejor que conocernos a nosotros mismos. ¿Qué es lo que nunca soportaría? ¿Ser manipulado, ser engañado, la soberbia de otras personas? El conocer nuestras fortalezas y debilidades nos ayudará a establecer límites.

Otro aspecto esencial es darlos a conocer. Si yo por ejemplo no soy capaz de decir «no» en una situación puntual, seguramente poco a poco la montaña acabe haciéndose más grande y el problema insuperable. En nuestras relaciones afectivas es primordial que demos a conocer aquello que no nos gusta y que no estamos dispuestos a permitir: las malas palabras, la falta de respeto, la falta de diálogo, la manipulación o el chantaje…

Si no informamos de lo que no queremos, la otra persona en ningún momento sabrá a qué atenerse. Es una necesidad, es algo saludable y necesario. Marcar límites no es ser egoísta, es ser íntegro con nosotros mismos y con los demás.

Lo mismo ocurre con los niños, si no les damos pautas para el control de sus emociones, serán incapaces de gestionar sus miedos, sus rabietas y sus ansiedades. Todo tiene un límite. Todos tenemos un límite, y dentro de él está la correcta convivencia, y el equilibrio de nuestra felicidad.

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