La historia de Moisés se relata sobre todo en los libros Éxodo y Deuteronomio del Antiguo Testamento. Según estos relatos, Moisés nació en Gosén, región del antiguo Egipto. Los judíos residentes en Egipto se hallaban esclavizados por el faraón. Poco antes del nacimiento de Moisés, el faraón había ordenado dar muerte a todos los varones hebreos recién nacidos.
Para salvar a su hijo, su madre le colocó en una cesta de papiro que echó al Nilo. Fue rescatado por la hija del faraón, que crió al niño como si fuera suyo. Ya adulto, Moisés mató a un egipcio que a su vez había asesinado a un hebreo, por lo que hubo de huir de Egipto. En el exilio, Moisés fue pastor toda su vida. A los 80 años, se cuenta que Yahvé, el dios de los hebreos, se le apareció en una zarza ardiente y le ordenó volver a Egipto y salvar a su pueblo de la esclavitud. Una vez hecho esto, debía guiarlos hacia la tierra de Canaán, más tarde denominada Palestina, donde debían instalarse de forma permanente.
Moisés obedeció y regresó a Egipto, donde fue recibido por Aarón, su hermano mayor, y organizó una reunión para avisar a su pueblo de lo que debían hacer. Al principio, Moisés no fue muy bien recibido; pero la opresión era grande y Moisés realizó señales para que su pueblo lo siguiera como un enviado de Dios.
Sin embargo, según el relato bíblico, lo más difícil fue persuadir al faraón para que dejase marchar a los hebreos. De hecho, estos no obtuvieron el permiso para partir hasta que Dios envió diez plagas sobre los egipcios. Estas plagas culminaron con la matanza de los primogénitos egipcios, lo cual causó tal terror entre los egipcios que ordenaron a los hebreos que se fueran.
La gran caravana de los hebreos se movía lentamente y tuvo que acampar hasta tres veces antes de dejar atrás la frontera egipcia, la cual se cree que estaba establecida en el Gran Lago Amargo. Otros han sugerido que como muy lejos estaría en la punta más septentrional del Mar Rojo. Mientras tanto el faraón cambió de opinión y salió tras la pista de los hebreos con un gran ejército.
Atrapados entre el ejército egipcio y el Mar Rojo, los hebreos se desesperaron, pero Dios dividió las aguas del mar por mediación de Moisés, permitiendo a los hebreos cruzarlo con seguridad. Cuando los egipcios intentaron seguirlos, las aguas volvieron a su cauce ahogando a los egipcios.
Esta increíble historia de la apertura de las aguas del Mar Rojo fue respaldado por un estudio científico en agosto pasado, realizado por Carl Drews y Weiqing Han del Centro Nacional de Investigación Atmosférica (NCAR por sus siglas en inglés) y la Universidad de Colorado en Boulder.
Según este estudio, un fuerte viento del este que sopló por la noche podría haber hecho retroceder las aguas del mar Rojo de la forma descrita en las escrituras bíblicas y el Corán, en vez de haber sido obra de Moisés. Simulaciones de ordenador, parte de un estudio mayor sobre cómo los vientos afectan a las aguas, mostraron que el viento puede empujar y hacer retroceder el agua cuando una curva de río se funde con una laguna costera. En la siguiente simulación se aprecia como el viento podría haber dejado despejado una vía para el tránsito de los hebreos.
Hay estudios similares que tratan de aportar una explicación científica a una narración mitológica, como por ejemplo la que se refiere a Cristo caminando sobre las aguas. En 2006 Doron Nof utilizó archivos de las temperaturas superficiales del Mar Mediterráneo y modelos estadísticos para examinar la dinámica del Mar de Galilea, al que los israelíes conocen como el Lago Kinneret. El estudio encontró un período de bajas temperaturas en el área, entre 1.500 y 2.600 años atrás, que incluiría las décadas en las que vivió Jesús. Una merma de las temperaturas por debajo del punto de congelación podría haber formado una capa de hielo sobre la superficie del lago lo suficientemente gruesa como para soportar el peso de un ser humano cerca de la orilla oeste.
Otros estudios tratan de explicar la resurrección de Cristo. Según Miguel Lorente, médico forense y autor de “42 días, Análisis forense de la crucifixión y la resurrección de Jesucristo“, Jesús no llegó a morir en la cruz. Sufrió un coma superficial que le llevó a padecer una muerte aparente. Dado por muerto por los soldados romanos, fue descolgado de la cruz y llevado al sepulcro de José de Arimatea, como cuentan los Evangelios.
Como estudios están bien, pero dejan entrever claramente la tendencia religiosa de los que los postulan. Todas estas investigaciones son en mi opinión vanas. Un onanismo especulativo que ni nos llevan a afirmar la existencia de Cristo, ni de Moisés, ni del éxodo, ni todo lo contrario.
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