Aida. Vino: perjudicial para la salud, por Dr. Eduardo Alfonso

El vino es perjudicial aun bebido con moderación

Por Dr. Eduardo Alfonso

Conferencia pronunciada en la Sociedad de Higiene de Madrid, con motivo del debate “El vino como bebida higiénica y terapéutica”, por el autor.

vino_uvas_actAl vino hay que juzgarlo por su cantidad de alcohol, y en este sentido –si admitimos aquello en que estamos conformes todos los médicos; es decir, que el alcohol es un producto tóxico-, no cabe duda de que losvinos mejores (los que tienen más cantidad de alcohol), son los peores, bajo el punto de vista de la salud.

Y no se crea que para considerar perjudicial al vino tenemos que referirnos a la intoxicación aguda alcohólica o borrachera. No. El vino es malo aun en pequeñas dosis, y muchas veces peor que en dosis grandes, pues, en la borrachera se vomita gran parte del tóxico.

Es indudable que la primera acción que el alcohol del vino ejerce en el organismo, es sobre las células de las paredes del estómago y primeras vías digestivas. A ningún hombre de ciencia se le oculta la acción nefasta que dicho alcohol ejerce sobre los elementos fundamentales de la vida. La célula bañada por el alcohol, sufre primero una excitación (que no es ajena a la producción de dispepsias hiperesténicas) tras la cual –por la ley fisiológica-, viene luego la depresión (que se traduce a la larga, en dispepsia hiposténica), que tratándose de un excitante artificial, como el vino (alcohol), es más larga que la acción primordial. Esta acción se extiende a todos los tejidos del organismo (principalmente nervioso) y se traduce en el período excitatorio y el período de depresión, bien manifiestos sobre todo en la borrachera, o intoxicación aguda, con su primordial alegría, locuacidad, etc., y su consiguiente sueño comatoso.

Además de esta acción inmediata, el alcohol actúa sobre las membranas celulares, endureciéndolas y dificultando, por consecuencia, sus cambios osmóticos y, por consiguiente, la función fundamental de la célula, su nutrición. Al alterarse la nutrición, se alteran sus secreciones y la constitución normal del protoplasma. Esto altera también la normalidad del jugo gástrico y, por tanto, la digestión; y alterada la digestión, empiezan las declinaciones de la salud. Además, el alcohol endurece y produce fenómenos de coagulación del protoplasma, acabando por matar la célula, que es sustituida por células conjuntivas (esclerosis).Esta es la acción más nociva del alcohol: Matar elementos nobles, sustituyéndolos en el organismo por elementos de sostén y relleno.

borracho 3Un obrero dijo en la Sociedad de Higiene de Madrid, que la copita matinal de vino que ellos toman, les da fuerzas y les es de necesidad, tanto más cuanto que su alimentación es deficiente. Esto es un craso error en el que no poco han intervenido la imaginación y los prejuicios. El vino no da fuerzas sino que suministra un latigazo al organismo, obligándole a actualizar más energías potenciales, que es lo que produce esa sensación de plenitud energética que dan todos los excitantes artificiales, seguida de la depresión correspondiente. Un caballo cansado, si se le fustiga, rinde un mayor esfuerzo, sin que por esto su organismo tenga la potencialidad efectiva que sólo da el descanso y con esto se le ayuda a caer antes. Sabido es también, que el alcohol paraliza o retarda la digestión principalmente de las sustancias albuminoideas, por lo cual, aquellos que comen poco o lo justo, no deben beber alcohol para poder aprovechar íntegramente los productos de su digestión; que es todo lo contrario que hacen, desgraciadamente, esos individuos que buscan fuerzas supletorias en la copita de vino o aguardiente.

Se ha demostrado por medio de experiencias con dinamómetros, ergógrafos, etc., que la fuerza del músculo disminuye con el uso del alcohol, y esto puede comprobarlo cualquiera en su casa, comprando un sencillo dinamómetro y haciendo pruebas con y sin ingestión de alcohol. El Dr. García del Real, en su precioso libro “Los peligros del alcohol”, cita multitud de pruebas, datos y opiniones en apoyo de estas y otras afirmaciones que he de hacer, por lo cual no he de molestar al lector con muchos ejemplos. Recuerdo que dos individuos que, en tiempo de nieve intentaron hacer la travesía de El Paular a Cercedilla (34 Kilómetros), por los puertos de los Cotos y Navacerrada, llevaron por todo alimento una bota de vino (confiados en que “les daría fuerzas”), y al día siguiente fueron encontrados muertos en el kilómetro 2 de la carretera de los Cotos: el vino no les sirvió ni para resistir el frío. Otro ejemplo: En febrero de 1925, subimos al pico de Teide, en Canarias (cuya altura es de 3.707 metros), ocho individuos vegetarianos y el guía (que tampoco comió carne esos días), habiendo éste tomado alguna cantidad de vino al salir de la Orotava. Este guía es hombre entrenado, que ha subido mil y tantas veces al Teide; teniendo en cuenta que esta subida de cerca de 4.000 metros, supone en longitud unos 35 kilómetros, de modo que constituye una prueba fuerte. Todos hicimos perfectamente bien la subida; pero en el trozo final se vio claramente la mayor soltura de los abstemios, a pesar de faltarles el entrenamiento. El guía mismo nos dio la clave, al contarnos que los hombres que más sufren el “mal de altura” son los ingleses, que beben “wiski”.

Ha habido un médico que afirmó en la citada Sociedad que “el vino le ayudaba a discurrir”. Esta afirmación me parece fantástica. ¿Qué es discurrir? Discurrir es poner en el foco de la mente, las imágenes y pensamientos necesarios, por libre voluntad y en conciencia, para formar juicios y raciocinios con nuestras facultades mentales superiores. Y ¿es esto lo que hace el alcohol? De ningún modo: El alcohol produce una excitación del “psiquismo inferior” y de las imágenes de la memoria cerebral, que pasan por el foco de la mente “a pesar” de la voluntad y de la conciencia del sujeto. Y esto no se puede llamar “discurso”, sino primer grado de intoxicación alcohólica. Esta “cinematografía cerebro-alcohólica”, es lo que ha dado el triunfo a las bebidas alcohólicas, porque da la apariencia de que el hombre gana en ingenio y en facultades y buen humor. Apariencia falsa, que no puede engañar a ningún médico culto y que es quizá el peligro más grande de las bebidas alcohólicas, desde el momento en que es lo que mejor mantiene su prestigio ante la gente.

Se ha demostrado también (García del Real lo cita) que las reacciones de la memoria, de la atención (Exner y Kraepelin), la asociación de ideas, el juicio y el raciocinio, están más o menos perturbadas bajo la acción de las bebidas alcohólicas. Dice nuestro gran histólogo Ramón y Cajal: “Las excitaciones mentales producidas por el alcohol, como las del café y las del tabaco, son fugaces, rápidas, duran lo que cuesta al organismo descartar el veneno ingerido; por el contrario, la vibración causada en las células nerviosas por el estudio y la atención profunda es más enérgica y normal, aprovecha mejor los recuerdos de la memoria y la asociación de ideas, rinde un trabajo más sólido y completo y, en fin, no deteriora la complicada máquina del pensamiento”.

borrachoentaquillaEl que haya habido hombres de talento y aun genios que hayan bebido alcohol y hasta que se hayan embriagado, no quiere decir que el alcohol ayude a discurrir, sino que han discurrido a pesar del alcohol; y no sabemos lo que hubiesen hecho de no tomar bebidas alcohólicas. Ya afirmaba Goethe, que el alcohol fue debilitando el genio poético de Schiller, como también sucedió lo mismo al gran compositor ruso Mussorgsky.

Otro autor ha afirmado que los países más cultos son aquellos donde abundan los bebedores. Puede ser; pero no son los más morales. Y la cultura sin moralidad, no supone por sí sola civilización. (1).

La ingestión del alcohol dificulta las manifestaciones del espíritu. Este, para manifestarse, necesita de la calma mental y psíquica. Es la mente, como el lago que cuando está tranquilo refleja el cielo, pero cuando se agitan sus aguas se remueve el cieno de los bajos fondos e impide el reflejo de lo superior. La espiritualidad es incompatible con la excitación del psiquismo inferior que produce el vino, y por esto ha sido proscrito por todos los grandes fundadores de religiones (Mahoma, Buddha, etcétera), y filósofos de altura (Pitágoras, Confucio, etc.). En las propias escrituras de los evangelios cristianos, se afirma esta recomendación: “Y Jehová habló a Aaron diciendo: Tú y tus hijos contigo, no beberéis vino ni sidra, cuando hubiereis de entrar en el tabernáculo del testimonio, porque no muráis: estatuto perpetuo será para vuestras generaciones. Y esto para poder discernir entre lo santo y lo profano y entre lo inmundo y lo limpio”. (Levítico, cap. X, versc. 8 y 9).

Respecto a considerar el vino como medicamento, nos parece cosa tan pretenciosa como considerarle bebida higiénica. Se ha dicho que el vino tiene vitaminas, que es termógeno y dinámico.

uvas 2Si el vino tiene vitaminas, es porque procede de la uva. En este sentido, es preferible tomarse las uvas, que tienen más vitaminas, son más alimenticias que el vino y, además, no tienen alcohol. Y, en último caso, es siempre mejor tomar el mosto que el resultado de su fermentación.

El vino podrá ser termógeno y dinámico. Pero, ¿a qué ocuparse de estas propiedades, habiendo alimentos y medios terapéuticos que son termógenos y dinámicos, sin tener el veneno alcohol? Cualquier hidrocarbonado (fécula, almidón, azúcar natural) es termógeno. No cabe duda que es preferible buscarse calor ingiriendo un plato de patatas con aceite, que tomando alcohol. Y si no, acordémonos de los individuos que murieron en la nieve en la carretera de los Cotos. El alcohol produce vasodilatación periférica (afluencia de sangre a la piel), con lo cual se irradia y pierde el calor de la sangre, mermando resistencia contra el frío. Si es termógeno el alcohol como hidrocarbonado, es frigorífico como vasodilatador periférico. Total, nada.

Y en lo que se refiere al dinamismo que produce, me parece aventurado aplicarle, contando con la depresión consiguiente que produce. En casos de adinamia, nos han dado siempre resultados mejores las fricciones frías en la piel seguida de abrigo, que el alcohol. En casi todos los casos, el enfermo que está con una temperatura inferior a la normal, recobra, por este medio, su temperatura y hasta se eleva ésta a grados febriles. En Castro del Río, asistí a una epidemia de sarampión, que allí trataban con mantas rojas y dando a los niños alcohol, con lo que morían casi todos; y pude comprobar que los niños que se trataban con nuestro procedimiento de las sábanas mojadas y la dieta de agua (sin nada de alcohol), no morían. Estos hechos no hablan muy bien a favor del poder dinámico del alcohol.

Y, por fin, no creo que la riqueza de las naciones sufriese gran quebranto con el dictamen de los médicos en contra del alcohol, y aun con la imposición de la Ley Seca (de la que no soy partidario, porque no creo en la eficacia de las imposiciones sino de la educación y de la cultura). El alcohol cuesta mucho dinero a la patria, teniendo que sostener establecimientos sanitarios (hospitales, manicomios, etc.) para atender a las víctimas de los accidentes y de generaciones de la intoxicación alcohólica. Quizá lo que cuesta el alcohol en locura, degeneración, crimen, apatía, etcétera, es mucho más que lo que hace ingresar por su venta.

Además, los viticultores pueden vender mosto sin fermentar, y, sobre todo, fomentar el consumo de las uvas (que se pueden conservar todo el año), con tres kilos de las cuales, sin más alimento, puede sostenerse un hombre. Cosa que conviene pregonar a los cuatro vientos.

(1) Más exacto sería decir que la intoxicación alcohólica con su secuela de tuberculosos, dementes, hospitales y manicomios, es consecuencia de la civilización.

Manual d curación naturistaExtraído del libro: “Manual de curación naturista”
Autor: Dr. Eduardo Alfonso
Págs. 195 a 202
Ediciones Ercilia, Segunda edición (1948)
Transcripción realizada por:
Gloria de los Ángeles Espíndola
www.unmundodebrotes.com

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