domi El hambre espiritual

Cuando no se satisface el «anhelo espiritual», la repetición inacabable de ir al trabajo para volver a casa, para poder comer, para poder dormir, para poder seguir trabajando, para poder pagar el alquiler o la hipoteca, y así sucesivamente, parece una danza macabra y maratoniana de la que sólo es posible escapar por la muerte. Podríamos llamar a esta situación problemática «hambre espiritual».

La gente ansia vivir de una manera más espiritual, útil y alegre. Durante los últimos veinte años, lo hemos comprobado observando a los amigos, familiares y clientes que acuden a nuestra consulta y a los alumnos de la universidad.
Los niños y los integrantes de la generación X tienen miedo al futuro. La generación del boom de natalidad está alcanzando la edad madura y se cuestiona el sentido de su entorno. («Una dieta espiritual para alimentar el Alma» se editó en 1997.) Los ancianos sienten la proximidad de la muerte. Las cargas de la vida cotidiana, en el trabajo y en casa, así como las limitaciones del materialismo, hacen que la gente de todas las edades anhele vivir de una manera edificante y estimulante cerca de una «fuerza espiritual superior», llámese Dios, Jesucristo, Buda, Alá, Yahvé, Brahma o el Gran Misterio.
Pero no es fácil llevar una vida espiritual satisfactoria y rica en medio del torbellino diario de actividades y pensamientos, sentimientos y sensaciones, que parecen centrarse más bien en nuestros sueños y deseos personales en vez de en lo que hay más allá de las palabras.
Sugerimos una «dieta espiritual», pero no para privarnos de ciertas cosas, sino, por el contrario, una dieta que nos proporcione una combinación saludable de ideas espirituales que nutran nuestro plano psicológico y alimenten el alma.
Nosotros dos hemos emprendido viajes espirituales durante toda la vida. Jonathan se crió en una familia judía poco ortodoxa, que celebraba las fiestas con una menorah y un árbol de Navidad. La familia de Diane era cristiana liberal pero celebraba las fiestas hebreas con los amigos y los vecinos. Como adultos hemos explorado y estudiado a fondo el tesoro oriental y occidental de la filosofía, la psicología, la religión, la oración y la meditación. En los sesenta, Jonathan estudió durante seis años filosofía y religión en la Universidad de Nueva York y en la Nueva Escuela de Investigación Social. En 1975 escribió su tesis doctoral sobre la psicoterapia occidental, vista desde la perspectiva de las religiones orientales; a partir de entonces, aplicó esas ideas y técnicas en la terapia de sus pacientes. Diane expusó, durante muchos años, la filosofía evolutiva de la dieta espiritual en sus clases y a través de sus escritos.

En 1986, provistos de la experiencia que habíamos adquirido, empezamos a recopilar ideas para un libro que fuera útil a grupos de personas con diversos horizontes espirituales. Queríamos ofrecer una «dieta espiritual» que ayudara a la gente a aligerar el peso de sus cargas cotidianas y a librarse del peso del mundo.
Al ser padres con obligaciones profesionales y familiares, luchamos por integrar el poder del espíritu a nuestra vida ajetreada. Hemos trabajado en elaborar la dieta espiritual durante varios años. Dieta que fue desarrollándose al tiempo que nosotros crecíamos y ayudábamos a los demás. Tanto los alumnos como los pacientes suelen confiarnos sus esperanzas, sueños, miedos y preocupaciones, y pedirnos consejo para encontrar soluciones a sus problemas específicos y descubrir su espiritualidad.
Un caso frecuente puede ser el de una estudiante universitaria que no es capaz de acabar un trabajo. Al comentar el asunto, resulta obvio que el problema subyacente es un espíritu autocrítico exacerbado, insuficiente autoestima y otras dificultades relacionadas con su espiritualidad, que han sido enterradas bajo su particular «peso del mundo». Un consejo específico sobre su trabajo le sería de escasa utilidad, pero si lo aplicara a las cargas intrínsecas de autoestima y espíritu autocrítico (por ejemplo, poniéndola en contacto con su bondad inherente), le serviría de ayuda en todas las tareas que emprenda en la vida y potenciaría la conexión con su propia bondad y alegría.
Y eso es lo que ocurre. Los clientes que se someten a nuestras terapias, los universitarios y otras personas que han utilizado la dieta espiritual para librarse del peso del mundo, han visto aligerarse sus cargas cotidianas y han comprobado que su vida se tornaba más feliz, alegre y satisfactoria.
El actual Dalai Lama, así como otros guías religiosos, han sugerido la necesidad de encontrar una «espiritualidad universal y seglar». Esperamos que la dieta espiritual se sume a esta idea, puesto que abarca las principales tradiciones religiosas a la vez que ofrece técnicas y conceptos para alimentar por igual a los que tienen una creencia específica y a quienes anhelan alcanzar una mayor conciencia espiritual con el fin de orientar su vida.
No es necesario practicar una religión en particular para aplicar la dieta espiritual. Esta ofrece técnicas compatibles con la mayoría de los sistemas religiosos y su eficacia no depende de la fe de la persona que las aplica. No hace falta creer en ellas, sólo hay que aplicarlas. Las técnicas funcionan si nosotros funcionamos.
Lao-Tsé, escribió:

«Al igual que los ríos nacen de un manantial remoto, el espíritu humano brota de una fuente. Encontrar el manantial del espíritu es hallar el secreto del paraíso terrenal.»

 

Esta fuente, que es el centro de toda la espiritualidad, es señalada por todas las religiones, si bien con diferentes palabras, formas e imágenes.
Hemos utilizado durante varios años los principios básicos de la dieta espiritual que proponemos en este libro con personas de diferentes religiones (cristianos, hebreos, budistas, hinduistas, unitarios y personas sin afiliación espiritual). Hemos mezclado las orientaciones y los ingredientes que han resultado más efectivos y capaces de coexistir con el ritmo de la civilización occidental en las vísperas del nuevo milenio.
La dieta espiritual fusiona la esencia de muchas enseñanzas religiosas con el fin de alimentar el alma y ayudar a las personas a entrar en contacto con su espiritualidad.
Al armonizar nuestra personalidad con nuestro espíritu, enfocar nuestra conciencia, impulsarnos a descubrir nuestra bondad intrínseca y enseñarnos a vivir libre y plenamente, la dieta espiritual aligerará la carga de nuestros problemas personales y nos ayudará a librarnos del peso del mundo.

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