Aida. ¿Por qué nos gustan tanto los alimentos azucarados?

¡Qué apetitoso están los alimentos azucarados! Pero, ¿alguna vez te has parado a pensar por qué tenemos esas ansias por el azúcar? Cada una de nuestras conductas tiene una explicación basada en la función de los diversos circuitos neuronales de nuestro cerebro, como si de autopistas de la información se trataran.

De todos los órganos de nuestro cuerpo, el cerebro sigue siendo aún el que más sorpresas nos guarda. Ese año, por ejemplo, se publicó un vídeo en el que nos mostraba cómo era el interior de una neurona. Si algún día consiguiéramos descifrar todo el entramado neuronal del cerebro, cuya complejidad nos desborda a día de hoy, habría una revolución en muchos campos de la ciencia, sobre todo en medicina.

Poco a poco vamos desgranando sus secretos y resolviendo el enorme puzzle que tenemos por delante. Ahora, lo que han descubierto unos investigadores del Imperial College London nos permite entender en parte por qué nos gusta tanto el azúcar.

Una molécula que está detrás de nuestro deseo por el azúcar: la glucoquinasa

La glucosa es el principal combustible de nuestro cerebro. Sin ella, nuestras células nerviosas no obtendrían la energía necesaria para realizar sus funciones. Por tanto, es lógico pensar que el cerebro haya desarrollado a lo largo de su historia evolutiva algún método que regule nuestro apetito por el azúcar, y así parece ser.

El equipo, liderado por James Gardiner, ha realizado un experimento en ratas para encontrar la respuesta a la pregunta con la que iniciábamos esta entrada. En la primera parte del estudio,cuando dejaron a las ratas un día entero sin comer, los investigadores hallaron que se incrementó rápidamente la actividad de la enzima glucoquinasa en una región del hipotálamo que regula nuestro apetito.

Posteriormente, las ratas podían elegir mediante unas palancas el tipo de alimento que querían consumir. Por un lado, podían beber una solución azucarada, y por el otro había comida normal con menos contenido en azúcar. Cuando los investigadores aumentaron la actividad de la glucoquinasa en el hipotálamo utilizando un virus, las ratas eligieron consumir la solución azucarada. Además, cuando redujeron nuevamente la actividad de esta enzima, las ratas optaron por comer menos azúcar.

Es posible que si estos resultados se consiguen extrapolar con éxito al hombre, en un futuro podríamos intervenir en esta parte del cerebro para luchar contra la obesidad, tal y como destacan los autores del estudio. Así mismo, otra posible utilidad sería combatir la diabetes al regular nuestras ganas de comer azúcar.

Medciencia

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