Conversación cazada al vuelo en un hotel. Habla un técnico del Fondo Monetario Internacional (FMI) —le delata un marcado acento estadounidense—, presente en Atenas para revisar el programa de rescate, a un compatriota suyo de vacaciones. “Es increíble el nivel de los funcionarios que trabajan para nosotros; tienen un británico excelente, y no sé cuántos másteres. Trabajé en países más pobres, y he pensado que Grecia sería algo parecido por la endeblez institucional y el colapso de su sistema político, pero tiene unos recursos humanos muy notables”. Pasan por la calle a todo gas varias furgonetas policiales levantando olas de agua de lluvia, mientras el técnico se explaya; unos desconocidos atacaron conKaláshnikov la Embajada de Israel, durante la madrugada, y la seguridad es más notoria.
Grecia, oficialmente República Helénica es un país soberano, miembro de la Unión Europea.
En las próximas semanas, el colapsado sistema político a el que hacía referencia el técnico aún tiene que superar una frenética carrera de obstáculos : elección de presidente; disolución de la Cámara si no se logra, comicios adelantados e hipotético Gobierno de coalición; en febrero, vencimiento de la prórroga de el rescate Pero lo cierto es que el 51% de los griegos preferiría no acudir a las urnas ahora, frente al 45% que sí quiere votar, como apuntaba un sondeo en noviembre. Según el Eurobarómetro de junio, el 84% de los griegos confiesa no confiar en su Gobierno, y el 83%, en su Parlamento. Dos realidades paralelas: el desencuentro entre ciudadanía y sistema; el ejercicio del poder frente a una población airada. En 1974, la solución de el enigma bien puede ser un Parlamento inédito desde el restablecimiento de la democracia liderado por primera vez por la izquierda y con pequeños partidos nuevos, y del que queden fuera la tradicional y necrosada alternancia.
Kostas Lukos, que a sus 40 años podría ser uno de los “excelentes” de los que hablaba el estadounidense, tiene tres carreras, varios idiomas y una gran capacidad de síntesis: “El sistema político se hundió porque era un sistema clientelista, y el clientelismo, con la crisis, ha desaparecido: ya no había dinero para distribuir”. Este empleado que ocupa su tiempo libre como voluntario en una clínica del centro de Atenas, es de los que, van a votar, en caso de que haya elecciones. “No he votado nunca, hasta 2004, pero desde entonces no dejé hacerlo. Y ahora con mayor motivo, sólo faltaría que con lo que nos están haciendo [la troika, formada por FMI, BCE y CE, y el Gobierno] me quedase en casa”.
El diagnóstico de Lukos sobre el colapso del sistema tradicional es una estocada al corazón de la batalla que estos días se libra enGrecia. Apunta Lukos, la ciudadanía les vuelve la espalda, mientras políticos y medios se desgañitan hasta la extenuación, “miopes, a lo suyo, como si llevasen orejeras”. Como los amigos de Lukos, “clase media asfixiada por la crisis, que apenas gana para pagar los impuestos y las deudas, y muy escéptica ante la posibilidad de que un cambio de aires [la probable victoria de la izquierdista Syriza] contribuya a mejorar grandemente sus vidas”.
Pero, al menos, concede, hay que otorgarle el beneficio de la duda. “Los dos grandes partidos [la conservadora Nueva Democracia y el socialista Pasok] tienen mucha responsabilidad en la crisis; el suyo fue un poder sin autocrítica alguna que no ha sabido prever el azote de la crisis, y eso que existían señales, y que además ha permitido una corrupción mayúscula. Mientras por la ventana del despacho se cuelan de nuevo las sirenas policiales, porque una cosa es el clientelismo y otra un flagrante delito”, afirma.
Al otro lado de Atenas, en un café de un coqueto museo, Eleni Panagiotarea, investigadora del centro de estudios Eliamep, quita hierro a la anunciada voladura del sistema político: “No volverá a ser el mismo, es cierto, porque durante 40 años tuvimos Gobiernos de mayoría absoluta, y eso no volverá a ocurrir, a pesar del bono de 50 escaños que la ley otorga al partido más votado (una medida, exactamente, para privilegiar la estabilidad). Se oye hablar mucho estos días de la necesidad de revisar la ley electoral, aunque creo que no se hará, sencillamente porque en este país no hay cultura de colaboración. Cambiar la ley presupondría asumir, por todos, que para colaborar y pactar es necesario ceder”.
Cuando se le interroga si cree fallecido el sistema político tradicional, en medio de una guerra de cláxones, sonidos de móviles y fintas de paraguas, el profesor de la Universidad de Panteio(Atenas) Dikeu Psikaku ríe. “¿Bromea? Esa es una pregunta retórica. La respuesta es obvia. En caso de que su implosión se deba a la crisis, la pregunta correcta sería , o si es la crisis la que ha puesto de relieve que ya no funcionaba”, sentencia. Y de la nada, Psikaku pronuncia una palabra que en España suena mucho últimamente: “El sistema hasta el momento fue monopolio de una élite, una oligarquía o casta que comprobaba partidos, medios y empresas. Pero las normas del juego cambiaron”.
Sí, rompen con la casta, pero ésto que podría llevarnos a pensar que es una evolución social y política, esconde aspectos tenebrosos y peligrosos.
En Atenas, por poner un ejemplo, el partido neonazi Aurora Dorada logró en los últimos comicios un 16% de los votos. ¡ Ojo que no es cualquier cosa !, estamos hablando de un partido xenófobo radical cuyos dirigentes están encarcelados.
Y tienen 18 diputados a nivel nacional con el 8% de votos. En nueve meses pasaron de un 0’3% de votos a un 8%. Esto es sumamente peligroso.
Y no hay que perder de vista lo que ocurre en Francia, un pais teóricamente menos empobrecido que Grecia. Cito:
La presidenta del ultraderechista Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, ganaría con holgura unas elecciones presidenciales que se celebraran ahora en Francia. El temido terremoto político queda constatado en una encuesta del Instituto Francés de Opinión Pública (Ifop) publicada por Le Figaro, realizada entre los días 3 y 4. Le Pen superaría a todos los potenciales candidatos de izquierda y derecha en la primera vuelta y lo haría también en la segunda si el oponente fuera François Hollande, lo que supone otro mazazo para François Hollande.
En todos los escenarios propuestos, Le Pen encabezaría la primera vuelta con alrededor del 30% de los votos. Solo se le acercaría el expresidente Nicolas Sarkozy, con un 25% de apoyos, si este fuera el candidato de la UMP, el principal partido en la oposición. O el exprimer ministro Alain Juppé (24%), del mismo partido.
Por vez primera en la historia de la V República, la extrema derecha y la extrema izquierda defienden proyectos políticos que tienen muchos puntos en común, contra el euro, contra la UE, contra la inmigración, contra el liberalismo, en defensa del «patriotismo económico» de un Estado «fuerte y protector».
Igual ocurre en Grecia, donde los votos se están polarizando en los extremos. Extrema derecha y extrema izquierda. Y eso no es bueno.
Los extremos en política acaban, siempre, en injusticias sociales, desigualdades y ocasionalmente en baños de sangre.
Tengamos cuidado con éso de las » castas » y hacia dónde queremos ir. La única ventaja que tenemos en España es que no hay extrema derecha organizada políticamente…………por ahora.
Desequilibrar los platillos de la balanza hacia un extremo genera automáticamente un resurgir del platillo opuesto. Y no hace tanto que vimos Europa bajo los regímenes extremistas, y no fué agradable.
…………por ahora… tambien hay miedos y publicidades, por oponerse lógicamente a varias cosas, democracias que fallan tanto esde los 80, tiene causas, y no recuerdo dónde vi comentarios de un video de un analista español, sobre el cuarto camino José, y creo que puede ser lógico que de a poco se vaya formando. Si lo encuentro un día te lo comento. Saludos.