Muchos en Pakistán puede que estén acostumbrados a un goteo incesante de atentados, incluso a que alguno deje decenas de muertos. Pero nunca antes habían vivido un ataque tan letal, ni mucho menos con niños como la mayoría de las víctimas, como sucedió este martes.
El Talibán paquistaní reivindicó le ataque en que en una escuela de Peshawar murieron al menos 141 personas, de ellas 132 menores. Y dijeron que fue en venganza por la ofensiva del ejército sobre enclaves tribales en la provincia de Waziristán del Norte.
El que ya se puede considerar atentado más mortífero de la historia de Pakistán ha dejado al país en un estado de conmoción sin precedentes.
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El primer ministro, Nawaz Sharif, habló de «tragedia nacional» y también expresó su condena la joven Malala Yousafzai, ganadora del Premio Nobel de la Paz por su activismo por el derecho a la educación y a su vez víctima de un atentado talibán.
«Como millones alrededor del mundo, estoy de luto por estos niños, mis hermanos y hermanas, pero nunca vamos a ser derrotados», dijo Malala.
Pero sobre todo, lo que parece dejar claro es que ya quedaron atrás los tiempos de la presunta connivencia con el Talibán y Al Qaeda de la que algunos acusaban a las fuerzas armadas paquistaníes.
Incluso, hay quienes hablan de una renovada colaboración con Estados Unidos, la que habría disparado la reacción de los extremistas.
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Colaboración renovada
Durante años, el ejército paquistaní ha sido acusado de jugar a dos bandas ya que mientras permitía que Al Qaeda y el Talibán encontraran refugio en su territorio le prometían colaboración a afganos y estadounidenses.
A diferencia del afgano, lo que conocemos por el Talibán de Pakistán no es un cuerpo unitario sino un conglomerado más o menos heterogéneo de unas 30 milicias islamistas procedentes de la región tribal que bordea la frontera de ambos países.
Muchos de sus comandantes estuvieron entre los que tomaron el poder en Afganistán y huyeron hacia Pakistán cuando los expulsó EE.UU. en 2001. La facción más prominente y más activa al reivindicar atentados es Tehrik-e Talibán Pakistán (TTP), liderada por Hakimulah Mehsud hasta su muerte.
De hecho, muchos líderes de la milicia extremista han vivido en Pakistán durante años. Un ejemplo, el propio Osama bin Laden, al que las fuerzas especiales estadounidenses mataron en Abotabad.
Esta idea persiguió al nuevo jefe del estado mayor paquistaní, general Raheel Sharif, durante una visita de diez días a Washington el mes pasado.
Y eso pese a que desde junio el ejército ya había iniciado una ofensiva en Waziristán del Norte y el enfrentamiento entre las fuerzas paquistaníes y el Talibán parecía cada vez más claro.
El pasado 10 de diciembre, por primera vez en diez años, las tropas paquistaníes mataron a un alto mando de Al Qaeda, Adnan el Shukirjumah, en Waziristán del Sur.
El Shukirjumah, nacido en Arabia y educado en EE.UU., estaba acusado de planear numerosos atentados tanto en EE.UU. como en Reino Unido.
Al día siguiente, un avión no tripulado de EE.UU. mató a Umer Faruq, otro líder de la red en Waziristán del Norte.
Clamor popular
Según el escritor y periodista paquistaní Ahmed Rashid, «de repente, Pakistán y EE.UU. parecen estar colaborando contra Al Qaeda de forma no vista desde 2002-2004».
«Y Estados Unidos de repente también ha empezado a portarse bien con Pakistán», opina Rashid. «Hasta ahora hay un cambio de dirección hacia mucha más cooperación en el terreno militar entre EE.UU., Pakistán y Afganistán».
No obstante, el escritor se cuestiona si esa colaboración militar trascenderá en un cambio real de actitudes políticas.
El corresponsal de la BBC en Pakistán M. Ilyas Khan señala que «la escuela no era sólo un objetivo blando sino simbólicamente importante porque la gestiona el ejército y muchos de sus alumnos son hijos de su personal».
«¿Es un intento desesperado de resurgir por parte de milicianos amenazados?», se pregunta Khan en referencia al supuesto arrinconamiento que ha sufrido recientemente el Talibán.
Y aunque considera que esa es una posibilidad, para el corresponsal la acción contra la escuela ha conmocionado al país de tal manera que también podría provocar un clamor en la población para que los militares enfrenten con mano más dura al Talibán en el futuro.