El Puente viajó hacia Montevideo, Uruguay para realizar una entrevista con Eduardo Galeano, reconocido escritor galardonado en el mundo entero. Fue una charla amena y muy valiosa, a metros del histórico Teatro Solís en Ciudad Vieja de la capital uruguaya. Por momentos parecía que uno estaba leyendo un libro o mirando una emisión televisiva en la que hablaba Eduardo… pero en realidad estábamos conversando de par a par. Aprovechamos este espacio para agradecerle, nuevamente, la oportunidad de haber compartido un café y una charla inolvidable.
– Próximamente esta entrevista estará publicada en la edición de julio de la revista Generación 3 –
EL PUENTE: ¿Qué visión tiene sobre el mundo actual?
Eduardo Galeano: Trato de verlo… es difícil verlo porque está muy enmascarado, muy complicado, pero uno hace lo posible por entender este mundo inexplicable donde cada minuto mueren 15 niños de una enfermedad curable. Cada minuto ese mismo mundo gasta tres millones de dólares en armamento. La industria de la muerte devora la mayor parte de los recursos en este mundo que dice ser pacífico, que además dice ser democrático, pero está dirigido por los cinco países que tienen derecho de veto en las Naciones Unidas y son quienes cortan el bacalao. Los otros desempeñamos una función simbólica.
EP: Y en este mundo que acaba de describir, ¿qué función cumple la comunicación?
EG: Se han abierto canales nuevos en las estructuras de los últimos años. De algún modo a mí me han devuelto la confianza, la posibilidad de que la tecnología pueda ser amiga de las mejores energías humanas, cosa que no siempre se da. Te lo digo porque internet nació al servicio del Pentágono. En realidad, nació como fruto de un trabajo arduo y largo de los investigadores de la Universidad de Berkeley, en California. Pero después internet quedó en manos del Pentágono para la planificación de sus operaciones en el exterior, es decir, para programar a escala universal estas operaciones militares que estaban al servicio de los grandes exterminios, que en realidad no se llaman así, pero merecerían ser así llamados. Sin embargo, con el paso del tiempo, paradójicamente – hay paradojas que te devuelven el optimismo cuando éste se te cae por un agujerito del bolsillo – internet terminó por convertirse en una herramienta muy diferente, que sigue sirviendo a fines militares, pero también a muchos otros fines y que además, sin ninguna duda, ha ampliado el espacio de la comunicación. Esto permitió que resuenen de otro modo y, mil veces más que antes, las voces que antes estaban condenadas a resonar a campana de palo. O sea que sólo existían para minorías muy minoritarias pero que en general, encarnaban causas valiosas para el género humano. No siempre las voces que más resuenan coinciden con las mejores bocas, más bien ocurre al revés. Entonces muchos de esos grupos que parecían condenados a la soledad o al aislamiento, gracias a esta tremenda revolución tecnológica que significó internet, ahora tienen otras posibilidades de comunicación. Igual, los grandes centros de comunicación están monopolizados en muy pocas manos, sobre todo la comunicación de mayor resonancia popular que sigue siendo la televisión.
EP: Entonces le ve el lado positivo a internet…
EG: Con internet me pasó una cosa muy complicada. Yo como soy prehistórico, en realidad pertenezco a una etapa de la humanidad ya superada, el pre paleolítico y el neolítico, entonces tengo una desconfianza natural a las máquinas. Siempre sospeché de estas máquinas nuevas que aparecían. Las tomaba con pinzas, con mucha desconfianza porque tenía la sospecha de que bebían de noche. Cuando nadie las veía, ellas bebían, se dedicaban al trago fuerte y por eso hacían cosas inexplicables durante el día. Todavía tengo esa sospecha pero ya la he superado bastante. Ahora mi opinión cambió. Incluso hasta escribo a máquina, aunque escribo a mano, soy manual: manuscrito soy, pero después utilizo la computadora. Lo mismo me pasó con internet. Lo veía con mucha desconfianza, pero reconozco que tiene muchas virtudes, aunque mi experiencia personal no es la mejor. Porque en mi larga vida de escritor, los tres artículos que más repercusión tuvieron y por los que me paran en la calle para felicitarme y circulan con mi firma en internet, no son míos. Uno se refiere a “Las cosas viejas”, otro que se llama “Por qué no tengo un DVD”, lo cual es falso porque sí tengo y otro que es “Mi nieta Sofía” y yo no tengo ninguna nieta Sofía. Entonces están estos tres trabajos de enorme éxito y que me felicitan por eso que yo no escribí. Y habiendo escrito tanto, empiezo a deshojar la margarita… me mato, no me mato, me mato, no me mato…
EP: Y consecuentemente con esa pregunta viene ligado el rol los medios de comunicación y qué opinión le merece la Ley de Servicios Audiovisuales de la Argentina que tanto ha dividido las aguas.
EG: Yo hago lo poquito que puedo y no lo muchito que quiero. Lamentablemente no he podido leer del todo la ley, me encantaría poder hacerlo. De todos modos te digo, me parece sano todo lo que contribuya a lidiar un poco el peso de los monopolios a escala universal, monopolios que todavía controlan la comunicación en gran medida. El margen de aparición de las voces independientes se multiplicó gracias a la tecnología en estos últimos años. Pero, de todos modos, los grandes medios siguen siendo pocos y cada vez en menos manos. No conozco la ley argentina como para poder opinar sobre ella, pero sí en líneas generales te diría eso y también te diría que es bueno todo lo que se pueda hacer para estimular el desarrollo de los medios alternativos de comunicación que vienen desde la realidad. O sea que no opinan sobre ella, sino que viene de ella. Por ejemplo las radios comunitarias, las emisoras comunitarias o los mil y un periódicos que hay por ahí, que yo creo que son la prueba de la vitalidad social que el mundo conserva. La capacidad que el mundo todavía tiene de sentir ganas de sentir y de hacer.
EP: En relación al tema del Genocidio Armenio, ¿cómo analiza esta lucha?
EG: La lucha del pueblo armenio por el rescate de su propia memoria y por el reconocimiento internacional de lo que allí ocurrió, es una lucha que no es solamente armenia, es una lucha internacional. Es una lucha por el rescate de la memoria. Los pueblos que han sufrido matanzas, como es el caso de los países latinoamericanos que han pasado períodos de represión feroz parecen no tener derecho a la memoria. Es un mundo que llegó al nivel más abominable del derecho a la propiedad y, la memoria también tiene propietario, entonces hay países con derecho a la memoria y países que no. Esto es una prueba de que este mundo no es de veras democrático. En el último libro que publiqué, “Espejos”, que es un libro de esos raros que yo hago, cuento una historia real. Cuando Hitler estaba por invadir Polonia, mientras se reúne con su estado mayor, para estudiar los pro y los contra, porque ya había decidido invadir y tenía lista la coartada. Además había inventado que Polonia quería invadir Alemania que es siempre la misma historia… ningún país tiene la honestidad de decirlo “yo mato para robar” sino que dicen “yo mato para defenderme”, las guerras son todas defensivas y ésta también. Hitler eso ya lo tenía preparado, pero quería conversar con sus más próximos sobre cómo veían ellos la invasión de Polonia y ahí surgieron algunas observaciones “cómo caerá esto en el mundo, cómo lo entenderá la opinión pública internacional, no habrá mucho alboroto, si no se armará mucho lío” y Hitler cortó la discusión con una sola pregunta: “¿y quién se acuerda hoy de los armenios?” Ahí se callaron todos e invadieron Polonia con la impunidad con la que había ocurrido, algunos años antes, la matanza de los armenios.
EP: Entonces esto lo convierte en un asunto de todos…
EG: Yo creo que el derecho a la memoria es un derecho universal, un derecho humano, todos tenemos el derecho a recordar y, por lo tanto, tenemos derecho a la justicia. O sea que esa memoria también implique derecho a la justicia. Yo soy un convencido de la causa. Pero también fui derrotado dos veces. Fui dos veces miembro de la comisión que organizó aquí los plebiscitos contra la ley de impunidad, contra una ley infame que se votó en el Uruguay que otorgó impunidad al Terrorismo de Estado. Entonces, a fines de los años 80, hicimos el primer plebiscito contra esa ley y lo perdimos por poquito, pero lo perdimos. Y ahora en el 2009, junto con las elecciones hicimos una campaña y se hizo el plebiscito contra la impunidad de nuevo, pero perdimos una vez más, por muy poquito, pero perdimos. O sea que hemos sido derrotados dos veces. Da la impresión que la mayoría de la gente de países como este, como el Uruguay, no es que esté a favor de los militares ni mucho menos, pero que no le dan demasiada importancia o que piensan que no hay que revolver esas cosas. La idea de que, como decía un político uruguayo, “no hay que tener ojos en la nuca, los ojos están al frente”, pero ocurre que si uno tiene ojos en la frente y no tiene ojos en la nuca corre el peligro de no recordar en los pozos en los que cayó, las piedras con las que tropezó y eso conduce a la repetición de la historia. La mayoría de la población en Uruguay creo que no tiene la conciencia suficiente como para ir y votar. Lo que pasó fue que no conseguimos los votos necesarios, los demás no se pronunciaron, no es que votaron en contra. Esto quiere decir que la gente no se lo tomó o no estaba bien informada y porque además, nuestra fuerza de izquierda, el Frente Amplio, a la cual yo pertenezco tampoco se movió mucho por esto. Entonces el tema de la memoria es un tema muy delicado, muy complicado en todo el mundo, no sólo para Armenia y esto no te lo digo como consuelo. Es muy difícil pelear por la recuperación del derecho de recordar, que es un derecho inalienable, un derecho fundamental del ser humano, tanto en el plano personal como en el plano colectivo. El derecho de recordar nos permite confirmar que no hemos nacido de la oreja de una cabra, o sea que hay una continuidad en el proceso humano, en esta navegación terrestre de la que formamos parte.
EP: Pasando a otro tema… al capitalismo y su crisis actual… qué opina al respecto, se acerca el final demostrando que no es un sistema eficiente, son fisuras o simplemente se trata de una crisis más de la que saldrá fortalecido el mismo sistema?
EG: Soy un pésimo profeta, hasta en el fútbol que es el tema que más me interesa. Cada vez que auguro una victoria, viene una derrota como ahora, yo soy de Nacional y ayer perdimos con Peñarol.
La muerte del capitalismo ha sido anunciada tantas veces que yo no me la creo. Parece tener más de siete vidas, a diferencia de los gatos, o por lo menos hasta ahora ha demostrado una gran capacidad de supervivencia. El capitalismo tiene una estructura montada que funciona, con mucha eficiencia, para descargar su crisis sobre las espaldas de sus víctimas. Es decir, son los pobres los que pagan la crisis de los ricos. Y también son los pobres los que ponen los muertos en las guerras y los que proporcionan al sistema una mano de obra barata que los salva también de cada una de sus caídas y de los períodos críticos. Estos mecanismos funcionan a escala universal, estos mecanismos de comercio, de créditos que manejan también las relaciones laborales y hasta ahora les ha permitido mantenerse a flote y además sobrevivir recompensando a los culpables de cada una de las crisis. Esta última, que todavía está pegando coletazos a todo el mundo, nació en Wall Street, nació por obra y gracia de los especuladores de Wall Street, pero cualquiera que lea los diarios puede creer que la crisis nació en Grecia. Entonces estos señores, los responsables de la crisis, los especuladores timbearon al mundo, el mundo ahora es una ruleta. El capitalismo cada vez más financiero y menos económico, se habla cada vez más de las finanzas y menos de la economía y entonces qué pasó, estos señores se retiraron de la crisis cobrando unas indemnizaciones fabulosas, como si fueran sus víctimas y no sus verdugos. El último es el caso del presidente del directorio de la Goldman Sachs, que es una empresa dedicada a la delincuencia y es la que asesoró a los gobiernos griegos anteriores a éste para que mintieran en sus datos sin que se notara. Este hombre se ha retirado con unos diez millones de dólares de recompensa, lo que no está mal para uno de los autores de los crímenes. O sea que hasta en esto el capitalismo demuestra una gran eficiencia. Es ineficiente desde el punto de vista del flaco favor que nos hace a todos distribuyendo tan mal los panes y los pesos. Pero sí es eficiente a la hora de recompensar su abnegación.
EP: Siguiendo en este mismo contexto y teniendo en cuenta que primero el imperio atacó con armas, después con las dictaduras y más tarde con las medidas neoliberales… creo que ahora hay un cambio con esta actitud de unidad latinoamericana, cómo cree que influye esto sobre el imperio?
EG: Sí. Yo creo que Latinoamérica se tiene que unir por una cuestión de sentido común, pero cuesta mucho. Todavía estamos lejos de la unidad deseada. Quizás porque todos los discursos la invocan y cuando más invocan, menos hacen. Hay un desencuentro, que es una tradición latinoamericana entrañable entre los discursos y los hechos: cuanto más se habla de unidad, menos se la practica. La verdad que no es un proceso fácil, es un proceso muy complicado y que va a llevar mucho tiempo. Porque hemos sido organizados para el desvínculo, para el odio mutuo, para la ignorancia mutua, para pelearnos entre nosotros en vez de actuar juntos. Si no te unís, estás frito porque este es un mundo de grandes espacios divididos donde por separado no tenemos lugar. Pero cuesta.
EP: Pero ha habido un cambio de actitud…
EG: Sí, eso sí. Por lo menos hay una disposición nueva de que tenemos que encontrarnos, pero es muy complicado no va a ser fácil. Incluso ahora en Europa se está viendo que la moneda común, que es la misma idea que estaba presente en América Latina, demuestra que no es la primera etapa sino que es de las últimas y no hay que apurarse con ese tema por los desniveles que existen. Nosotros somos una unidad posible de muchas diversidades, lo que es bueno en principio, es bueno que el mundo sea diverso, es bueno que no estemos condenados a morirnos de aburrimiento, pero tampoco queremos morirnos de hambre, pero tiene el inconveniente de que es un tema de contradicción en América Latina. Es una región llena de contradicciones internas, pero no hay que tenerle miedo a las contradicciones, son la prueba de que es un territorio vivo, es un reino vivo el mundo, pero hay que tener paciencia y saber que todo esto cuesta.
EP: Hablando de Latinoamérica… ¿Qué sintió cuando el presidente Hugo Chávez le regaló Las Venas Abiertas a Obama cuando asumió?
EG: Yo no me había enterado y salí a pasear con mi perro Morgan, que pobre murió no hace mucho, mi gran amigo Morgan… y salimos los dos a pasear y escuchamos los gritos de los vecinos… “Eduardo, Eduardo” y Morgan paró las orejas, pensó “ahora nos asaltan”. Tanto cariño de golpe, ¿qué era eso?
Y entonces los elogios que me empezaron a llover me deprimieron muchísimo porque eran todos elogios mercantiles. Me decían “estás vendiendo muchísimo, poné la tele, poné la radio, estás llegando a número dos, estás vendiendo como nunca, qué bárbaro, qué bien” y ahí pensé “ahora viene el mangazo, ahora Morgan preparate” pero por suerte no, hasta ahí no llegaron, pero sí insistieron en felicitarme en lo que no me importa que es vender. A mí no me importa vender mucho, yo no fabrico mercadería, escribo libros, entonces lo que me importa es llegar a los demás. En ese sentido, ese gesto generoso de Chavez significó que mis libros se muevan, no sólo Las Venas, sino otros también, pero fue un gesto simbólico, claramente. El libro se convirtió, con el paso de unos cuantos años, no creas que fue fácil, en un símbolo de la otra historia, de la otra realidad, de la otra voz, de la otra manera de ver las cosas. Y en ese sentido fue que Chávez lo regaló. Yo preferiría que le hubiese regalado la edición en inglés, pero se lo regaló en español que es una lengua que Obama no maneja. Pero el gesto fue lindo, muy simbólico.
EP: Además, si el contenido que tiene el libro llegó a gente que no lo conocía es un mensaje muy valioso
EG: En realidad yo hubiese preferido que ahora el libro esté en un museo de arqueología. Pero lamentablemente, la realidad no cambió en lo fundamental. Seguimos viviendo en un mercado mundial y de las necesidades ajenas, por eso el libro no perdió actualidad. Lo que yo hubiese querido es que la perdiera rápidamente, pero no ocurrió. Entonces, de algún modo, el éxito del libro genera el fracaso nuestro. Igual, el libro cubre una función que va más allá del momento en el que fue escrito, de la realidad actual. Lo que intenta explicar es cómo el subdesarrollo es un resultado del desarrollo ajeno, cómo en el mundo no hay ninguna riqueza que sea inocente. Es decir, sobre eso, no pierde actualidad.
http://www.taringa.net/posts/info/5715001/Entrevista-a-Eduardo-Galeano.html
Admirable Eduardo Galeano, para leer y escuchar. Gracias Vania.
La verdad es que palidezco de envidia (sana por supuesto) cuando veo personas tan valiosas e inteligentes.