En este artículo escrito para BBC el analista Afzal Ashraf explica por qué los extremistas acapararon más atención noticiosa en este año, quizás más que en ninguno desde 2001.
El secuestro de 276 niñas por Boko Haram en Nigeria, las decapitaciones de periodistas y cooperantes por milicianos de Estado Islámico (EI) y el asesinato a sangre fría por el Talibán paquistaní de niños en una escuela de Peshawar fueron algunos de los actos de terror que marcaron el año.
Ante este ascenso de los actos extremistas, es necesario hacerse varias preguntas de cara a 2015.
¿Vivimos en un mundo menos seguro que hace un año a causa del extremismo?, ¿Qué hemos aprendido sobre la naturaleza del extremismo terrorista y qué nos dice sobre cómo será en el futuro?
Lo primero que hay que observar es que estos grupos no se han convertido de repente en 2014 en organizaciones sanguinarias.
Lo que ha cambiado es que el mundo occidental se ha dado cuenta de sus horrores.
Tácticas brutales
Abu Musab al-Zarqawi ya había mostrado su gusto por las decapitaciones alrededor de 2004 cuando fundó al-Qaeda en Irak, que eventualmente se convirtió en EI.
Mucho después de su muerte en 2006, el grupo empleó consistentemente sus métodos repulsivos. Por ejemplo, en junio de 2013, decapitó en público a dos hombre.
El Vaticano identifcó a una de las víctimas como un cura católico, lo que fue luego desmentido por varias fuentes.
El caso es que los horrores del estilo de EI han ocurrido durante más de una década sin que se prestara mucha atención.
El Talibán de Pakistán también lleva años asesinando brutalmente.
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En su haber criminal se encuentran bombardeos de mercados, mezquitas y casas en las que había hombres, mujeres y niños inocentes.
Estos ataques han ocurrido casi cada semana a lo largo de la última década.
La masacre en la escuela de Peshawar se diferencia de estos en su mayor escala y en que atacó directamente a las familias de la élite paquistaní.
Boko Haram nació en 2002. Siete años más tarde ya había matado a más de 5.000 personas, la mayoría civiles, pero solo fue prohibido por Estados Unidos a finales de 2013, meses antes del impactante secuestro de las alumnas de escuela.
Las familias han vivido con el horror de informaciones sobre matrimonios, violaciones y asesinatos de las niñas. Mientras, aún no se vislumbra la liberación de las niñas.
El éxito de estos tres grupos se debe tanto al fallo de los gobiernos donde están establecidos como a sus propias estrategias.
Boko Haram explota los agravios causado por la corrupción económica y la ineficacia del estado nigeriano, que en parte se deriva de la corrupción incentivada por algunas de las empresas que operan en la región.
El ejército nigeriano se ha visto incapaz de derrotar a Boko Haram debilitado por la corrupción atávica en el ministerio de Defensa y el propio ejército.
Asimismo, EI ha cobrado fuerza saqueando a grupos respaldados financiera y materialmente por Occidente con el fin de apoyar a la oposición siria.
EI ha recabado grandes simpatías en las áreas sunitas de Irak gracias a la carta blanca dada a las milicias chiitas por el régimen de Nuri al-Maliki en Irak (2006-2014), que llevó a la tortura y asesinato de miles de sunitas y miembros del Partido Baaz (al que pertenecía Sadam Hussein).
Las conquistas territoriales de EI se debe a sus brillantes comandantes y combatientes pero también a la politización de los altos cargos militares en Irak, la mala gestión de las finanzas públicas y la ausencia de liderazgo nacional.
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El Talibán de Pakistán, por su parte, también sobrevivió gracias a una falta de decisión del ejército paquistáni para aniquilarlos, que se debe al deseo de discriminar entre los elementos que eran útiles para la política exterior del país y los que no lo eran.
Supuestamente el vecino Afganistán estaba jugando a lo mismo al permitir que el líder del Talibán de Pakistán, Mullah Fazlullah, se refugiara en su territorio.
Antes, el ejército de Paquistán había accedido a las demandas de Fazlullah de implementar la ley islámica o sharía en ciertas áreas.
En lugar de servir para aplacarle, las concesiones le hicieron más fuerte.
Redes sociales
Lo que nos revela esta evolución es que las organizaciones terroristas necesitan ser confrontadas temprano para impedir que ganen fuerza y empleen tácticas cada vez más terroríficas.
Una confrontación exitosa requiere una forma de gobernar justa y efectiva y una estrategia de seguridad que combata a todos los terroristas, sin proteger a ninguno que pueda ser útil para beneficios políticos cortoplacistas.
El terrorismo es en esencia un acto retórico que busca transmitir un mensaje. Sin una audiencia no tiene utilidad.
Así que el creciente uso de las redes sociales por estas organizaciones hace más imperativo plantarle cara al extremismo.
Incluso si se consigue que las compañías de internet censuren las comunicaciones terroristas, estos grupos siempre podrán hacer llegar su mensaje, igual que siempre podrán lograr colar bombas y armas a través de buenos sistemas de seguridad.
El reto para nuestras sociedades es reaccionar y responder a las comunicaciones terroristas de un modo diferente.
Los terroristas hacen y dicen cosas que creen que tendrán éxito.
Cuando los periodistas y los analistas comentan sobre las comunicaciones terroristas están ayudándoles sin quererlo.
No es realista ignorarlos, pero destacar sus fallos cada vez que se reporta sobre el terrorismo es una manera importante de encontrar un equilibrio.
No se ha resaltado lo suficiente el fracaso de la estrategia de EI al usar videos de decapitaciones para impedir que Occidente se involucre en Irak. El resultado ha sido el contrario.
Tampoco se ha informado lo suficiente sobre el rechazo masivo de la gran mayoría de musulmanes a los tres grupos mencionados, expresado en manifestaciones y conferencias.
Lo más positivo en este ascenso del terrorismo es que ha perdido el aura de defensa de una causa noble y lo que se ve es un deseo de violencia vulgar.
Al atacar a niños, escuelas, periodistas y cooperantes ha expuesto la ignorancia que le es inherente, su ausencia de humanidad y su cobardía innata.
Ningún tipo de discurso podría haber revelado esto de manera más efectiva que el propio comportamiento de los terroristas.
Incluso al-Qaeda y el Talibán de Afganistán se han visto forzados a condenar las acciones de EI y el Talibán paquistaní, que son grupos que surgieron de ellos mismos.
El comportamiento de Boko Haram, EI y el Talibán de Pakistán no solo resta crédito a al-Qaeda y al Talibán de Afganistán sino a la propia ideología que los inspira.
La propia idea de mezclar religión y activismo político, que fue iniciada por la Hermandad Musulmana en Medio Oriente y por Jamaat-e-Islami en el subcontinente indio, está ahora cuestionada seriamente.
Sus ideas sobreviven no por su atracción sino porque las formas de gobierno alternativas en los países en cuestión no consiguen ofrecer la dignidad y los estándares de vida requeridos por sus ciudadanos.
Progreso lento
La atracción del terrorismo se ha visto así reducida al mito del éxito a través de la violencia.
Mientras EI pueda continuar controlando el territorio que ha tomado, continuará atrayendo a gente de todo el mundo que se vea seducida por la idea de luchar para crear un estado «utópico».
Y en tanto el Talibán de Pakistán pueda matar a miembros de las minorías religiosas y atacar a las fuerzas armadas, los graduados de sus madrasas a quienes les han lavado el cerebro se sacrificarán para cometer actos de vil terror para establecer su interpretación de la sharia.
En cuanto a Nigeria, mientras el ejército retroceda ante Boko Haram, estos seguirán capturando y abusando de los niños de cualquier procedencia para impedir lo que considera como influencias extranjeras.
En 2014, los terroristas islamistas entregaron al mundo una victoria a medias al desacreditar su propia ideología.
Lo que falta para la victoria total, lo más fácil, requiere el establecimiento de mejor gobierno tanto a nivel nacional como internacional.
También se precisa un uso más rápido y efectivo de la fuerza para socavar sus avances operacionales y de territorio que son por los que estas organizaciones definen su éxito.
Lo que nos impide ser optimistas en 2015 es el progreso tan dolorosamente lento en estos dos frentes.
(*) Este artículo de opinión fue escrito para BBC por Afzal Ashraf, consultor en el Instituto de Servicios Reales Unidos. Fue un alto mando en las Fuerzas Aéreas Reales del Reino Unido y trabajó como estratega en contraterrorismo y contrainsurgencia para EE.UU. en Irak, así como director de la Sección Política Militar en la Cancillería Británica.
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/12/141225_ascenso_terrorismo_2014_punto_de_vista_fp