El sentido del oìdo nos permite oìr la creaciòn. Uno de los grandes umbrales de la realidad es el que hay entre el sonido y el silencio. Todos los buenos sonidos tienen silencio en su proximidad, delante y detràs de ellos. El primer sonido que oye el ser humano es el del corazòn de la madre. Por eso desde antaño estamos en armonìa con el tambor. Su sonido nos serena porque evoca el tiempo en que latìamos al unìsono con el corazòn de la madre.
J. O’ Donohue
La Madre Tierra tambièn posee un corazòn y los que tenemos la bendiciòn de oir, somos responsables de saber escuchar. Escuchar es un acto de amor. Cuando escuchamos con el alma las voces sagradas y ancestrales comienzan a brillar como estrellas en el firmamento, como lunitas de plata, como copos dorados de luz que alumbran nuestra travesìa y nos liberan de interferencias.
Hay voces claras
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http://descubriendonuestrointerior.blogspot.com.es/2013/02/escuchar-de-verdad.html