Entidades Coexistentes no Identificadas

Constituyen un misterio, pero su realidad es incuestionable: luces invisibles al ojo humano que, por su propia energía o con la aportada por un flash, impresionan los negativos fotográficos. Luces de diversas formas que, para mayor desconcierto de los investigadores, parecen tener un comportamiento inteligente.
Sinesio Darnell (publicado en el núm. 60 de Enigmas)

Se entiende por «entidad» lo que constituye la esencia de una cosa. Tras esta aclaración damos entrada a un tema muy actual que, como tantos otros, carece por el momento de explicación.

Sucede en este caso, lo que ya es habitual en el mundo de la Parapsicología: etiquetamos el fenómeno… pero la causa del mismo queda dentro de lo hipotético.

Hace ya algunos años que vienen captándose con cámaras de vídeo y fotográficas discos ligeramente luminosos en bosques y senderos. Su tamaño aparente es variado, pero la mayoría parecen tener aproximadamente las dimensiones de una pelota de tenis y, lo que es más importante, un comportamiento inteligente. Sobre la naturaleza de estas «entidades» existen en la actualidad dos teorías a cual más atractiva. La primera de ellas, y quizá la que tiene más seguidores, postula la idea de que estos discos son entidades inteligentes, correspondientes a sistemas de vida acomodados a otras dimensiones y que, en definitiva, podrían considerarse «intrusos» que nos observan o vigilan mediante instrumentos presuntamente foto-sonocaptadores. Algunos van más lejos y opinan que puede tratarse de micro naves espaciales. Entre estos últimos cabe destacar a Shulman, nada menos que presidente de la mundialmente conocida empresa American Computer, quien además dice tener pruebas de ello.

La segunda hipótesis que se baraja es un tanto más romántica y, hasta cierto punto, más atractiva. Según ella, no somos nosotros los únicos seres inteligentes que ocupamos la dimensionalidad de nuestro planeta, sino que lo compartimos con otros seres inteligentes pero desprovistos de un cuerpo físico denso como el nuestro. De ser así, estas entidades se englobarían en algo que podríamos definir como «Psicofauna». Quizá el término no sea muy adecuado, pero es el que se me ocurre y el que quizá más se ajusta a la realidad, puesto que estaríamos hablando de una coexistencia, como ya han anticipado otros autores.

Nos encontramos también con tendencias más actualizadas, al compás del avance científico. Por ello me permito transcribir con el permiso del autor Schabbath van Nes Ziegler, algunos pasajes de su magnífica obra Teoría del Universo Multidimensional: «… normalmente en las apariciones de entidades, llamémoslas «seres superiores» «angélicas» o de cualquier nivel diferente al nuestro, estarán obligadas a crear un campo energético protector, capaz de mantener dentro de él un nivel energético-vibratorio que asegure el nivel energético-vibratorio del plano donde manifiesta su presencia corpórea…».

«… además en las apariciones de estas entidades, llamémoslas como las llamemos, se observa reiteradamente la característica común de un campo amortiguador, normalmente en forma de una esfera en estado de ingravidez, casi transparente, envolvente y protectora del contingente, de la entidad que manifiesta su presencia.

Técnicamente si no existiera dicho campo protector, aun siendo posible el fenómeno por proyecciones holográficas, se hace insostenible la posibilidad de presencia corporal y real de entidades de otros planos existenciales…».

«… hemos de destacar que toda la fenomenología catalogada como apariciones milagrosas entra dentro de lo técnicamente posible con una estructura Multidimensional del Cosmos. Nada de ello es en principio incoherente, y las «naves espaciales» de las entidades superiores, serían simplemente esferas de energía compensatorias de diferentes campos energético-vibratorios, demostrando con ello un perfecto conocimiento del Cosmos al admitir que no es posible subir o bajar de estadio vibracional sin un traje protector para su naturaleza…».

Ahora debemos preguntarnos: Las pequeñas esferas que captamos y que corresponden a ese estado de ingravidez y a esa semi transparencia de suave textura… ¿son en realidad protecciones para que sutiles «entidades» entren en nuestra atmósfera y no sean agredidas por el nivel armónico vibracional (densidad energético vibratoria) de nuestro entorno. Algo así como el traje para el buzo o para el astronauta? En realidad en el mundo de la ufología son multitud los casos en los que los testigos aseguran haber visto esferas que se les cruzan en el camino, comentando incluso que en ocasiones parecen percibirse extraños seres en su interior.

Igualmente, en libros religiosos de varias confesiones encontramos alusiones a bolas luminosas y etéricas que se manifiestan ostensiblemente. La gran diferencia entre las observaciones dentro del contexto ufológico y religioso con los casos que ahora nos ocupan, es que muchas personas dicen verlas, mientras que las ECNI nos son visibles o sólo lo son a personas de gran sensibilidad, con mayor abertura en su abanico visual. Tengo la experiencia de que durante una excursión al lago de Bañólas con un grupo de investigación ALFA, una de las asistentes señaló un árbol diciendo: ¡Allí están!! Recuerdo que incluso hizo un dibujo. Al revelar el carrete de diapositivas, una de ellas coincidía exactamente con lo que la mujer decía haber visto sobre el tronco que nos indicó.

Como es lógico, estas dos hipótesis de trabajo tienen sus detractores así como fervientes defensores. Creo que nuestra postura debe ser la de no aferramos a ninguna de ellas y permanecer en estado de analítica atención, en espera de que una abundante casuística de experimentación nos aclare con el tiempo la naturaleza del fenómeno. De todas maneras, no podemos descartar el hecho de que se trata de un fenómeno natural y, por tanto, que tenga una explicación que cuadre con la lógica científica. Como he repetido en multitud de ocasiones, no podemos admitir lo paranormal o anómalo hasta que no se hayan descartado todas las posibles explicaciones convencionales.

Técnicas experimentales y deducciones
De momento y sobre la base de la poca recopilación de datos fruto de la experimentación, podemos determinar en un principio dos grupos de ECNI, y digo «de momento» ya que se han captado otras formas coexistentes o de «intrusos» que no obedecen a las clásicas formas redondeadas. En las fotografías podemos ver dos muestras de ello. En una se observa un extraño grupo de «algo» que recuerda las notas musicales de un pentagrama o simplemente unas comas. Estas formas fueron captadas sin intencionalidad, ya que se me disparó por mala manipulación la cámara Polaroid; en la otra, ya intencionada, aparece un grupo de formas que parecen llamitas o, según la opinión de algunos amigos, diminutos seres alados, Mark Lichree, productor de televisión, se inclina en casos como los que acabo de exponer hacia la posibilidad de que se trate de insectos voladores o algo parecido, desconocido por la Ciencia, que resultan invisibles, o bien por su naturaleza, o por su vertiginosa velocidad. Estas dos fotografías que expongo fueron tomadas en mi rincón de trabajo. Revolotean en mi entorno, ya que las he captado en repetidas ocasiones, y siempre en mi pequeño laboratorio, nunca en otras dependencias de la casa.

Existe un primer grupo con energía radiante «propia», ya que son capaces de impresionar placas fotográficas con exposición de unos segundos en la más absoluta oscuridad, grabadas en la frondosidad de un rincón macizo del Montseny (Barcelona). Éste es el tipo menos frecuente, pero, como aclararé dentro de breves líneas, nos ofrece un margen de seguridad más elevado.

En el grupo segundo nos encontramos con aquellas ECNI que necesitan un aporte energético para impresionar la película. Este aporte energético no es otro que una haz luminoso, lo cual demuestra que lo fotografiado tiene cierta consistencia física desde el momento en que devuelve una parte de la luz recibida, gracias a la cual es capaz de impresionar la película. En este tipo de captación existe un remoto riesgo de error que he podido comprobar en laboratorio y que deber ser tenido en cuenta: en una habitación por la cual entre un rayo de luz, veremos perfectamente en él las partículas de polvo flotar movidas por las corrientes de convección; si disparamos nuestra cámara desenfocando el rayo luminoso, las partículas de polvo tomarán la apariencia de pequeñas esferas más o menos definidas que pueden confundirnos. Quizás es hilar muy fino, pero también puede darse el caso de que un diminuto insecto volador, polen o cualquier partícula llevada por el viento, al ser fotografiada en total desenfoque, pueda conducirnos al engaño.

Un dato que hemos de tener en cuenta cuando salgamos a la «caza» ECNI, mediante el aporte de una fuente de luz, es decir, en el caso de intentar captar a los que reflejan la luz o parte de la que incide sobre ellos, es que en el lugar de la experiencia no se interponga ningún obstáculo en la trayectoria de la luz. Es muy conveniente que ésta se pierda sin que nada nos la devuelva, como puede ser una pared o una muy tupida y cercana vegetación: el retorno de la luz puede anular la reflejada por la «entidad». Pondré un ejemplo muy elemental. Si a pleno Sol dejamos una colilla de cigarrillo encendida, por ejemplo en la arena de la playa, indudablemente la mayor intensidad de la luz solar hará que la luz que pueda desprenderse de la colilla no se aprecie, pareciéndonos apagada, pero si es de noche distinguiremos perfectamente la luz que desprende. Este mismo efecto se da en las luminografías. Por ello y por otros detalles, no sé si incorporar el fenómeno que nos ocupa dentro del amplio capítulo de las luminografías, pese a que entre ellas y el comportamiento de las ECNI pueden apreciarse diferencias.

En estos momentos no puedo opinar sinceramente cuál de las dos opciones es más interesante por el número de registros obtenidos. Personalmente prefiero trabajar en la oscuridad, con exposiciones que pueden ir de 10 a 20 segundos. Pero debo aclarar que también he logrado muy buenos resultados en plena noche y con flash, tomando la precaución de que no hubiera un efecto «rebote» de la luz. El tanto por ciento de «captaciones» es realmente bajo, tan bajo, que la «caza» de estas entidades resulta un poco cara. Podemos emplear una cámara digital, aunque su inconveniente es que no nos permite hacer buenas ampliaciones o diapositivas para ser proyectadas. Este tipo de cámara es útil emplearla simplemente como «localizadora» de lugares donde es más frecuente la captación de imágenes de este género y usar después otra convencional cargada con película de diapositiva de 400 ASA. Personalmente es la que me da mejores resultados.

Lugares más apropiados
El lugar donde experimentemos tiene una gran importancia. El fenómeno que nos ocupa está íntimamente ligado a la Naturaleza. Es más fácil captar ECNI en zonas montañosas o bosques, pero alguien habrá conseguido alguna de estas flotantes esferas en una ciudad… no lo sé, pero estas experiencias tienen un sabor «intimista». Recuerdo que hace años, un monje de la basílica de Montserrat, ya fallecido, me había dicho en más de una ocasión que él veía unas esferas, no muy grandes y ligeramente iluminadas, flotar y desplazarse con lentitud por las laderas de la montaña y, según decía, estaba convencido de que se trataba de manifestaciones angelicales. Señalaba que estas visiones las tenía después de una larga «interiorización» y meditación. En aquel entonces, hace unos 25 años, no presté atención a lo que me comentaba, ya que por aquellos años estaba obsesionado con la experimentación psicofónica.

En el tema que hemos tocado, la experimentación de campo se impone. Cuanto más solitario sea el bosque en que lo intentemos, tanto mayor es la posibilidad de obtener resultados positivos. Ello no quiere decir ni mucho menos, que en lugares de poca vegetación no se puedan captar también imágenes con características de ECNI.

Con referencia al momento más adecuado para realizar fotografías de este tipo, algunos entusiastas del tema recomiendan los atardeceres, el momento de transición entre el día y la noche. Tengámoslo en cuenta, ya que la experimentación metódica parece dar la razón a esta observación. Es curioso el hecho de que, según parecen demostrar los datos estadísticos recopilados, durante el tránsito de la noche al día el número de «capturas» es notablemente inferior. De todas formas, es pronto para que se puedan establecer unas directrices generales.

Por la proximidad a Barcelona, uno de los lugares donde experimento más frecuentemente es en el ya mencionado macizo del Montseny y, concretamente, junto al pequeño embalse de Santa Fe, en la carretera que conduce al San Bernat y a lo largo de Coll de Borderiol y Coll Formic. Otra zona propicia es Porqueras, pequeño caserío junto al conocido lago de Bañólas, entrañable por la gran cantidad de mágicas historias que sobre él se cuentan. En la volcánica comarca de la Garrotxa, en la provincia de Gerona, una tierra rica en leyendas sobre la aparición de seres hádicos de diferentes características, también parecen abundar estas entidades no visibles, pero captables fotográficamente, como han demostrado los miembros del ya citado grupo ALFA. Sobre esta comarca existe una muy abundante bibliografía… Como queda reflejada en la obra de Jorge Pujiula: Brujas, demonios y Duendes de la Garrotxa,

El problema y enigmas de los ECNI, o intrusos, está aquí, junto a nosotros. Esperamos que se haga realidad lo de: «no hay nada que haya de permanecer oculto». Sea cual sea la naturaleza de estas «entidades», por un camino u otro hemos de llegar a la verdad, o al menos a un más perfecto conocimiento de su naturaleza y de su comportamiento.

Cierto es que en otros fenómenos de la Parapsicología instrumental, como por ejemplo la psicofonía y la psicomagen o la grafocomunicación por ordenador, todos, o casi todos los experimentadores, tenemos o hemos llegado a conclusiones que para nosotros son algo más que válidas, pero que no tienen la suficiente fuerza para convencer a aquellos que aun viendo, se niegan a aceptar lo que no se ajusta a sus coordenadas intelectuales. Cuando en mis escritos toco estos temas tan escabrosos y me atrevo a opinar, siempre aclaro: «que nos movemos dentro de lo hipotético». Cumplen por lo tanto estas páginas una misión meramente informativa y no demostrativa… hasta cierto punto.

http://188.93.78.39/paginasasp/Contenidosecciones.asp?ID=685&Nombre=GRANDES%20REPORTAJES

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