Como un conejito que saca la patita de la madriguera, precavido, tras esconderse del zorro, los periodistas del mundo se van dando cuenta de que el petrodólar terrorista ya no manda en el planeta y, por tanto, pueden empezar a contar la Verdad.
El diario barcelonés La Vanguardia publica un artículo que cuestiona las intenciones antiterroristas de Arabia Saudita en el que desliza las conexiones de este gobierno con el atentado del 11-S.
En Africa lo tienen más fácil porque ya saben que va a llegar el dinero del BRICS: el escándalo ha de ser mayúsculo pues la noticia de que los militares cameruneses interceptaron un envío de armas de la ONU… ¡a la guerrilla terrorista Boko Haram! Veremos si algún medio de comunicación occidental se atreve. Aquí, en español.
En Estados Unidos, una comisión compuesta de ex militares y que informa al Congreso ha sacado a la luz la verdad sobre lo ocurrido en el ataque al consulado en Bengasi, Libia. Los testimonios de los propios agentes de inteligencia corroboran sin duda que el embajador Stevens dirigió las células de Al Qaeda que derrocaron a Gadaffi y, una vez en el poder sus secuaces, desvió armas y financió al grupo Al-Nusra que combate al legítimo gobierno sirio de Assad.
Ante la caída irremisible de la censura (base de su poder), la respuesta sionista está siendo el “enrrocamiento” en su postura de que son las víctimas. Hoy mismo parece que Netanyahu hablará en el Congreso USA para explicarles el peligro que supone Irán (¿no te parece que ya has oído antes esta monserga?), mientras la tele israelita insiste en que Irán tiene un misil listo para atacar Europa (¿qué coño se le ha perdido a los persas en Europa cuando en realidad los quiere de aliados?). De esta manera, podemos reinterpretar los atentados de París contra el semanario propiedad de la familia Rotshchild Charlie Hebdo y el problable asesinato del fiscal judío-argentino Nisman, encargado de investigar ¡un atentado atribuido a Irán sobre unas instalaciones israelitas en Buenos Aires!
En su empeño por presentarse como los “buenos”, los sionistas han optado por autoatentarse para presentarse como las víctimas ante el mundo.
Si recordáis, la serpiente Ouroboros acaba muriendo comiéndose la cola… Es decir, se acaba suicidando, en el sentido sionista de la palabra…
PD: En realidad, todo suicidio es, en último término, un asesinato. Alguien conduce a otro a cometerlo.
Es inconcebible que tamaño carnicero actúe sin impunidad, seguro que está protegido por algún poder de élite.