Podríamos ponerle el nombre de cualquiera de las princesas que conocemos de los cuentos de hadas. Lo cierto es que este complejo tiene su origen en la infancia y puede afectar a las relaciones personales y de pareja en el futuro. Si tienes hijas, no dudes en leer este artículo donde hablaremos de una tradición que se lleva a cabo desde hace muchos años y que puedes estar ayudando a conservar sin darte cuenta.
No está mal decir que nuestras hijas son las princesas de la casa, porque realmente lo son. Pero lo que si puede ser erróneo es criarlas para que esperen sentadas al Príncipe Azul, lo mismo que sucede en los cuentos como el de Cenicienta.
La idea de que un hermoso caballero con su armadura y a caballo vendrá a salvarlas para darles el beso que las despierte de un gran sueño (como Blanca Nieves) o dejen de ser desdichadas y pasarse la vida trapeando el piso (como Cenicienta), puede ser muy bonito en nuestra imaginación, pero en la realidad esto no ocurre.
El Concepto de Cenicienta (o síndrome) fue estudiado por la investigadora Colette Dowling. Ella lanzó un libro cuyo título es “Complejo de Cenicienta: el miedo de las mujeres a la independencia”. Brevemente, podríamos decir que se trata del deseo inconsciente de las mujeres de ser protegidas o cuidadas en todo momento, dejando de lado sus propios gustos o actividades. Esto puede deberse a la crianza o a las presiones sociales o religiosas. Dowling indica que en realidad, este síndrome procede del miedo a ser independientes.
El nombre que ha dado esta investigadora a su estudio no puede ser más certero. Todos conocemos la historia de Cenicienta: una jovencita que se pasa el día entero cuidando a su madrastra y a sus hermanastras, no es tenida en cuenta para ir al baile del príncipe hasta que un hada madrina la convierte en princesa.
Después, ella pierde su zapato de cristal y el apuesto joven va casa por casa hasta encontrar a la dueña del calzado. Según este cuento, la mujer debe ser al mismo tiempo inocente, bella y resignada, y por supuesto, dependiente del esposo o “príncipe azul”.
En el libro de “Cenicienta”, el hada madrina convierte a la protagonista en princesa y por ello el ejemplar masculino por excelencia la conoce en el baile. Entonces, como dice Dowling, la mujer sólo puede cambiar el curso de la vida gracias a entablar una relación con un hombre. De lo contrario, será una esclava o una sirvienta por siempre.
Seguramente muchas mujeres piensan que esto es un ataque a la esencia femenina que necesita ser independiente en todas sus actividades y otras consideran que no está mal que el hombre sea el que se encargue de, por ejemplo, traer el sustento al hogar mientras ellas se dedican a cuidar a los niños y limpiar.
¿Por qué el Complejo Cenicienta es negativo?
Como primera medida, este complejo o forma de pensar impide que la mujer desarrolle sus habilidades más allá de cuidar del hogar o ocuparse de la crianza de los hijos. Los tiempos han cambiado mucho y en la actualidad única meta de la mayoría de las mujeres no es casarse y formar una familia, sino que también aspiran a desarrollar una buena carrera profesional.
Al casarse, tanto el hombre como la mujer tienen el derecho de seguir peleando por sus metas y sueños particulares. El Síndrome de Cenicienta indica que esto no es así, ya que la mujer ha de quedarse en casa mientras es “protegida” por el esposo.
Una esposa demasiado dependiente de su compañero es algo asfixiante para ambos. Es por ello que este complejo de “princesa rescatada de la torre más alta del castillo” puede afectar gravemente al matrimonio. La vida de a dos no es un cuento de hadas, por lo cuál, si la mujer no tiene seguridad en sí misma y no toma sus propias decisiones todo se vuelve cuesta arriba para ambos.
Si bien todos necesitamos afecto, protección y “ser salvados” en algún momento puntual de la vida, esto no puede ser la regla, sino la excepción. Un abrazo que nos rescate de un mal día es perfecto y preciso, una palabra de aliento en una mala situación, también.
Por último, el Complejo de Cenicienta es negativo porque no permite a las mujeres lograr sus metas personales. Esto las convierte en seres desdichados, deprimidos, resignados y frustrados.
¿Qué ocurre cuando la “Mujer-princesa” se queda sola?
Esto es un tema que vale la pena analizar en detalle. Pero podríamos decir que por ejemplo, al momento del divorcio, la esposa se da cuenta que no tiene los medios para salir adelante, tanto emocional como económicamente hablando. Entonces, elige a otro hombre que la mantenga en ese cuento de hadas y todo se vuelve un círculo vicioso.
¿Cómo evitar el Complejo de Cenicienta en nuestra familia?
Si eres madre (o padre) de hijas mujeres, incúlcales el poder del estudio y de la preparación. Enséñales que es necesario contar con ciertos conocimientos y tener experiencia laboral antes de casarse o formar una familia.
Si tienes también hijos varones, acostúmbralos a ayudar en las tareas del hogar, así las niñas no deben encargarse de todos los quehaceres “femeninos” como estipula la sociedad.
Cría hijos e hijas que sean capaces de alcanzar sus metas y cumplir sus sueños, que en el futuro aspiren a disfrutar de una relación de pareja saludable y equilibrada y sobre todas las cosas… no dejes de tratarlas como princesas (o príncipes)… que saben lo que quieren.
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Por: Yamila Papa
http://lamenteesmaravillosa.
No estoy en nada de acuerdo con esta interpretación errónea del cuento, en primer lugar la princesa no espera a ningún príncipe para que la salve, espera una persona que la ame de corazón, como la amaron sus padres, no las 3 personas con quien tiene que convivir que sólo se interesan por las riquezas económicas.
En segundo lugar cultiva la resiliencia, y sus méritos en lo único que le dejan hacer que es cuidar su hogar, sin caer en depresiones y ayudándose de amigos (ratoncitos…) o de sus cancioncillas, que el mal seguro que espantan y que ahora equivale a estudiar+estar guapa+ser competitiva… y tantas exigencias que nos ponemos ahora.
En tercer lugar es emprendedora, con 3 cosillas que encuentra hace un traje, el hada que le ayuda, es sólo la ilusión que mueve a todo el mundo para que un trabajo bien realizado creamos que llegará a buen puerto.
En conclusión, que la princesa no tiene que temer a ningún príncipe, lo que tiene que evitar son las «3 brujas» con las que malvive.
Todas hemos sido Cenicientas y Princesas en alguna época de la vida. Lo interesante es haber interpretado los dos papeles. El orgasmo de la sabiduría supera al de la sexualidad.
Sabio analisis, MABOGE