¿Puede Rusia quitarle Grecia a Europa?

Grecia
Grecia puede necesitar nuevos préstamos para evitar la bancarrota cuando expire la extensión del rescate, en junio.

El fortalecimiento de las relaciones entre el nuevo gobierno griego y Rusia ha despertado las alarmas en Europa al tiempo que los líderes griegos negocian con acreedores internacionales las reformas necesarias para evitar la bancarrota del país.

Aunque puede ser que Grecia quiera utilizar a Rusia como carta en la negociación, algunos temen que Grecia se esté alejando de forma inexorable de Occidente y acercándose a un aliado más benevolente, un inversor potencial y un acreedor.

A Europa esto no le gusta, pero ¿debería preocuparse?

Un grupo de miembros del gobierno griego viajarán a Moscú.

El primer ministro de Grecia, Alexis Tsipras, será recibido por el presidente ruso Vladimir Putin en mayo. Tsipras irá acompañado de su socio de coalición Panos Kammenos, ministro de Defensa y líder del partido populista de derecha Griegos Independientes.

La fecha del encuentro ha llamado la atención de los analistas.

La extensión del rescate griego expira a finales de junio y el secreto peor guardado de Bruselas es que Atenas necesitará nuevos préstamos para seguir a flote.

Oficialmente, Grecia no está buscando fuentes alternativas de financiación.

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Hay temor de que Grecia se está alejando de los países occidentales.

Pero un préstamo de Rusia, o quizás China, podría parecer una alternativa más favorable, o al menos complementaria, a cualquier nuevo rescate de la Eurozona con las medidas impopulares y las reformas que conlleva.

Grecia podría buscar gas más barato para los hogares, un aumento del turismo y de las inversiones rusas en el país para propiciar un impulso económico muy necesitado.

Moscú, a su vez, se beneficiaría de un aliado amistoso con poderes de veto dentro de la Unión Europea en un momento de aumento de las tensiones a raíz de la crisis de Ucrania.

La carta rusa

La intención del nuevo gobierno de forjar vínculos más cercanos con Moscú se hizo evidente nada más ganar Syriza las elecciones, el pasado 25 de enero.

En solo 24 horas, la primera autoridad en visitar al recién elegido primer ministro fue el embajador ruso, mientras que a la canciller alemana Angela Merkel le llevó dos días felicitar al nuevo gobierno mediante un telegrama más bien frío.

Al ser investido ministro de Relaciones Exteriores, Nikos Kotzias, cuestionó la racionalidad y la efectividad de las sanciones de la UE contra Rusia por el conflicto de Ucrania y desde el primer día, el ministro de Defensa abogó por unas relaciones más fuertes con Moscú.

Grecia
El país necesita un gran impulso económico para salir de la crisis.

Como muchos cargos de Syriza, Tsipras y Kotzias descienden políticamente del prorruso Partido Comunista griego.

Kammenos, al igual que otros políticos europeos de extrema derecha, también mantiene vínculos con Rusia desde hace tiempo.

«Mi sensación es que el gobierno griego está jugando la carta de Rusia para mejorar su posición negociadora en las negociaciones actuales», dice Manos Karagiannis, experto griego en política exterior de Rusia en el King’s College de Londres, Reino Unido.

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«Pero será muy difícil para Atenas distanciarse de la UE y la OTAN».

Puede que sea prematuro decir que el nuevo gobierno está rompiendo con el dictado del político conservador Constantinos Karamanlis, que declaró en 1976 que «Grecia pertenece al Oeste».

Putin
El 63% de los griegos tienen una opinión favorable sobre Rusia.

Pero este pilar de la política exterior griega ha sido agitado por la insatisfacción profunda causada por la crisis económica, que alcanza ya su sexto año y ha costado a Grecia un cuarto de su PIB, un millón de puestos de trabajo y, para muchos griegos, la dignidad de una nación orgullosa.

Algunos expertos no creen que este nuevo enfoque se deba a una convergencia de intereses coyuntural.

Sobre todo porque una política exterior prorrusa es bien aceptada por la opinión pública griega.

Recurrir a Moscú

La controvertida tesis del politólogo Samuel Huntington sobre el «choque de civilizaciones» que sitúa a Grecia en el eje ortodoxo liderado por Rusia es rechazada por muchos académicos, pero ampliamente aceptada por los propios griegos.

Varoufakis
El ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, es uno de los negociadores con Bruselas.

Una encuesta global dirigida por el instituto de investigaciones Pew (EE.UU.) de septiembre de 2013 concluyó que el 63% de los griegos tienen una opinión favorable sobre Rusia.

Solo un 23% de los griegos tenían una opinión positiva de la UE el pasado otoño, según la última encuesta del Eurobarómetro.

«Es evidente que Alemania quiere empobrecer a nuestro pueblo», dice Kostas Iliadis, un trabajador de supermercado de la localidad griega Thessaloniki.

«Nuestra respuesta debería ser mirar hacia Moscú, incluso si esto implica que nos echen de la UE».

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Más recientemente, el gobierno conservador de Costas Karamanlis (2004-2009), sobrino del anteriormente mencionado Constantinos Karamanlis, aplicó una «diplomacia de los oleoductos», interpretando que Grecia debía ser la puerta de entrada del petróleo y el gas ruso a Europa.

Esta política encolerizó a los aliados occidentales de Grecia.

Tras perder las elecciones en 2009, se supo que la agencia de seguridad de Rusia, el FSB, había alertado a su homólogo griego, el EYP, de la existencia de un plan para asesinar a Karamanlis en 2008 para detener su alianza energética con Moscú.

No es un crimen ni un pecado

Todo esto causa incomodidad en Europa, sobre todo en Alemania.

«¿Quién es más peligroso para nosotros, los griegos o los rusos?», se preguntó el tabloide alemán de gran circulación Bild.

El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores griego, Constantinos Koutras, dice que no hay razones para alarmarse.

Anastasiades
El presidente de Chipre, Nicos Anastasia, firmó un acuerdo de cooperación militar con Putin el mes pasado.

«No está prohibido llevar a cabo una política internacional multidimensional, no es un crimen ni un pecado», declaró a la BBC.

Los críticos opinan que sería poco inteligente por parte de Grecia poner demasiadas esperanzas en Rusia, dado que este país tiene una larga historia de frustrar las aspiraciones griegas.

Después de todo, Moscú no hizo nada para ayudar a Chipre, un país también ortodoxo, cuando su pequeña economía estuvo a punto de colapsar en 2013.

El presidente Putin sí ofreció a Chipre más inversiones y mejores condiciones para el pago de un préstamo de US$2,6 millones el mes pasado, pero sólo después de que el presidente Nicos Anastasiades aceptara dar acceso a los buques militares rusos en los puertos chipriotas.

Para el profesor Karagiannis, lo que importa es que Grecia está integrada totalmente en Occidente, aunque pide que no se subestimen los riesgos de una salida de Grecia del euro.

«La salida de Grecia potenciaría seguro sentimientos antieuropeos entre la población. Y una Grecia aislada y débil podría poner en peligro la estabilidad de toda la región», dice.

Un país debilitado, expulsado de la eurozona y posiblemente de la UE, estaría mucho más dispuesto a fortalecer sus vínculos con Rusia.

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