Una colaboración de Adriana Babè
En los últimos años la meditación ha vuelto a ser noticia, de la mano de diferentes estudios científicos que han demostrado sus beneficios. De hecho, hoy conocemos que la meditación puede disminuir la depresión y la ansiedad, calmar el dolor, estimular la creatividad y potenciar la sensación de bienestar.
Además, diferentes estudios han demostrado que la meditación puede provocar cambios cerebrales que conllevan a una mejoría de ciertas funciones. Las personas que practican la meditación con regularidad tienen una mayor densidad de sustancia gris y responden con mayor rapidez a los estímulos del medio, captando más detalles.
Sin embargo, a pesar de que la meditación es tan beneficiosa, lo cierto es que en la vida tan agitada que llevamos, tenemos poco tiempo para practicarla. No obstante, la buena noticia es que para practicar la meditación no siempre es necesario sentarse durante una hora en la posición de loto. De hecho, puedes practicar la meditación mindfulness en tu vida cotidiana a través de pequeños ejercicios que puedes incluir en tu rutina.
¿Qué es la meditación mindfulness?
Existen diferentes tipos de meditación, pero en todas se intenta alcanzar un estado de atención concentrada, ya sea sobre un objeto externo, nuestro pensamiento o sobre el estado de concentración en sí mismo. En la meditación zazen, por ejemplo, el pensamiento se deja libre, no se le ponen trabas.
En el mindfulness se promueve la conciencia plena, se potencia la presencia activa en el aquí y ahora. La persona se debe centrar en el momento que está viviendo de forma activa pero intentando no interferir ni valorar lo que está percibiendo y sintiendo. En el ámbito de la psicoterapia, el mindfulness se dirige a potenciar la aceptación de determinadas situaciones y emociones. No obstante, también se utiliza para fomentar la relajación, el autoconocimiento y la atención.
A medida que aprendemos a desarrollar esta capacidad de atención, comenzamos a vivir de manera más plena, nos resulta más fácil aceptar las situaciones, somos más receptivos y mucho menos críticos. De esta forma, nuestra mente deja de vagar continuamente entre el pasado y el futuro, para concentrarse cada vez más en el presente.
¿Cómo aplicar la meditación mindfulness en la vida cotidiana?
A lo largo del día, podemos tener diferentes «momentos mindfulness» que pueden darnos paz y tranquilidad, sin interferir demasiado en nuestras tareas cotidianas. De hecho, más bien se trata de hacer algunas de esas actividades de una manera diferente.
1. Caminata mindfulness. Si durante el día sueles dar un paseo, quizás para ir al trabajo o cuando regresas de este, puedes aprovechar ese momento para sumergirte en un estado mindfulness. Se trata simplemente de que te concentres en esas sensaciones que a menudo obvias, como los pies tocando el suelo y el sol o el viento contra tu piel. Céntrate en tu respiración y focalízate en lo que está sucediendo en tu cuerpo. Se trata de desarrollar una atención relajada, no sobre el entorno sino sobre nosotros mismos.
2. Cena mindfulness. Mientras comes, también puedes practicar la meditación mindfulness. De hecho, no solo te lo agradecerá tu equilibrio psicológico sino también tu salud digestiva. Lo usual es que comamos con prisas o sin prestar demasiada atención a los alimentos. Sin embargo, intenta degustar ese primer bocado de comida, presta atención a los sabores y las texturas. Mira la comida, disfruta sus colores y aroma. Nota cómo el cuerpo reacciona ante estos estímulos. Reencontrarás el placer de comer y te sentirás saciado mucho antes.
3. Escucha mindfulness. Dedica al menos cinco minutos al día a escuchar de forma activa. Tómate una pausa y escucha todos los sonidos provenientes de tu entorno. Si vives en una ciudad, es probable que escuches sirenas, coches y hasta el sonido de los picos contra el asfalto. No obstante, lo importante es que escuches sin juzgar, sin pensar que se trata de sonidos que te molestan, escucha como si se tratase de una sinfonía. Otra alternativa consiste en ponerte los audífonos y escuchar una canción, pero sin juzgar, simplemente disfrutando las notas y las letras. Descubrirás que el mundo se percibe de otra manera.
4. Respiración mindfulness. Respiramos para vivir, pero se trata de una función que realizamos de manera automática. De hecho, a menudo no respiramos bien sino de manera incompleta, por lo que no utilizamos plenamente nuestros pulmones. Por eso, puedes tomarte cinco minutos del día para respirar profundamente. Puedes elegir ese momento en el que te sientes más estresado, enfadado o irritable. Toma lentamente el aire por la nariz, siente como se mueve el tórax, reten el aire durante algunos segundos y luego expúlsalo, muy lentamente, por la boca. No pienses en nada más que en la respiración. Cuando regreses a la realidad tendrás nuevas energías y te sentirás más tranquilo.
5. Hábito mindfulness. A lo largo del día desarrollamos decenas de tareas de forma automática, las hemos aprendido a lo largo de los años y ahora simplemente las realizamos, sin pensar en cada uno de los pasos o en sus efectos. Sin embargo, puedes aprovechar ese momento para tener una pequeña pausa, un reencuentro contigo mismo. Por ejemplo, mientras te cepillas los dientes, te peinas, te vistes o te bañas, puedes hacer conscientes las sensaciones que experimentas. Se trata de desconectarte de tus pensamientos y conectarte con tus sensaciones.
6. Mindfulness con vela. Se trata de un ejercicio muy sencillo que no requiere más de 10 o 15 minutos. Solo debes encender una vela en una habitación oscura. Siéntate simplemente a observar la llama. No se trata de que comprendas la reacción química que está ocurriendo sino tan solo de que aprendas a enfocar tu atención, liberando la mente de cualquier otro pensamiento. Es una técnica muy sencilla pero al mismo tiempo, muy poderosa, ya que te ayudará a mantener bajo control las ideas indeseadas, permitiendo que aprendas a centrarte cada vez más en el aquí y ahora.
7. Experimentar la naturaleza. Quizás no lo puedas hacer todos los días pero al menos tres veces a la semana, planifica un encuentro con la naturaleza, quizás mientras haces deporte. En determinado momento, deja de centrarte en tus pensamientos y dirige toda tu atención hacia afuera, intenta descubrir los pequeños detalles y sentir cómo inciden en tu cuerpo. Te darás cuenta de que ese camino que siempre has recorrido es completamente nuevo. Y cada vez que lo recorras con esa actitud, descubrirás cosas completamente diferentes.
Finalmente, recuerda que todo lo que haces, se puede hacer mejor desde la relajación.