Estado Islámico aceptó recientemente la afiliación del grupo africano afín Boko Haram. ¿Pero fue un acto simbólico o con la alianza aumenta la amenaza del yihadismo?
«Definitivamente la amenaza ahora es mayor», dice el periodista del servicio hausa de la BBC, Aliyu Tanko, quien sigue el tema de cerca.
«Es más global», matiza.
De acuerdo al reportero, con este paso Estado Islámico ofrece ahora una puerta de entrada más al yihadismo.
Esto es, aquellos islamistas extremistas dispuestos a combatir que no lo consigan hacer en Irak o Siria, ya que en estos países hay en marcha una fuerte campaña militar en contra de EI, tendrán ahora la opción de ir al norte de Nigeria a empezar la yihad.
Ya lo dijo el portavoz de EI, Abu Mohadmed al Adnani, en una grabación difundida el jueves para informar que el grupo aceptaba el juramento de lealtad de Boko Haram: «(Se abrió) una nueva puerta para que emigres a la tierra del Islam y del combate».
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Y con eso anunciaba la «buena noticia» de que el califato, el sistema de gobierno organizado en torno a un califa y con el que EI quiere eliminar las fronteras actuales y redibujar los mapas, se extendía a África Occidental.
«Difícil intercambio»
Pero los expertos consultados por BBC Mundo coinciden en que es poco probable que la alianza se materialice con intercambios de yihadistas o la coordinación para llevar a cabo ataques.
Entre Mosul, bastión de EI en el norte de Irak, y Gwoza, el cuartel general del líder de Boko Haram, Abubaker Shekau, en Nigeria, hay miles de kilómetros y varias fronteras.
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«Y además de lejanos, son dos escenarios dispares», señala Jesús Diez Alcalde, del Instituto Español de Estudios Estratégicos, un ente dependiente del Ministerio de Defensa español.
Aunque ambos grupos compartan una visión fundamentalista y salafista del Islam, «Irak y Siria son árabes y en Nigeria predominan las étnias negras», especifica el teniente coronel.
«Así que es difícil el intercambio en términos pragmáticos».
Sin embargo, el presidente de Nigeria, Goodluck Jonathan, aseguró la semana pasada que militantes de Boko Haram están viajando a los campos de entrenamiento de EI.
En las declaraciones ofrecidas al servicio de radio del gobierno estadounidenseVoice of America, el mandatario no especificó en qué países se encuentran estos campamentos.
«Se pueden crear todos los escenarios posibles y especular», señala en esa línea a BBC Mundo el abogado y analista especialista en yihadismo con base en Washington, Aminu Gamawa, haciendo hincapié en las pocas evidencias que existen hasta ahora del impacto de la alianza.
El experto se refiere con ello a teorías como la que indica que la cercanía del Sahara al norte de Nigeria, territorio controlado por Boko Haram, favorecería un intercambio de armas y milicianos a través de Libia.
¿Red o colaboración puntual?
«Además, no está claro cómo se articulará la relación entre ambos grupos ni si se constituirán como una red», dice.
Con ello apunta que no es seguro que jurando lealtad al líder de EI, Abubaker al Bagdadi, también conocido como el califa Ibrahim, el jefe del grupo yihadista más fuerte de África se vaya a poner a sus órdenes.
Y es que Shekau lidera una insurgencia de miles de combatientes -9.000, calcula el experto en seguridad Tom Keatinge- y con un ingreso neto anual estimado de US$1 millón. Un grupo que comenzó la insurgencia en 2009 y que ganó notoriedad con el secuestro de 200 niñas en Chibok.
Fue el 14 de abril de 2014 y siguen desaparecidas.
«Además, hay que tener en cuenta que Boko Haram se escindió en facciones», añade Gamawa.
El instituto de investigación con sede en Bruselas International Crisis Group calcula que son seis los subgrupos y que operan con gran autonomía a lo largo y ancho del norte y centro de Nigeria.
En ese sentido, Alcalde tampoco cree que EI vaya a decir al grupo africano dónde y cómo atacar, más por las dificultades pragmáticas que por una improbable sumisión de Shekau a Al Bagdadi, «ya que con el juramento ya se puso a sus órdenes, para las buenas y para las malas».
Apoyo propagandístico
Ambos expertos, así como Jonathan Hill, el analista del King’s College de Londres consultado también por BBC Mundo, insisten en que el mayor impacto de la unión de los grupos se verá en el aspecto propagandístico.
Para Hill, de hecho, es ese el motivo que llevó a Boko Haram a jurar lealtad y a EI a aceptársela.
«Boko Haram busca llamar la atención en un momento en el que sufre una gran presión por parte del ejército nigeriano» y sus aliados, señala.
«Y además busca atraer la mirada hacia el África subsahariana, mucho menos mediatizada que Irak y Siria, a pesar de que los muertos también se cuenten por decenas».
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busca atraer la mirada hacia el África subsahariana, mucho menos mediatizada que Irak y Siria»
«Afiliándose a EI, Boko Haram gana publicidad, ya que puede presentarse como algo mucho mayor», añade.
«Y EI, por su parte, logra mantener el momentumcuando el combate contra el yihadismo ha adquirido fuerza en Irak», informa.
Alcalde, del Instituto Español de Estudios Estratégicos, coincide con Hill en que ambos grupos viven un momento de relativa debilidad y que eso fue una de las motivaciones para la afiliación.
Sin embargo, para empezar a colaborar en cuestión propagandística y de comunicación no esperaron a un juramento de lealtad.
Ya el 18 de enero nació en Twitter el primer perfil oficial de la organización africana y rápidamente lo siguieron y promovieron las principales cuentas de apoyo de EI.
Y pronto los videos con los que Boko Haram reivindica sus acciones empezaron a ser más sofisticados, a tener mayor calidad, gráficos diseñados de forma profesional, etcétera.
Según los expertos, en eso es obvia la ayuda de EI.
«Buscan demostrar que la expansión yihadista no tiene límites», señala Alcalde.
Y eso, aunque la unión de «los dos grupos yihadistas más sanguinarios de la actualidad» sea simbólica, «agrava la amenaza», concluye.