Al final, los sondeos de opinión de Israel se equivocaron… una vez más.
Benjamin Netanyahu obtuvo una victoria mucho más clara de lo que sugerían los sondeos a pie de urna.
Cuando los colegios electorales cerraron, su principal oponente, Isaac Herzog, de la Unión Sionista, pudo hablar de un empate, el mejor resultado para la izquierda israelí en más de 20 años.
Lea: Sorpresiva victoria de Benjamin Netanyahu en las elecciones en Israel
Pero según avanzaba la noche, conforme se conocían los resultados reales, Netanyahu y su partido, el conservador Likud, emergieron como claros vencedores.
Las encuestas apuntaban a que Herzog estaba cerca de una rotunda victoria. Logró abrirse camino sin renunciar a los asuntos sociales y económicos.
Hubiera sido un resultado sensacional: la izquierda israelí lleva estancada y desmoralizada durante toda una generación.
Netanyahu era un claro favorito cuando convocó elecciones anticipadas el pasado diciembre. Ahora, pese a la derrota, Herzog se ha establecido como líder indiscutible de su partido.
Advertencias y promesas
Pero Benjamin Netanyahu ha dominado la política israelí durante la mayor parte de los últimos 20 años.
Se ha hablado de su retirada desde que su primer mandato como primer ministro terminara con una humillante derrota electoral en 1999.
En los últimos días de campaña, Netanyahu demostró una vez más por qué es un político tan formidable.
El primer ministro estrechó el margen con la Unión Sionista de Herzog y termino por superarlo con la táctica de apelar a la derecha ultranacionalista israelí.
Emitió una serie de lúgubres advertencias sobre las consecuencias para Israel de una posible derrota de su partido; los árabes con ciudadanía israelí iban a votar, y por eso su gente necesitaba acudir a las urnas.
Además, Netanyahu hizo promesas que empeorarán las relaciones de Israel con Estados Unidos y Europa.
Prometió miles de viviendas para los colonos en los territorios ocupados. Y dijo que no les permitirá a los palestinos tener un estado propio.
La llamada solución de los dos estados es la política oficial para Estados Unidos y la Unión Europea en la cuestión palestino-israelí.
Las relaciones con la Casa Blanca durante un cuarto mandato de Netanyahu como primer ministro serán probablemente incluso más gélidas de lo que son ahora.
Al final, la experiencia de Benjamin Netanyahu en términos de persuasión política y sobrevivencia a las luchas internas, así como el apoyo recabado entre los nacionalistas, le dieron el margen que necesitaba para imponerse.
Pero Herzog demostró durante la elección talentos que sus oponentes no sabían que tenía y se ha ganado un mayor respeto.