La familia Gubashev se encuentra ahora en el centro de la mayor investigación por asesinato de Rusia.
En su hogar en lo profundo del Cáucaso Norte, los niños juegan en el pasillo, pero los rostros de los adultos lucen adustos, ansiosos.
Una semana atrás, Anzor y Shagid Gubashev fueron arrestados y acusados de participar en el asesinato del político opositor Boris Nemtsov, ocurrido el 27 de febrero, muy cerca del Kremlin.
Ahora ambos están bajo custodia en Moscú.
«Amables y respetuosos»
«Estoy segura de que no son culpables», dice Zulai, la madre de Anzor y Shagid. «¿Cómo podrían, si ellos no matarían ni a una mosca?».
«Si yo creyera que son los asesinos, diría ‘hagan lo que quieran con ellos’. Pero ellos no podrían haber hecho algo como eso», dice la madre entre sollozos.
La mujer describe a Anzor, de 33 años, y Shagid, de 32, como amables y respetuosos.
De origen checheno, los hermanos crecieron en la vecina república de Ingushetia, pero ambos se fueron a Moscú hace una década para buscar trabajo.
Tras cumplir el servicio militar, Anzor realizó distintos tipos de trabajos, el más reciente como guardia de seguridad de una tienda, dice Zulia.
Por su parte, Shagid trabajó de forma regular como conductor de un camión.
En recientes fotos familiares, no publicadas hasta ahora, aparecen los hermanos relajados en compañía de otros familiares.
En otra, se ve a Shagid posando durante un viaje de descanso invernal a Egipto.
También hay una foto de los hermanos con su primo Zaur Dadayev, antiguo subcomandante de un batallón de las tropas del ministro del Interior en Chechenia.
Tenían a uno de ellos en el piso, esposado; y se montaron encima del otro mientras lo revisaban.
Dadayev y Anzor Gubashev fueron acusados formalmente de «organizar y efectuar» el asesinato de Boris Nemtsov.
Shagid Gubashev sigue bajo custodia como sospechoso junto con otros dos hombres.
Pero todavía no se ha hecho pública ninguna evidencia.
Agudo crítico
Boris Nemtsov era uno de los críticos más agudos del presidente ruso Vladimir Putin.
Lo criticaba por todo -desde la corrupción hasta la guerra en Ucrania- y es por ello, piensan sus amigos, que se había convertido en un blanco.
Otros han especulado que el tiroteo forma parte de una lucha de poder al interior del Kremlin.
Vladimir Putin calificó el crimen -que prácticamente ocurrió en la puerta de su casa- como «vergonzoso» y ordenó que fuese resuelto.
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«No son de ese tipo»
De vuelta en Ingushetia, Zulai recuerda cuando se enteró por la televisión de la muerte de Boris Nemtsov.
Se sintió «triste, como ser humano» de que le hubiesen disparado, pero insiste en que su familia está muy lejos de la política de Moscú.
Los hermanos Gubashev se criaron en el pueblo de Vosnesenskoye -al igual que Zaur Dadayev y al menos otro de los sospechosos-, aunque la familia se estableció luego en un poblado cercano, debido a un deslizamiento de tierra.
La pequeña mezquita sigue funcionando en una colina en la entrada del pueblo. Ahí los hombres discutían, tras las oraciones del viernes, los detalles de las detenciones.
Muchos de ellos fueron compañeros de escuela de al menos uno de los sospechosos.
«Ellos no son el tipo de muchachos que se meterían en algo así», me dice un antiguo compañero de clases de Anzor Gubashev.
«Vi en los dedos de sus pies marcas propias de las quemaduras con cables (…) Se veían como marcas de descargas eléctricas.
«Tal vez fueron utilizados; les pidieron que siguieran a alguien, o que llevaran algo por dinero y no sabían en qué se estaban metiendo», especula.
Los hombres de Vosnesenskoye rechazan la primera teoría de la investigación que sostiene que los asesinos de Boris Nemtsov estaban movidos por la ira ante las caricaturas del profeta Mahoma publicadas en la revista francesa Charlie Hebdo.
De acuerdo con esta teoría, el político liberal se convirtió en un objetivo por apoyar a los caricaturistas.
Pero el imán del pueblo no conocía a los sospechosos y los residentes dicen que las caricaturas de Charlie Hebdo no eran un gran tema de conversación allí.
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Marcas en los dedos de sus pies
Los hermanos Gubashev fueron arrestados una semana antes: habían llegado a Vosnesenskoye conduciendo el BMW negro de Shagid.
«Tenían a uno de ellos en el piso, esposado, y se montaron encima del otro mientras lo revisaban», dijo un testigo a la BBC.
A ambos hermanos les pusieron bolsas en sus cabezas.
Los funcionarios se desplazaban en autos sin identificación, lo que sugirió a los pobladores que eran del servicio de seguridad (FSB). Y retiraron las matrículas del auto de Shagid antes de llevárselos.
Lo siguiente que vieron sus familiares en la televisión fue a los hermanos en una corte de Moscú, rodeado de fuerzas de seguridad fuertemente armadas y con los rostros cubiertos.
En la audiencia, el juez dijo que Zaur Dadayev había confesado su participación.
Él ha expresado que la confesión fue obtenida mediante tortura.
«Le dijeron: ‘Nadie conoce tu paradero, así que confiesa’, reporta Andrei Babushkin, una persona encargada de monitorear prisiones que visitó a los tres primos tras las rejas.
Zaur Dadayev dijo que recibió una paliza en Ingushetia, donde lo retuvieron antes de ser enviado a Moscú.
«Vi en los dedos de sus pies marcas propias de las quemaduras con cables. Tendría que ser confirmado por un especialista, pero definitivamente se veían como marcas de descargas eléctricas», dice Babushkin.
Los hermanos Gubashev fueron detenidos tras este presunto abuso y posterior confesión.
Angustia en el Cáucaso
Pero su hermana Rumisa sostiene que las acciones de éstos apuntarían hacia su inocencia: ellos llegaron a Vosnesenskoye después del arresto de su primo.
«No soy una mujer educada, e incluso yo me habría ocultado si fuera culpable», dice. «Entonces, ¿por qué no lo harían ellos?».
Los investigadores siguen sin mostrar las imágenes de circuito cerrado de la escena del crimen ni han explicado cómo están tratando a los cinco sospechosos del crimen.
La única relación que, por ahora, observa la familia Gubashev con el homicidio es que los hombres partieron de Moscú inmediatamente después de que sucediera.
Y temen que los hermanos puedan ser peones de un juego político mucho más grande.
Y mientras el padre tratar de tener acceso para verlos en Moscú, las mujeres aguardan angustiadas en el Cáucaso.
Zulai siempre soñó con ver a sus hijos casados y dándole nietos. Ahora teme que no los volverá a ver en mucho tiempo.
vaya mierda de articulo propagandistico….
Si todo esto es una ignominia, me temo por la renaciente Rusia.