Si una persona logra eliminar la mayor parte de su ego, se presenta en su personalidad la característica de la humildad, siendo ésta, una de las principales cualidades de la maestría en amor, porque le permite a la persona expresar voluntariamente, en pensamiento, palabra y obra, los principios eternos del amor universal, por esta razón podemos afirmar, que la humildad es una virtud de los maestros, porque ellos trabajaron mucho tiempo sobre sí mismos, para lograr la ausencia de ego.
La humildad es una de las principales cualidades de los maestros de amor porque ellos no tienen ego.
Nosotros somos muy importantes para los maestros, porque ellos son seres totalmente amorosos, que actúan con un propósito de enseñanza y servicio hacia todas las personas que aún se encuentra sumidas dentro de los procesos del ego, las creencias, los sentimientos, el sufrimiento y el dolor. Aunque para ellos su único interés hacia nosotros es servirnos humildemente, dándonos la información que facilita que podamos trascender nuestros egos humanos, la razón fundamental de su presencia entre nosotros, es el amor que nos tienen, porque ellos también pasaron por las mismas experiencias, sufrimientos y dolores que nosotros aún padecemos, y por eso pueden comprendernos.
La presencia de los maestros que humildemente nos sirven responde al principio de amor universal y a la necesidad que tenemos de su enseñanza.
Cuando estamos en el camino de la maestría en amor, necesitamos acabar nuestro ego y llenarnos de humildad, para poder acceder a un nuevo nivel de conciencia, desde el cual, podamos ampliar nuestra capacidad de servir a los demás y hacernos correspondientes con un nuevo mundo, donde ya no existe la pobreza, el sufrimiento, la enfermedad y el dolor, adquiriendo así, las herramientas del amor para asistir eficientemente a todas las personas que aún se encuentren bajo la tiranía de sus propios egos.
Los ejercicios o prácticas que recomiendan los maestros, para desarrollar la virtud de la humildad y acabar con la tiranía del ego, consiste fundamentalmente en renunciar a las tentaciones del ego:
1- renunciar a la tentación de sufrir
2- renunciar a la tentación de títulos
3- renunciar a la tentación de pelear
4- renunciar a la tentación de criticar
5- renunciar a la tentación de agredir
6- renunciar a la tentación de mandar
7- renunciar a la tentación de ostentar
8- renunciar a la tentación de imponer
9- renunciar a la tentación de humillar
10- renunciar a la tentación de inculpar
11- renunciar a la tentación de culparse
12- renunciar a la tentación de invalidar
13- renunciar a la tentación de quejarse
14- renunciar a la tentación de protestar
15- renunciar a la tentación de vengarse
16- renunciar a la tentación de ofenderse
17- renunciar a la tentación de defenderse
18- renunciar a la tentación de menospreciar
El ego utiliza el poder los recursos y el conocimiento para imponer, mandar, humillar, menospreciar e invalidar a los demás, y además exige que se le respete anteponiéndole a su egoico nombre toda clase de títulos, como: majestad- ilustrísima- excelencia- reverendísima- eminencia- divina gracia- egregio- dr.- honorable- señor- don… de esta manera, el ego mantiene su reinado de soberbia, que origina toda clase de limitaciones, sufrimiento, dolor, guerras y conflictos humanos.
El ego utiliza el poder, los recursos y el conocimiento para mantener su reinado de soberbia, sufrimiento y dolor.
La ausencia de ego permite que el poder, lo recursos, los conocimientos y la sabiduría, esté en manos del maestro, quien las convierte en herramientas de amor, para poder servir mejor a los demás, por eso es importante aprender a ser humildemente sabios, abundantemente eficientes y poderosamente servidores, entonces podremos verificar el extraordinario efecto del principio de la humildad, no sólo como una herramienta de servicio, sino como el principio generador de una nueva y formidable experiencia de vida.
El efecto que produce el desarrollo de la humildad sobre nuestro campo mental es tan poderoso, que permite la generación de una inmensa capacidad receptora (principios femeninos) que puedan conducir a la persona a tener acceso a la más profunda información del universo, a la total abundancia de recursos y a una prosperidad ilimitada, facilitando en la persona una extraordinaria facultad para amar, crear, servir, enseñar y disfrutar intensamente de todo lo que se hace (principios masculinos).
La Humildad crea el principio femenino de la pureza mental (luz plateada) que puede recibir y expresar el principio masculino del amor universal (luz dorada).
El principio de la humildad es tan poderoso, que puede liberarnos totalmente de los procesos del sufrimiento y de las limitaciones aprendidas que conforman nuestros egos humanos, la humildad la podamos encontrar en diferentes circunstancias de la experiencia humana, pero siempre dará un excelente resultado para quien posea esta extraordinaria virtud, cuando se habla de gente humilde, de lugares humildes o de llevar una vida humilde, nuestra cultura lo asocia equivocadamente a las características de la pobreza, cuando es exactamente todo lo contrario, porque la humildad jamás será pobreza, veamos algunos ejemplos:
Gente humilde:
La que no tiene ego y por eso disfruta de lo que tiene y de lo que hace.
Lugares humildes:
Donde se vive sin lujos ni ostentaciones, disfrutando de lo que la naturaleza o la vida dispone para cubrir las necesidades, aprovechando sabiamente todo los recursos presentes.
Tener una vida humilde:
Cuando se valora y se disfruta intensamente de todo lo que se tiene y no hay ningún afán por conseguir las cosas ni se quiere cambiar a los demás o interferir con el orden del universo.
Los maestros siempre enseñaron la virtud de la humildad
la ignorancia confundió la humildad con la pobreza.