Para algunos resulta difícil creer lo que dice la Naciones Unidas sobre una caída sustancial en el precio mundial de los alimentos, cuando al mismo tiempo ven cómo el mercado les sigue saliendo igual o más caro que antes.
Puede sonar paradójico, pero ambos fenómenos pueden estar ocurriendo a la vez.
La agencia de Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) aseguró que en febrero de este año hubo una caída promedio del 1% respecto a enero en los precios globales de los alimentos, que llegaron a su punto más bajo en casi cinco años.
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Pero al mismo tiempo, esa caída en los precios pagados a los productores no se está reflejando en lo que pagan los consumidores de muchos países.
«El precio que paga el consumidor depende de muchos factores. El transporte, los márgenes de los supermercados, los distintos intermediarios en la cadena», señalaba hace poco Concepción Calpe, economista del departamento de Comercio de la FAO, en entrevista concedida a Marcelo Justo de BBC Mundo.
«El consumidor no compra trigo. Compra pan o pasta que tiene entre sus compuestos al trigo. A esto se le suman otros factores como el tipo de cambio que impactan en el precio tanto si un país es importador como si es exportador», agregaba la experta.
BBC Mundo le explica algunas de las razones que llevan a esta situación.
La devaluación
La caída en los precios pagados a los productores de muchos bienes agrícolas, está coincidiendo con una época de auge del dólar estadounidense, que sigue siendo la moneda dominante en el comercio global.
Lo que a su vez ha llevado a una fuerte movida en la tasa de cambio frente al dólar de las monedas en muchos países en desarrollo. Es un fenómeno que experimentan varias naciones latinoamericanas.
El real brasileño por ejemplo, ha rondado en las últimas semanas los 3.18 por dólar, cuando hace poco más un año estaba por los 2 reales por dólar.
En ese orden de ideas, las importaciones brasileñas de alimentos, pagadas en dólares, costarán más en reales, negando al menos parcialmente la caída en precios que ofrecían los productores.
De modo que tal vez un agricultor neozelandés esté recibiendo menos dólares por los productos lácteos que fabrica, pero el comprador en un supermercado brasileño tendrá que pagar más reales por los mismos bienes.
Los costos de transporte
Como señala Concepción Calpe de la FAO, los costos de transporte de los alimentos pueden constituir un elemento importante en el precio final al consumidor de los mismos.
Y estos precios varían mucho por país, haciendo que los alimentos que pueden estar baratos en una nación, tengan precios mucho más altos en otra por cuenta del transporte.
El caso de Colombia es uno de los más extremos en la región.
Varios estudios señalan que por motivos de las deficiencias en las carreteras colombianas, el costo de transportar mercancía entre los puertos del Caribe colombiano y Bogotá es más que lo cuesta llevar esa misma mercancía de muchos puertos extranjeros a uno colombiano.
Por lo que, independiente de lo que pase con los precios externos de los alimentos, un consumidor en Bogotá debe pagar costos de transporte que en algunos casos pueden hacer que las disminuciones en los precios del producto no se noten tanto.
Los bienes procesados
Concepción Calpe de la FAO también señalaba, a manera de ejemplo para entender por qué el precio a los consumidores puede no estar bajando, que la gente en las tiendas no compra trigo sino pan.
Muchos productos alimenticios, como el pan, son bienes procesados por mecanismos industriales.
Y si bien puede que las materias primas alimenticias, por ejemplo, el trigo, estén bajando de precio, el impacto de eso sobre el precio del pan se puede ver neutralizado si al mismo tiempo sube de precio la electricidad con la que operan los hornos, o los sueldos que hay que pagarle a los empleados de la panadería, o incluso el valor del arriendo del local o de los impuestos que tiene que pagar el dueño de la panadería.
En la actualidad varios países latinoamericanos experimentan altas tasas de inflación.
Los precios de la mayoría de bienes y servicios en esos países están aumentando.
Y eso puede estar teniendo un impacto en el valor de los alimentos procesados que finalmente compra el consumidor en cualquier tienda, independientemente que el precio de algunos bienes agrícolas con los que se fabrican haya caído.
Las cadenas de intermediarios
La experta de la FAO Concepción Calpe indica que el papel de los intermediarios es también importante para entender el precio que pagan los consumidores finales de los alimentos.
Si, por ejemplo, la venta de productos alimenticios en un país cualquiera está controlada por un grupo pequeño de supermercados que pueden ejercer un poder similar al de los monopolios, estas empresas pueden obligar al consumidor a pagar altos precios por los alimentos, sin importar que el costo de adquirir esos mismos precios al productor agrícola esté cayendo.
En esa circunstancia, un supermercado u otro intermediario con posición dominante en el mercado puede estarse quedando con la diferencia entre precios.
Mal de muchos
Todo lo anterior puede ayudar a explicar por qué esa reducción en los precios que se pagan a los productores de alimentos no está ayudando a muchos a pagar menos en el supermercado.
En la economía compleja y globalizada de hoy, son muchos los factores que determinan el precio final de los productos alimenticios.
Y sin duda alguna, la carestía sigue siendo parte de las preocupaciones de millones de consumidores en América Latina y en el resto del mundo, independiente de las fluctuaciones que tengan los precios de algunos productos agrícolas.
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2015/03/150326_economia_precios_alimentos_mercado_caro_lf