Si te paseas por un centro comercial o un barrio elegante en cualquier gran ciudad de Estados Unidos verás muchas tiendas de artículos de lujo. Pero con algunas excepciones notables, la mayoría no serán de fabricación estadounidense.
¿Por qué?
Una de las razones, según los observadores, es que el país ya no produce esos bienes en la escala en la que solía hacerlo.
Eso se debe en parte a que la oferta de talento calificado necesaria para hacer este tipo de productos se ha reducido enormemente: «Todo se vació cuando empezó la tercerización en la década de los 80 y 90», explica Peter York, consultor de varias grandes firmas de lujo.
Es un fenómeno común en el mundo occidental.
En Francia, por ejemplo, la preocupación por la desaparición de habilidades artesanales obligó a las industrias a crear programas de entrenamiento, en un intento por revivir el interés por los oficios.
Con ese telón de fondo, lo que el empresario de Chicago Steven Fischer está tratando de hacer parece algo insensato.
Está ofreciendo un bolso de cuero de lujo hecho a mano y enteramente en EE.UU. ¿El costo? Casi US$10.000.
Lo que lo sedujo
Todo empezó cuando encontró un viejo bolso de cuero en una subasta, y lo compró sin pensarlo un instante.
«Me atrajo emocionalmente», recuerda.
Poco después, lo usó en un viaje de avión.
Al desembarcar notó que la tripulación lo esperaba para hablarle. «Pensé que estaba en problemas pero lo que me dijeron fue: ‘Señor, no sabemos dónde compró ese bolso pero es el maletín más bello que hemos visto en mucho tiempo'».
Fischer dice haber recibido halagos similares de otras personas. Eventualmente empezó a preguntarse: «¿Qué se necesitará para hacer un maletín como éste… no sólo hacerlo, sino que sea 100% estadounidense?»
En esa época, Fischer estaba dando un curso sobre moda en la Universidad Northwestern de Illinois. Además servía de asesor para varias organizaciones de la industria de bienes suntuarios.
Lanzar un artículo de lujo, no obstante, era una nueva aventura.
Recuerda que casi todos los proveedores con los que habló le dijeron que estaba loco.
«Steven, si realmente quieres ganar dinero, no produzcas en EE.UU.», le aconsejaban.
Pero Fischer no siguió sus recomendaciones y empezó a buscar materiales y artesanos de cuero, para lo que dedicó meses en los estados del centro de su país.
Choque de lo tradicional con lo moderno
Empezó hablando con dueños de caballos, para preguntarles quién hacía sus monturas y arneses.
Con el paso del tiempo, Fischer logró conformar una red de artesanos calificados en trabajo de cuero y metal, que pudieran hacer los componentes con los estándares de calidad que él deseaba.
Algunos de los artesanos forman parte de las comunidades Amish y la calidad de su trabajo, según Fischer, es excepcional.
No obstante, trabajar con ellos presenta algunos retos: algunos son renuentes a usar tecnología moderna, como internet, de manera que la comunicación puede ser difícil.
¿Se venderá?
Para Fischer, el precio del maletín estándar -US$9.995- es justificado y está convencido de que, si él puede producir un artículo de la mejor calidad, habrá clientes que quieran comprarlo.
A pesar de que el negocio aún es pequeño, espera que crezca: ya está ampliando su oferta, produciendo correas o cinturones.
Pero, ¿cuán grande puede ser el mercado para artículos de esta clase?
Hay expertos que afirman que cada vez hay más interés por la procedencia de los bienes, incluidos los de lujo.
«En todos los mercados de lujo en los que ya hay muchos clientes siempre hay una oportunidad para artículos ‘made in‘ (hechos en)», asegura Milton Pedraza, del Instituto del Lujo, una firma neoyorquina que asesora a grandes compañías.
Sin embargo, añade que la escasez de mano de obra calificada puede hacer que la producción a escala de bienes de lujo hechos a mano sea muy difícil.
Otro reto es la intensa competencia: se trata de un campo en el que las grandes empresas tienen la ventaja pues se benefician de las economías a escala.