En la actualidad América Latina se percibe no solo como una fuente de recursos minerales para EE.UU. y China, sino también como un continente de confrontación geopolítica donde el gigante asiático prospera más que su rival.
De 2005 a 2011 China ha concedido préstamos a los Estados de Sudamérica por más de 75.000 millones de dólares. América Latina cuenta con muchos de los recursos que necesita el país más populoso del mundo, como el petróleo venezolano, el cobre chileno, el zinc peruano o el hierro de Brasil, que están siendo exportados en grandes cantidades, además de numerosos productos agrícolas, como carne, pollo, soja, maíz, café y alimentos para animales.
El comercio y la inversión china se consideran positivos para América Latina ya que diversifica las fuentes de financiación. Las economías de Estados Unidos y Europa están de capa caída desde 2008 y el comercio con China favorece al crecimiento de América Latina a niveles impresionantes. Cada aumento del 1% en el crecimiento de China se refleja en un aumento del 1,2% en el crecimiento de América Latina, calculó el profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Boston Kevin Gallagher en su blog en ‘The Guardian‘.
China omnipresente
«En general, la cooperación económica con los países latinoamericanos fortalece la seguridad alimentaria y energética de China, ofrece grandes mercados para los productos chinos, y en el futuro puede reconfigurar el espacio geopolítico en el ‘patio trasero’ de EE.UU. a su favor», opina el comentarista político Vladislav Gulévich en un artículo en el sitio fondsk.ru.
«En Washington, al parecer, en estas condiciones, sin correr el riesgo de contrarrestar duramente la penetración de China en América Latina, están tratando de hacer todo lo posible para limitar el impacto de China y restringirlo solo a la esfera de la economía, sin permitir que se extienda a la esfera política. Sin embargo, es poco probable que en el largo plazo China se limite estrictamente a las relaciones comerciales con América Latina», explica el experto citando como ejemplo un acuerdo de concesión de préstamos entre Bolivia y China de 2011 en virtud del cual además de 300 millones de dólares el gigante asiático suministra varios vehículos para el Ejército de boliviano y cooperación técnico-militar. Y Pekín va a continuar con esta política, opina el experto.
Además, los proyectos de infraestructura de China promoverán no solo la transformación económica, sino también la política del continente. A principios de agosto el multimillonario chino Wang Jing reveló detalles del «proyecto del siglo»: la construcción de un nuevo canal de navegación entre los océanos Pacífico y Atlántico. El canal, que pasará por el territorio de Nicaragua, requerirá 40.000 millones de dólares y cinco años de trabajo. El colosal proyecto también podría ser un impulso para fortalecer la expansión de China en América Latina.
El Gobierno de EE.UU. así lo entiende y ya anunció que los inversores estadounidenses podrían destinar recursos a la construcción del canal. «Sin embargo, para Estados Unidos será difícil resistirse a China, que va a América Latina para quedarse. A principios del nuevo año académico en las universidades de Nicaragua se introducen cursos de idioma chino, y se abren departamentos de estudios chinos», destaca el periodista Pável Tarasenko, del diario ruso ‘Kommersant‘.
Además, no cesan los rumores acerca de la intención de Pekín de construir una línea de ferrocarril que conecte los océanos Pacífico y Atlántico.
El creciente poder económico de China lo condena a buscar mercados más allá de sus fronteras, lo que no puede no afectar a la primera economía mundial. Y si hasta hace poco tiempo el área de competición entre China y Estados Unidos se limitaba a la región Asia-Pacífico, en la actualidad esta rivalidad se extiende a todas partes: de Europa y Asia hasta África y América Latina.