Durante años fue considerada la vibrante capital de la diáspora palestina, pero el campo de refugiados de Yarmouk, en Siria, se ha convertido en un infierno.
No hay agua corriente, electricidad ni comida, muy pocos son los médicos y los bombardeos indiscriminados están creando una «situación desastrosa».
El autodenominado Estado Islámico tomó el lugar el pasado 1º de abril y desde entonces la situación no ha hecho más que empeorar.
Los yihadistas han hecho caso omiso a la demanda del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para que permitan la llegada de ayuda humanitaria.
Contra EI, luchan milicianos palestinos contrarios al gobierno de Bashar al Asad y algunos combatientes del Ejército de Siria Libre, que antes se enfrentaban al sitio de las tropas de Bashar al Asad.
Según le dijo a la BBC un funcionario de Naciones Unidas, la situación de los no menos de 18.000 refugiados que siguen en Yarmouk está «más allá de lo inhumano».
El campo se encuentra a unos ocho kilómetros al sur del centro de Damasco. Allí fue instalado en 1957 como un refugio extraoficial para los desplazados de la guerra árabe-israelí de 1948 y 49.
En pocos años se convirtió en uno de los mayores campos de Medio Oriente y uno de los distritos más poblados e importantes de la capital siria.
Todo comenzó a cambiar cuando en diciembre de 2011 llegaron los primeros bombardeos por parte de la aviación gubernamental.
Desde entonces, la vida allá va de mal en peor. Los rebeldes tomaron una parte y las tropas del gobierno lo mantuvieron sitiado durante meses.
Según grupos defensores de los derechos humanos, más de cien personas murieron de hambre.
«Miedo y ansiedad»
Un activista antigubernamental que prefirió no ser identificado le describió al Servicio Mundial de la BBC lo complicada de la situación humanitaria.
«No hay comida para los civiles que están atrapados en el campo y siguen sitiados», dijo.
«También la situación médica es muy mala; muchos de los doctores huyeron del campo al principio de los combates entre EI y la milicia palestina que controlaba la mayoría del campo antes, Aknaf Beit al Maqdis», agregó.
«Hay enorme sufrimiento».
La situación ya venía siendo muy complicada desde que en 2012 comenzó el sitio de parte de tropas gubernamentales.
Pero lo peor ha llegado desde que EI lanzó su asalto contra el lugar.
El activista, que ha observado el campo durante los últimos cuatro años y ahora vive allí, explicó que no hay electricidad desde 2013, cuando las tropas de Al Asad bombardearon la planta.
«La ayuda de Naciones Unidas dejó de llegar y los civiles están bajo sitio total», explicó.
«Esta desastrosa situación está creando miedo y ansiedad entre los que permanecieron».
Yarmouk tiene aspecto de ciudad fantasma, con los habitantes demasiado atemorizados como para salir a la calle.
Según el activista, no se puede decir que EI tenga al completo el campo bajo su control, pero sí han tomado gran parte de los edificios y oficinas.
Preguntado por las necesidades más urgentes de los habitantes del campo, responde: «Lo más peligroso son los barriles bomba del régimen y los proyectiles de mortero».
«Están causando más víctimas porque son aleatorios», señaló.
«Necesitamos buscar la manera de conseguir comida, insumos médicos y personal sanitario. También queremos agencias de ayuda humanitaria para ayudar a evacuar a los que están atrapados».
La presidenta del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, la embajadora jordana Dina Kawar, pidió que se proteja a la población civil y que se permita la ayuda humanitaria.
Prosperidad pasada
Antes de ser devastado por la guerra, Yarmouk disfrutaba de cierta infraestructura.
Tenía su mezquita, escuelas y edificios públicos. La alfabetización entre los palestinos que allí vivían era de las más altas no solo en Siria sino en todo el mundo árabe.
Las condiciones de vida eran mucho mejores que las de otros campos de refugiados palestinos en Siria.
El campo era gestionado por el Ministerio de Asuntos Sociales y Trabajo y las agencias de ayuda de Naciones Unidas ofrecían atención sanitaria y educación.
De hecho, llegó a convertirse en un vibrante suburbio de la capital.
Gran parte de su éxito se debió a una ley de 1956 que otorgaba a los refugiados palestinos casi los mismos derechos que a los propios sirios, en especial en cuanto a empleo, comercio y servicio militar.
También aumentó sensiblemente la libertad de movimiento de los refugiados que residentes de países vecinos no disfrutaban.
El lugar llegó a tener registrados hasta 150.000 refugiados. Pero cinco años de guerra civil lo han dejado devastado.
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2015/04/150409_palestinos_yarmouk_siria_crisis_az
gracias domi por compartir, que pena, el infierno existe, pero está aqui en la densidad de la tierra.
Qué tristeza y qué rabia……sobre todo porque estamos permitiendolo.