En la primera consulta prenatal, a las mujeres embarazadas se les recomienda no consumir una serie de alimentos, entre ellos los embutidos, pescado y queso sin pasteurizar. Aunque, a día de hoy existe la sospecha de que esta lista podría estar incompleta, y en gran medida equivocada, especialmente en lo que se refiere a los productos lácteos no pasteurizados y los huevos.
Incluso una reciente declaración del Colegio Real de Obstetricia y Ginecología, dio la voz de alarma respecto a la exposición a las sustancias químicas etiquetadas como “no probadas”, pero sin embargo, potencialmente dañinas. En esta declaración se apuntaba la importancia de considerar las sustancias químicas presentes en los productos de cuidado personal, medicamentos de venta libre y suplementos, así como los metales y contaminantes industriales acumulados en el pescado, y los pesticidas.
Por desgracia, el concepto de la “dosis hace el veneno” ya no es operativo en un mundo de múltiples exposiciones químicas, la toxicidad de estas sustancias puede afectar directamente al sistema endocrino e inmunológico de cada individuo. Las limitaciones de la resistencia humana se revelan en la vulnerabilidad de un feto en desarrollo.
El estudio de la epigenética, o la influencia del medio ambiente sobre la expresión genética, nos ha dado una mirada amplia sobre el desarrollo fetal. Hemos aprendido sobre la disponibilidad de nutrientes, la presencia de las hormonas del estrés e incluso las bacterias beneficiosas para contribuir a una óptima expresión de los genes fetales.
Este concepto se conoce como el origen fetal de las enfermedades del adulto, y ha ayudado a dilucidar los primeros cimientos de las enfermedades crónicas como el cáncer y la obesidad. Hasta la fecha, los toxicólogos están mal equipados para evaluar estos efectos epigenéticos a largo plazo, pero los estudios en animales revelan la herencia transgeneracional de defectos inducidos por los pesticidas.
Los defectos congénitos que causan las propiedades de Roundup (glifosato) han estado ocultos por décadas
En 2010, después de un aumento dramático desde 2002 en los informes de defectos de nacimiento aparecidos en Argentina, concretamente cuatro veces más, se realizó un estudio con una baja dosis del ingrediente activo de Roundup conocido como el glifosato, el herbicida más común en todo el mundo, y que evidenció defectos de nacimiento en animales.
Este estudio fue seguido por otros que demuestran anomalías cardiacas, la muerte embrionaria y malformaciones multifocales, que podrían estar relacionadas con la oxidación de la vitamina A, una toxicidad causada por el glifosato. Un estudio más reciente en peces tropicales se ha hecho eco de esta preocupación relacionada con la dosis, con resultados terribles:
La supervivencia y el porcentaje de reproducción disminuyó a medida que aumentó la concentración de glifosato. Aparecieron además malformaciones evidentes, como la ausencia de la aleta pectoral y la córnea, abdomen de forma irregular, la alteración celular en la aleta, la cabeza y el abdomen fueron algunos de los efectos teratogénicos más comunes que se hallaron tras el estudio.
Estos estudios muestran claramente que el glifosato causa defectos de nacimiento, y que la industria de los plaguicidas conoce esto desde hace tiempo.
Earth Open Source, un grupo de científicos independientes publicó un compendio de artículos en los que afirmaban que la industria de los plaguicidas y reguladores de la UE sabían ya en las décadas de 1980 y 1990 que el Roundup, el herbicida más vendido del mundo, causaba defectos de nacimiento, pero que, sin embargo, no informó a la opinión pública.
El informe fue el subproducto de una colaboración internacional de científicos e investigadores interesados, y revela una claridad sorprendente de cómo los propios estudios realizados por la industria de plaguicidas muestran que el Roundup causa defectos de nacimiento en animales de laboratorio. Uno de los estudios condenatorios fue incluso encargado por Monsanto, el fabricante del herbicida.
Las conclusiones del informe se resumen a continuación:
La industria ha conocido a partir de sus propios estudios desde la década de 1980 que el glifosato causa malformaciones en animales en dosis elevadas.
La industria ha sabido desde 1993 que estos efectos también ocurren en dosis más bajas y medias.
El gobierno alemán ha conocido por lo menos desde 1998 que el glifosato causa malformaciones.
Un examen científico de expertos de la Comisión de la UE supo en 1999 que el glifosato causa malformaciones.
La Comisión de la UE ha sabido desde 2002 que el glifosato causa malformaciones. La Comisión de la UE ha ignorado o descartado muchos otros hallazgos de la investigación científica independiente que muestran que el Roundup y el glifosato causa alteraciones endocrinas, daño al ADN, toxicidad reproductiva y de desarrollo, neurotoxicidad y cancer, así como defectos de nacimiento. Muchos de estos efectos se encuentran en dosis muy bajas, comparables a los niveles de residuos de plaguicidas en los alimentos y el medio ambiente, desafiando incluso a la concepción de que en realidad no existe un “umbral de seguridad” de exposición, ya que con pequeñas dosis también se han hallado efectos nocivos para la salud.
En el ámbito de los plaguicidas y herbicidas persistentes y bioacumulativos, se ha venido a derrumbar la noción simplista de que “la dosis hace el veneno”, ya que se ha demostrado que los plaguicidas son más tóxicos para las células humanas que sus principios activos, de hecho el Roundup de Monsanto puede ser hasta 10.000 veces más tóxico que su princiopio activo, el glifosato.
En 2005 se descubrió que algunas células de la placenta humana son muy sensibles al herbicida Roundup (de la compañía Monsanto), incluso en dosis muy inferiores a las utilizadas en agricultura.
En diciembre de 2008, la revista científica Chemical Research in Toxicology publicó un nuevo estudio, en el que constataba que el Roundup es letal para las células humanas. Según el trabajo, dosis muy inferiores a las recomendadas p provocan la muerte celular en pocas horas.
“Aún en dosis diluidas mil veces, los herbicidas Roundup (cuyo principio activo es el glifosato) estimulan la muerte de las células de embriones humanos, lo que podría provocar malformaciones, abortos, problemas hormonales, genitales o de reproducción, además de distintos tipos de cánceres”.
Monsanto restó importancia a estos riesgos, y los efectos nocivos del DDT, el agente naranja, y los PCB´s solo fueron reconocidos después de décadas de evidencia acumulada del peligro irreversible para la vida humana.
Estas investigaciones preliminares reclaman un cese de toda la fumigación de glifosato hasta que haya pruebas evidentes de que existe seguridad en cuanto a la presencia y persistencia des estas sustancias en el feto, la leche materna, y el medio ambiente en general.
En algunos lugares, como es el caso de las Islas Canarias, en España, Rotterdam o El Salvador se ha prohibido determinantemente su uso.