Cada vez que una investigación de gran envergadura llega a los titulares de los medios, hay alguien –si no muchos– que se pregunta si vale la pena.
Y la pregunta, en esta ocasión, remite a uno de los mayores experimentos de física de todos los tiempos en el Gran Colisionador de Hadrones, que este domingo volvió a funcionar con el objetivo de explorar el mundo de las partículas subatómicas.
El gigantesco aparato, con una maquinaria increíblemente sofisticada emplazada a lo largo de un túnel circular de 27 kilómetros, ha generado hasta el momento un gasto de US$6.000 millones.
En 2008, cuando la máquina entró en funcionamiento, un importante científico británico se quejó y me dijo: «Los físicos de partículas parecen recibir todo el dinero que quieren».
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¿Inversión equivocada?
En su opinión, la humanidad se enfrenta con una larga lista de amenazas inmediatas y severas que merecen el mismo tipo de inversión que las investigaciones del CERN.
Escuché comentarios similares el día en que la nave Rosetta logró su histórico encuentro un cometa que estaba más allá de Marte.
Alguien me preguntó qué beneficios para la humanidad traería el conocimiento que la sonda pudiese obtener.
Y una respuesta es por razones prácticas: si un cometa se acerca hacia nosotros, sería bueno saber de qué está hecho y cómo podemos desviarlo.
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Otra es que seguramente permitiría satisfacer nuestra curiosidad sobre si los cometas fueron los que trajeron agua a la tierra o incluso la vida.
Pero la respuesta más contundente es que generaciones previas sólo pudieron observar a los cometas con asombro y miedo, mientras que puede que nosotros seamos los primeros en entenderlos.
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Experimento asombroso
La misma clase de argumento puede usarse con el Gran Colisionador de Hadrones.
Cuando descubrió el famoso bosón de Higgs y confirmó su posición en el Modelo Estándar de física, eso fue en sí mismo un logro extraordinario.
Demostró la existencia de un proceso invisible que cumple el rol fundamental de darle a las otras partículas su masa o sustancia.
Algo impresionante, ¿pero cambió en algo en nuestra existencia cotidiana?
La respuesta es no. Pero es un gran paso en el camino hacia el entendimiento de cómo funciona el universo. Y todavía hay mucha más información por venir.
La próxima colisión de protones puede revelar algo sobre la mayoría de la materia que existe pero que no hemos podido ver: eso que conocemos como la materia oscura.
Puede que encuentren evidencia para la extraña noción de que hay otras dimensiones, u hordas de partículas que no habíamos visto y que forman pares con las que conocemos.
Todo esto nos abrirá los ojos a una nueva forma de percibir lo que vemos y tocamos, cómo está hecho y cómo se mantiene cohesionado.
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Una puerta abierta
Aunque puedan ser asombrosos, estos descubrimientos no serán en sí algo tangible que cambie nuestra forma de vida.
Pero así es como funciona la ciencia: un nuevo hallazgo puede abrir una puerta y luego es el turno de otros investigadores decidir si quieren atravesar el umbral, a veces décadas más tarde, para desarrollar aplicaciones prácticas.
Por ejemplo, el hecho de que vivamos en la era de la electrónica no ocurrió gracias a un único descubrimiento.
Sus raíces pueden trazarse hasta los teóricos y experimentadores brillantes que hicieron un trabajo pionero en el siglo XIX: Michael Faraday, James Clerk Maxwell y J.J. Thomson, por nombrar unos pocos.
Consecuencias imprevistas
Quién sabe si el bosón de Higgs o las partículas de materia oscura pueden dar lugar a saltos científicos similares en los próximos 50 o 100 años.
En el caso del CERN nunca lo sabremos a menos que se lleve a cabo el trabajo básico de exploración.
En los años 60, cuando la NASA estaba bajo presión para justificar el costo de las misiones Apolo, recurrió a las aplicaciones que podían derivarse del proyecto.
Los viajes a la Luna, decían, les dieron un impulso único a la tecnología y produjeron maravillas como los aparatos electrónicos en miniatura y las sartenes en las que la comida no pega.
Y esto es otro componente clave del caso del CERN.
Puede llevarse el crédito por inventar un sistema para compartir información a nivel global: la World Wide Web o la Red Informática Mundial, surgida a raíz de investigaciones que en dicho momento podrían haber parecido irrelevantes.
Hoy, son las que te permiten leer este artículo.
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2015/04/150330_ciencia_experimentos_practica_colisionador_lp
Toda inversión que se haga en ciencia, es bueno en teoría para la humanidad, pero lo malo es que esta tecnologia a pesar de que muchas veces está financiada con dinero público, solo beneficia a unos pocos y la usan contra la humanidad por PODER, que el dinero es las cadenas con que nos mantienen esclavos.
La practicidad de cualquier descubrimiento siempre acontece a posteriori.
Investigar es abrir caminos, ampliar horizontes de conocimiento. Si la investigación, cualquiera que sea, ha merecido el costo, el tiempo y el esfuerzo, dependerá de lo que se halle tras ella.
La historia está llena de miles de investigaciones que no tuvieron utilidad alguna. Pero ese es el riesgo. Todos los avances prácticos han sido precedidos de procesos de investigación.
Se busca ampliar los límites del conocimiento, y luego, con lo que vayamos descubriendo, ya veremos si podemos hacer algo útil.
Sin investigar qué hay fuera de casa, nunca saldríamos de ella.
Lo que no justifica el gasto de los recursos públicos es el de las armas, gigantescos gastos anuales y para lesionar gravemente la salud física y mental de los pueblos, al extremo de poner en riesgo el total de la vida en el planeta, recursos que deberían estar destinados a solventar las muchas necesidades de las sociedades, para así acoger el verdadero potencial individual y social, por ende evolucionar como una civilización inteligente de la Vía Láctea.
Con pretextos como el del patriotismo, los fabricantes de armas manipulan gobernantes, crean enemistad y ya, se hacen de grandes cantidades de los recursos públicos a costa de incontables vidas, amputados y huérfanos, más un legado de odio, miseria, enfermedad, ignorancia, sufrimiento extremo, destrucción de la escasa infraestructura, etc., lo que entra en un ciclo vicioso de violencia que va a perdurar por bastante tiempo. Una triste realidad que debe terminar, tenemos que superarla.
Si tanto quieren enfrentarse los militares, probar lo que consideran es de honor y valor, entonces que lo hagan entre ellos, sin armas, en similares condiciones, los pueblos les podríamos aprovisionar de enormes cuadriláteros y hasta hacerles la respectiva barra y allá ellos, es su voluntad, su decisión. Ahí les quisiera ver a esos que se pronuncian por las guerras, invasiones, etc.: a las elites en la sombra, gobernantes, congresos, generales, almirantes, coroneles, capitanes, etc., pero que no jodan a la población civil y su infraestructura pública.
A los pueblos nos conviene la implementación de algo así, sería lo justo, decente, digno, valeroso, honorífico e inclusive civilizado. Cordiales saludos,