El espectro de la conciencia: Un modelo que incluye la espiritualidad
Hasta la aparición de su primera obra (El Espectro de la Conciencia) no existía un modelo psicológico que, no solo se apoyara en los conocimientos aportados por la comunidad científica occidental, así como, en los obtenidos a partir de las grandes tradiciones espirituales, sino que, además, encarara de una forma convincente y prometedora las difíciles contradicciones que parecían surgir en el intento.
La espiritualidad, aunque no es una disciplina exclusivamente oriental, ha sido siempre el motivo central de los estudios orientales acerca de la conciencia, constituyendo también su propia fuente inspiradora. De hecho, Ken Wilber, en este libro, usa como referente básico de la espiritualidad los enfoques orientales del estudio de la conciencia, pero sin limitarse, por ello, únicamente a los mismos. Sin embargo, salvo muchas e importantes excepciones, el consenso general de la comunidad científica occidental ha calificado a la mente oriental, y al misticismo en general y sus manifestaciones – de regresiva, primitiva, o en el mejor de los casos, débil. Según psicoanalistas como Franz Alexander:
Similitudes entre las regresiones esquizofrénicas y la práctica del Yoga y el Zen, indican la tendencia general de las culturas orientales a retraerse hacia el interior de uno mismo, ante una realidad social y física abrumadoramente difícil.
La dificultad se agrava todavía más cuando, a su vez, el filósofo oriental acusa al materialismo científico occidental de ser la forma más basta de ilusión, ignorancia y carencia espiritual, llegando incluso a ridiculizar el intento de establecer un ego sano por parte de la psicología occidental, teniendo en cuenta que cualquier forma de ego es causa de sufrimiento desde el punto de vista oriental. Pero como señala Wilber:
Aunque desde su nivel de conciencia tengan razón, incluso desde el punto de vista hindú, la vida es un ciclo de involución y evolución del yo absoluto, y se reconoce que, la mayoría de nosotros viviremos como un jivatman, o ego aislado (aunque ilusorio), enfrentado a un universo desconocido. Es precisamente en dichos casos en los que las psicoterapias occidentales pueden ofrecer una liberación por lo menos parcial del sufrimiento que supone el hecho de vivir como jivatman y no hay razón para no utilizarlas en dichos casos.
Posteriormente, agrega que:
La inmensa mayoría de la gente, especialmente en la sociedad occidental, no está preparada, dispuesta o capacitada para seguir una experiencia mística, ni es conveniente empujarla a dicha aventura.
La Tesis que Wilber expone en su primer trabajo consiste en considerar a la conciencia, en un sentido estrictamente metafórico, como un espectro formado por distintos niveles, al igual que la radiación electromagnética constituye una gama de ondas de distinta longitud, frecuencia y energía, tal como puede comprobarse, por ejemplo, al observar el arco iris. Así, en el caso de que distintos abordajes de la conciencia utilicen diferentes hipótesis de trabajo, instrumentos, y medios, es muy probable que acaben conectando con distintos niveles del espectro, como ocurriría, sí diversos investigadores de la radiación usaran distintos técnicas experimentales en sus estudios respectivos, llegando a resultados diferentes. Actualmente, esto último no representaría ningún problema para los científicos, ya que serían conscientes de estar tratando con el mismo fenómeno físico, pero desde ángulos diferentes.
Concretamente, en lo que concierne a la espiritualidad, este modelo permite aprovechar su profundo valor psicológico en armonía con los conocimientos aportados por los enfoques considerados como ortodoxos.
De forma genérica, Ken Wilber concluye que, si bien los enfoques orientales intentan trascender el sueño del yo, los occidentales tratan de repararlo para evitar que el sueño se convierta en una pesadilla. Añade que, éstos últimos pueden ser utilizados como preparación preliminar y ayuda complementaria, ya que todo método encaminado a producir relajación y reducción de tensión favorece la experiencia mística, citando ejemplos como el de Suzuki en el San Francisco Zen Center, donde se patrocinaban seminarios de conciencia sensorial.
El conocimiento espiritual
En principio, parece natural advertir que en todo proceso de conocimiento es imprescindible la presencia de un sujeto conocedor frente a un objeto que represente lo conocido. Esto, a su vez, implica que el sujeto permanece ajeno a lo conocido, ya que, en tanto que observador, no puede formar parte de lo que va a ser observado. Además, en el caso de que quisiéramos conocer al observador, no habría más remedio que convertirlo, dentro de lo posible, en un objeto de conocimiento, para lo cual, se requiere, entre otras cosas, un segundo sujeto capaz de poder observarlo. (Para ver como sucede esto último, ir a la parte dedicada a la forma del desarrollo de la sección de psicología).
Por lo que se ve, estamos atrapados en un círculo vicioso sin solución, ya que, esencialmente, nos encontramos otra vez en la misma situación y ante el mismo problema; a saber, un nuevo observador separado de aquello que observa. Esto, es lo que se conoce como el dualismo sujeto-objeto, o en términos más técnicos, el dualismo epistemológico, del que básicamente se desprenden el resto de dualismos, algunos de los cuales, son analizados por Wilber en el capítulo titulado Dos modos de saber, en donde dice:
No obstante, es curioso que este tipo de conocimiento dualista según el cual el universo se divide en sujeto y objeto (así como verdad y mentira, bueno y malo, etcétera) constituya la base fundamental de la filosofía, la teología y la ciencia en occidente.
Sin embargo, Ken Wilber, también nos recuerda que ha existido un consenso filosófico de alcance universal denominado Filosofía Perenne afirmando que es posible experimentar una forma de conocimiento que está libre de dualismos, un modo de saber no dual, el cual constituye el auténtico conocimiento espiritual.
El ejercicio capital del Testigo
He hablado de la conciencia testigo que persiste a través de la vigilia, el sueño y el sueño profundo. Pero el Testigo está completamente presente en cualquier estado de conciencia, incluyendo el estado de conciencia en el que ustedes se hallan en este mismo instante. De modo que trataré -eso es, al menos, lo que pretendo- de inducirles ese estado recurriendo a lo que se conoce con el nombre de instrucciones para señalar. Pero no aspiro a que entren en un estado diferente de conciencia, en un estado alterado de conciencia, en un estado no ordinario, sino que, por el contrario, voy a señalar algo que ya está sucediendo, de manera ordinaria y natural, en el estado en el que se encuentran ahora mismo.
Comenzaremos cobrando simplemente conciencia del mundo que nos rodea. Contemplen el cielo, relajen su mente y permitan que se funda con el cielo. Observen las nubes que flotan el cielo y dense cuenta que eso no les exige el menor esfuerzo. Su conciencia presente, la conciencia en que esas nubes están flotando, es muy simple, muy sencilla, muy fácil y muy espontánea. Adviertan simplemente que existe una conciencia sin esfuerzo de las nubes. Y lo mismo podríamos decir con respecto a esos árboles, esos pájaros y aquellas piedras. Ustedes pueden observarlo sencillamente sin realizar esfuerzo alguno.
Contemplen ahora las sensaciones que aparecen en su propio cuerpo. Ustedes pueden ser conscientes de cualquier sensación corporal que se presente, tal vez la sensación de presión en la zona en que están sentados, quizás un leve calor en la zona del estómago o una tensión en la nuca. Pero aún cuando la sensación sea de tensión, ustedes pueden ser fácilmente conscientes de ella. Estas sensaciones aparecen en su conciencia presente y esa conciencia es muy sencilla, muy fácil, muy espontánea, y no requiere esfuerzo alguno. Ustedes simplemente observan sin realizar esfuerzo.
Observen ahora los pensamientos que aparecen en su mente. Tal vez puedan darse cuenta de la aparición espontánea en su conciencia de imágenes, símbolos, conceptos, deseos, esperanzas, y miedos. Son pensamientos que emergen, permanecen durante un rato y terminan desapareciendo. Los pensamientos y sentimientos aparecen en su conciencia presente de un modo muy simple, muy fácil y muy espontáneo. Y ustedes se dedican simplemente a observarlos sin realizar esfuerzo alguno.
Dense ahora cuenta de que, si pueden ver el discurrir de las nubes, es porque ustedes no son esas nubes sino el testigo que las contempla. Dense cuenta de que, si pueden experimentar las sensaciones corporales, es porque ustedes no son esas sensaciones sino el testigo que las contempla. Dense también cuenta de que si pueden ver el discurrir de los pensamientos, es porque ustedes no son esos pensamientos sino el testigo que los contempla. De manera espontánea y natural, todas esas cosas emergen en su conciencia presente sin que tengan que hacer el menor esfuerzo.
¿Quiénes son, pues, ustedes? Ustedes no son ninguno de los objetos que se hallan fuera, ninguna de las sensaciones, ninguno de los pensamientos; ustedes no son ninguna de esas cosas, sino la consciencia sin esfuerzo que las contempla. ¿Quiénes o qué son ustedes?
Ahora pregúntense a sí mismos: Yo tengo sentimientos, pero no soy esos sentimientos. ¿Quién soy yo? Yo tengo pensamientos, pero no soy esos pensamientos. ¿Quién soy yo? Yo tengo deseos, pero no soy esos deseos. ¿Quién soy yo?
Ahora den un paso atrás hacia la fuente de su conciencia, den un paso hacia el Testigo y descansen en Él. Y repítanse: Yo no soy objetos, ni sensaciones, ni deseos, ni pensamientos.
Y aquí es donde la gente suele cometer un gran error, porque creen que, cuando descansen en el Testigo, van a ver o sentir algo muy especial. Pero el asunto es que, en tal caso, uno no ve nada raro porque, si viera algo, eso no sería más que otro objeto, otra sensación, otro sentimiento, otro pensamiento u otra imagen. Pero todos ésos son objetos, todos ellos son lo que usted no es.
No, cuando uno descansa en el Testigo y comprende que no es los objetos, los sentimientos ni los pensamientos- lo único que percibe es una sensación de Libertad, una sensación de Liberación de la identificación con los pequeños objetos finitos, con su pequeño cuerpo, con su pequeña mente y su pequeño ego, todos los cuales son objetos que pueden verse y, en consecuencia, no pueden ser el verdadero Vidente, el verdadero Yo, el verdadero Testigo, que es lo que ustedes realmente son.
De modo que, en tal caso, ustedes no verán nada en particular. Todo lo que aparezca estará bien. Las nubes flotan en el cielo, las sensaciones se mueven en el cuerpo, los pensamientos discurren por la mente y uno puede contemplar todo eso sin necesidad de hacer el menor de los esfuerzos.
Todo eso aparece espontáneamente en su consciencia presente sin realizar esfuerzo alguno. Y esa consciencia testigo no es nada concreto que pueda ver sino una inmensa sensación de Libertad la Vacuidad pura- en la que emerge el mundo manifiesto. Usted es esa Libertad, esa Apertura, esa Vacuidad y no cualquier cosa que emerja en ella.
Descansando en ese Testigo vacío y libre, adviertan ahora que las nubes están apareciendo en el inmenso espacio de su consciencia. Las nubes emergen dentro de ustedes, ustedes pueden degustar las nubes, ustedes son uno con las nubes, que se hallan tan próximas que es como si estuvieran desde este lado de su piel. El cielo y su conciencia son uno y todas las cosas que hay en el cielo están flotando en el interior de su conciencia. Y todo eso se halla tan próximo que pueden besar el sol y tragarse las montañas. Según el Zen, cuando dentro y fuera dejan de ser dos, cuando sujeto y objeto son no dos, cuando el observador y lo observado se tornan Un Solo Sabor, uno puede beberse el océano Pacífico de un solo trago; y ésa es la cosa más fácil del mundo. ¿Se dan cuenta de ello?
Recomendaciones
En el camino de conduce a Un Solo Sabor, las personas suelen incurrir en dos tipos de errores. El primero de ellos se refiere a lo que ocurre cuando uno establece contacto con el Testigo, mientras que el segundo afecta al paso que conduce desde el Testigo a Un Solo Sabor.
Veamos. Existe la creencia de que en el momento en que uno establece contacto con el Testigo (con el Yo-Yo) verá algo muy especial. Pero lo cierto es que, en ese momento, uno no ve nada sino que simplemente contempla todo lo que aparece, porque uno no es algo que pueda verse sino el Vidente puro y vacío. Las luces, la beatitud y las visiones súbitas no son más que objetos y, en consecuencia, no tienen nada que ver con el Testigo, y aunque, finalmente, en Un Solo Sabor uno se convierta en todo lo que ve, no se puede empezar tratando de hacer eso tratando de ver la Verdad- por que ese mismo intento obstaculizaría su emergencia. Es por ello que tenemos que partir de ( yo no soy esto, yo no soy eso).
De modo que el primer error impide la presencia del Testigo tratando de convertirlo en un objeto que pueda ser apresado, cuando lo cierto es que es el Vidente de todo cuanto aparece y sólo puede ser experimentado en tanto que sustrato de Libertad y Liberación de todos los objetos.
Descansando en esa Libertad y Vacuidad en la contemplación ecuánime de todo lo que emerge se dará cuenta de que el yo separado (o ego) aparece en su conciencia como cualquier otra cosa. Y eso es algo que usted puede sentir del mismo que puede sentir sus piernas, una mesa, una piedra o sus propios pies.
La contracción sobre uno mismo se experimenta como una tensión interior que, a menudo, se halla localizada detrás de los ojos y se ancla en forma de una leve tensión muscular en todo el cuerpo mente. Es una sensación de contracción frente al mundo, una ligera tensión que afecta a la totalidad del cuerpo-mente. Es una sensación de contracción frente al mundo, una ligera tensión que afecta a la totalidad del cuerpo. Advierta, simplemente, esa tensión.
Cuando uno descansa en el Testigo vació y se percata de esa contracción sobre uno mismo supone erróneamente que, para pasar finalmente desde el Testigo hasta Un Solo Sabor, tiene que desembarazarse de ella (liberarse del ego). Y ése es el segundo error, un error que no hace más que fortalecer la tensión.
Nosotros creemos que la contracción sobre uno mismo oculta o eclipsa el Espíritu cuando, de hecho como ocurre con cualquier Forma del universo- no es más que otra de sus resplandecientes manifestaciones. Todas las Formas incluida la forma del ego- no son más que Vacuidad. Es más, el único que quiere desembarazarse del ego es el propio ego. El Espíritu ama todo lo que emerge tal cual es. El testigo ama el ego, porque el Testigo es la mente espejo ecuánime que refleja y abraza con la misma aceptación todo cuanto aparece.
Pero el ego decide jugar al juego de desembarazarse de sí mismo porque, mientras tanto, seguirá existiendo (¿quién, sino, está jugando?). Como dijera Chung Tzu hace ya mucho tiempo: ¿No es acaso el deseo de librarse del ego una manifestación del ego?.
El ego no es más que una tensión sutil y usted no puede recurrir a la tensión para librarse de la tensión porque, en tal caso, terminaría con dos tensiones en lugar de una. El ego es una manifestación perfecta de lo Divino y funciona mejor descansando en Libertad que tratando de desembarazarse de él, lo cual, dicho sea de paso, no hace sino aumentar su contracción.
¿Cuál es, entonces, la práctica adecuada? Cuando usted descanse en el Testigo, cuando usted descanse en el Yo-Yo, cuando usted descanse en la Vacuidad, preste atención simplemente la contracción sobre sí mismo. Descanse en el Testigo y advierta esa contracción porque, para sentir esa contracción, para contemplarla, deberá haberse desidentificado y, en consecuencia, liberado de ella. Entonces, usted estará mirando desde la posición del Testigo que siempre se halla libre de todos los objetos.
De modo que descanse en el Testigo y percátese de la contracción sobre sí mismo, exactamente del mismo modo en que puede sentir la silla en la que se sienta, la tierra o las nubes que flotan en el cielo. Los pensamientos flotan en la mente, las sensaciones flotan en el cuerpo, la contracción sobre sí mismo sobrevuela en su consciencia y usted contempla todo eso de un modo espontáneo y ecuánime.
En ese estado simple, cómodo y sin esfuerzo, no está tratando de desembarazarse de la contracción sino sencillamente sintiéndola, y mientras esté descansando en el Testigo o Vacuidad que es, Un Solo Sabor podrá resplandecer con más facilidad. No hay nada que uno pueda hacer para provocar (o causar) Un Solo Sabor, por que, Un Solo Sabor no es el resultado de acciones temporales, siempre está completando presente y uno nunca se ha alejado de él.
Lo máximo que uno puede hacer por vía del esfuerzo temporal, es evitar estos dos grandes errores. No trate, pues, de ver al Testigo como un objeto, sino que descanse simplemente en Él en tanto que Vidente, ni trate tampoco de desembarazarse del ego sino que dedíquese, simplemente, a percibirlo. De ese modo, se colocará al borde del abismo de su Rostro Original.
Descanse en el Testigo y dése cuenta de la contracción sobre usted mismo: ése es precisamente el ámbito en que Un Solo Sabor puede resplandecer con más intensidad. Pero no lo haga para conseguir esto o aquello, sino de un modo espontáneo durante todo el día y toda la noche, permaneciendo de pie al borde de su más sorprendente reconocimiento.
Estos serían los pasos a dar:
Descanse en el Testigo y experimente la contracción en sí mismo, y cuando lo haga, dése cuenta de que el Testigo no es la contracción, sino que es consciente de ella. El Testigo está libre de la contracción… y usted es el Testigo.
En tanto que Testigo, usted se halla libre de la contracción en sí mismo. Descanse en esa Libertad, Apertura, Vacuidad y Liberación. Experimente esa contracción y déjela ser, del mismo modo que permite la existencia de cualquier otro tipo de sensación. No trate de librarse de las nubes, los árboles o el ego sino permítales ser mientras permanece relajado en el espacio abierto de Libertad que usted es.
En ese espacio de Libertad y de un modo espontáneo – uno puede advertir que la sensación de Libertad carece de interior y de exterior, de centro y periferia. Los pensamientos flotan en esta Libertad, el cielo flota en esta Libertad, el mundo emana de esta Libertad y usted es Eso. El cielo es su cabeza, el aire su respiración, la tierra su piel, y todo ello de un modo inmediato e íntimo. Cuando uno descansa en esta Libertad, que es Plenitud infinita, se convierte en la totalidad del Mundo.
Éste es el mundo de Un Solo Sabor, un mundo que no tiene ni dentro ni fuera, sujeto y objeto, aquí ni fuera de aquí; un mundo que carece de origen y de final, de objetivos y de medios, de camino y de meta. Ésta, como dijo Ramana Maharshi, es la verdad última.
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