Contemplar a tus hermanos en paz es ofrecerle a Dios el corazón. Entonces el Padre no demora en ofrecerse por entero al hijo pues, jubiloso de su cordura, celebra que al fin se le devolviera lo que siempre fue Suyo.
Esta contemplación debe ser libre de como los demás te contemplen, pues eso nunca fue asunto tuyo sino de ellos. El temor a lo que piensen o dejen de pensar de ti sigue estableciendo la desconexión pues todo temor constriñe el libre paso de energía y por lo tanto de información.
El cuerpo no te pertenece, es el vehículo que te otorgó el Padre para vivir y experimentar Su plenitud en la Tierra, plenitud que es la tuya.
La mente tampoco te pertenece, el Padre la creó. Ahora experimentas una parte de la Suya. ÉL te dejó libre para que usaras esta parte, para conocerla por entero y así conocerte por entero. Al creer que era de tu propiedad te figuraste miles de fantasías y fabricaste (y aún fabricas) al tu alrededor un mundo que, aunque lo sientas muy «real» no existe pues no tiene nada que ver con la verdad. La mente puede fabricar todo tipo de fantasías, pero sólo lo real es eterno, sólo lo que es eterno es creación pues el Creador sólo crea a imagen y semejanza suya. La enfermedad tampoco pertenece al reino del Padre, es otra fabricación de la mente en su sueño de separación. Sanas cuando empiezas a percibir las cosas tal como son, no como imaginas que son.
El corazón es una herramienta y un préstamo que te hizo para que hicieras Su voluntad en vida y fueras un creador como lo es Él, pues haciendo esto es cuando verdaderamente se alcanza la dicha que eres y siempre serás. Tu verdadera voluntad siempre será la Suya y cuando le escuches y hagas Su Voluntad, la Suya será la tuya. Hacer caso omiso de esta verdad es traicionarse a sí mismo y por lo tanto sufrir una vida sin significado, llena de pesadumbre ilusiones y sueños. Lo que NO ES entonces se experimenta en la conciencia.
Esto es estar en casa. Esto es volver triunfante de entre los “muertos” (soñadores que viven fantasías de limitación) y celebrar el amor y la vida eterna que todos somos realmente.
Recuerda, creer no será saber hasta que toda duda desaparezca de tu mente. Mientras tanto exista esa duda te irás balanceando entre el ego y el espíritu. Este balanceo también forma parte del proceso. Ánimo porque pronto el péndulo se quederá fijo en un sólo lugar: EN TI.
jym