Siempre que pasas por alguna experiencia donde la conciencia artificial queda relegada a casi nada, aniquilada temporalmente por la entrada impetuosa y fulminante de la esencia, tomando posesión total de la mente consciente, y del rol en marcha en ese momento en la personalidad que estaba haciéndose cargo del mundo, el programa ego entra en miedo y pánico visceral.
Ha llegado un tsunami de consciencia que le ha arrebatado todo papel y protagonismo, literalmente le ha hecho desaparecer a rincones de la esfera de conciencia alejados de todo poder de control de la personalidad, como el niño que es castigado de cara a la pared por el profesor, por lo que el personaje de turno se ofusca y no tiene más remedio que apechugar cara a la pared hasta que consigue recuperar el control, bien porque el profe se ha retirado o, de alguna forma, los alumnos lo han echado.
La verdad es que cuando me venía esta imagen del profe y los alumnos representando a la personalidad artificial que tenemos, me hacia tanta gracia que mi esencia nos viera así, que no caí cuanta verdad hay en ella. La esencia, mónada, siendo el profe, cuando no está en clase (la esfera de conciencia), da lugar a un escenario donde decenas de alumnos se asoman por turnos a la puerta para interactuar con otros alumnos de otras clases que están también asomados a la puerta de la suya, porque tampoco está su profesor. Cada alumno (uno de nuestros Yos), procura estar el máximo tiempo en control del acceso al mundo de ahí fuera, hasta que viene otro alumno (en toda clase hay uno más fuerte que tú) y te pilla el sitio. Sin embargo, cuando llega el profe, éste es el único que tiene poder para interactuar con el mundo de fuera si hay otros profes que también asoman la cabeza por sus respectivas puertas, mientras tanto, intenta dejar a algún alumno responsable a cargo que sepa interpretar sus ordenes y directrices para dirigir la clase, aunque ese alumno “responsable” (el “yo observador” que habíamos llamado en la conferencia sobre la psique humana), debe vérselas con el resto de alumnos (sub-personalidades) que no van a cejar hasta echarlo de la puerta y hacerle perder el control.
Y ese control, pues tarde o temprano, suele ser recuperado por alguno de los Yos creados por el programa ego. Y cuando éste recupera el control, está realmente tocado, pues ha visto que ya van varias veces que, de repente, aparece una conciencia enorme, potente, sublime y de la nada, y que no avisa. Y, como el programa ego y la conciencia artificial, que forman nuestra personalidad no pueden entender eso, se ponen nerviosos y en guardia, a ver cuándo y cómo hacer para que no les vuelva a pasar.
Activando y doblando el potencial
Así, el ego y sus sub-personalidades se activan mucho más. Si la esencia sólo te ayuda a ser, sin hacer, a estar sin más, la conciencia artificial te obliga a buscar cosas que hacer y se siente nerviosa si no consigue mantener la atención sobre ese hacer en el mundo material, no sea que te dé por “ser”, de nuevo, y vuelva a pasar lo mismo.
Ahí tiene muchos trucos, el querer ser protagonista de forma sutil (ego protagónico) es una faceta que puede salir a la luz en estas situaciones, ya que permite hacerte más visible en el mundo de egos artificiales en el que vivimos, así que, de conciencia artificial a conciencia artificial, se mantiene controlado el tema, pues si te haces notar más de lo normal y el resto te responde, refuerzas el sostén de la ilusión de estar en control, aún sabiendo y mirando por el rabillo del ojo cuando y por dónde, vendrá el profesor a mandarte de nuevo de cara a la pared.
Necesidad de reconocimiento
Evidentemente el papel o necesidad de ego protagonista viene por la necesidad de reconocimiento del propio programa ego, una función incorporada el día que nos insertaron este programa en nuestra psique, cuando fuimos creados genéticamente como raza (homo sapiens) por aquellos que lo hicieron.
El problema es que la falta o necesidad de reconocimiento viene dada a su vez por otro parámetro inconsciente más profundo, un faltante emocional que todos tenemos desde que nacemos y que, como decía Carlos Castaneda en las enseñanzas de Don Juan, es el resultado de una “cogida aburrida”.
“Somos “cogidas aburridas” -sin energía al momento de ser concebidos. Ya sea que seamos los primogénitos y los padres no sabían como hacerlo, o los últimos en nacer y ya no tenían interés alguno. Estamos jodidos de cualquier manera. Somos simplemente carne biológica con malos hábitos y sin energía. Somos criaturas aburridas, pero en vez de eso decimos, “Estoy tan aburrido.”
Por explicarlo de otra forma, somos el resultado de haber nacido sin que nuestros progenitores pusieran su conciencia real (y no el personaje de turno del ego) en el acto de crearnos, siendo la mayoría hijos de procreaciones entre máquinas autómatas. Por cruel que suene, las cogidas aburridas de Castaneda y don Juan son la norma en general, pues pocas veces la esencia está al mando del cuerpo físico y de la conciencia cuando vamos a crear vida. De forma más técnica, lo decía así Morféo recientemente:
Cuando la unidad de carbono es engendrada, en el 95% de los casos es de forma inconsciente, o sea que la consciencia no tuvo conocimiento de esa concepción. El espermatozoide llega al óvulo buscando la luz que éste proyecta en radiaciones del rango del infrarrojo como calor, y que los espermatozoides usan junto con la progesterona emitida para guiarse en su viaje hacia el óvulo, esta luz es la misma que en el parto atrae al niño por el canal uterino, y la misma que atrae a la consciencia cuando nos desconectamos, recorriendo el túnel de luz y llevándonos de regreso a nuestro sector espacial correspondiente. Desde el momento de la concepción, al no ser conscientes los padres de la misma, comienzan a grabarse las runas del cigoto con los sentimientos de abandono ocasionados por esa inconsciencia de sus progenitores, generando una sensación de “faltante emocional inconsciente” por ser engendrado sin la debida consciencia de los padres. De esta manera se graba la runa que dará paso luego, si ese faltante no es llenado en la existencia de forma correcta, a una actividad exagerada del centro emocional, buscando en cada acontecimiento una forma de cubrir ese faltante, no importando el cómo es llenado, sino el cuándo es llenado.
Así, no es de extrañar que el faltante emocional de una concepción semiautomática, grabada en la psique y patrones del nuevo cuerpo, convertida luego en una necesidad de reconocimiento por parte de los demás, para ratificar que en realidad somos alguien, lleva al mecanismo de defensa del ego protagonista a saltar con fuerza cuando la esencia hace su aparición y lo manda a la esquina de la psique castigado.
En medio, el Yo observador
Claro, cuando por algunos momentos eres sólo esencia, la cosa rompe esquemas, pues el yo observador, esa personalidad tuya que, de alguna forma, entiende su rol y sabe que debe estar al servicio de la mónada, crece en fuerza, los otros “yos” que quieren todo lo contrario, la pierden. Pero el programa ego no quiere que el yo observador haga nada para atraer a la esencia de nuevo, pues eso le hace casi desaparecer (que no dejar de existir, este programa no puede eliminarse), así que lucha creando muchos otros “yos” que intervengan contra el mismo “yo observador/consciente”. Realmente curioso ser capaz de posicionarte como este yo observador y ver los esfuerzos del resto de fachadas de ti por echarte de tu centro.
El problema sigue estando en que no conseguimos que la esencia esté presente al 100% en la psique, tampoco sé si es viable; cuando me sucede, no estoy operativo en el sentido humano, pues sólo soy y que más da lo demás. Otra cosa es si estoy posicionado como yo observador y me comunico con mi mónada o esencia, cosa diferente pero maravillosa por supuesto, que incluso hasta te pide escribir sus enseñanzas en forma de poemas porque no alcanzan las palabras técnicas para transmitir su sabiduría. Pero son dos cosas distintas hablar con tu esencia o ser tu esencia.
Potenciando el narcisismo
Así que el programa ego, activo como nunca, potencia el narcisismo, ¡yo! ¡¡Yo soy ése que todos tienen que ver!! ¡Dejadme hacerme notar! Pues sólo así el resto de compañeros egos le darán el pan de cada día para su sustento y tranquilidad. Solucionarlo no sé si es fácil, pues no basta con calmar y controlar este ego protagonista, ya que su comportamiento viene de una necesidad humana y profundamente grabada de ser reconocido, querido, tomado en cuenta, cuidado, etc., que, a su vez, viene de una falta emocional enorme grabada en los patrones rúnicos mentales al inicio de nuestra vida por nuestra concepción inconsciente.
A priori, en todo caso, todo tiene solución, pues todo se puede regrabar, cuestión de llevar la esencia al lugar y patrón correcto, y pedir la regrabación del mismo, dónde quede registrado el amor infinito de la Fuente por cada nueva vida, en vez de la falta del mismo. Si, hipotéticamente, consiguiéramos solucionar el tema de faltante emocional que todos tenemos, apoyándonos en el amor infinito de la Creación, luego podríamos meter mano y eliminar esa necesidad de reconocimiento y amor de los demás hacia nosotros, pues cuando sé, porque lo siento, que todos tenemos el amor infinito e incondicional de la Creación presente en nuestro interior, no necesito comportamientos que lo intenten obtener de los demás.
Luego, un paso más allá, si ya no tengo necesidad de hacer y comportarme para ser reconocido o amado o distinguido, querido o admirado, ya no tengo la necesidad de ser protagonista de nada y ya no tengo porqué buscar fuera lo que todos llevamos dentro.
Eso es lo que nos falta, pues eso es lo que nos ofrecen
En los protocolos de sanación akashica (la terapia que enseño), tenemos una forma de averiguar qué se nos ha ofrecido a cambio de dejar que algún tipo de ente se nos enganche al aura para nutrirse de nosotros (si es que se nos ha ofrecido algo, claro). Aunque nos parezca horrible, en muchas ocasiones, te encuentras que si que hubo algún tipo de ofrecimiento por parte del ente para poder anclarse, ya que al no violar el libre albedrío de la persona, luego es más difícil echarlos, pues se ha dado su consentimiento consciente o inconscientemente y, lo sorprendente, es que te encuentras que mucha gente no pidió fama, poder o dinero, sino amor, cariño y no sentirse solos. Imaginaros qué deseos más profundos tenemos que pueden ser detectados por otros entes y ofrecidos como recompensa a cambio de nuestra energía. Pues así estamos por diseño y sólo empezando a ser conscientes de todos esos patrones y comportamientos podremos desmontarlos.
Y ahora, me dice mi esencia, que es por eso que aún no se queda todo el tiempo en la clase controlando a los alumnos, para que éste que hace de puente, este yo observador que ahora os escribe, aún crezca y comprenda mejor todo esto, mientras el profe le guía sobre la gestión del resto de la clase y todo lo que se cuece en ella. Habrá que ser un alumno aplicado.