Aida. EXPEDICIÓN A LAS CUEVAS DE LOS TAYOS (MÓRICZ-GOYÉN 1968)

Parece que hay misterios que tal vez nunca se revelarán definitivamente, pero también parece que llegan tiempos en que algunos de ellos empiezan a mostrar señales  que nos recuerdan que las búsquedas individuales y también colectivas de ciertas verdades, no debemos detenerlas ni abandonarlas. Necesitamos conocer realmente nuestros orígenes, nuestra historia y por ende nuestro destino, para lograr una vida plena, sin miedos y sin cárceles y sobre todo sin las mentiras y manipulaciones de las que seguimos siendo víctimas. Nuestra bendita y tan vapuleada América, está intentando decirnos, por ahora en un susurro -que luego se convertirá en un grito que se dispersará por los cuatro vientos- que existe un conocimiento resguardado en las entrañas de nuestro continente, de nuestra Pachamama, que nos abrirá sus puertas, si queremos y si lo buscamos con anhelo, pasión  y perseverancia. Por suerte para nosotros, hubieron hombres como Ernesto Cabrejo, Juan Moricz, Goyén Aguado y tantos más que nos dejaron pistas como si fueran un hilo de Ariadna para incentivar nuestras búsquedas. Uno de estos buscadores es Javier Stagnaro, que incansablemente persevera en seguir tirando del hilo. Este tesón le ha llevado a localizar -trabajo que le llevó 10 años- está valiosa película (como documento y testimonio) sobre el viaje de Móricz y Goyén Aguado a las cuevas de Los Tayos, donde fueron testigos de los tesoros ocultos más reveladores que alberga nuestra humanidad. Pero dejemos a él que nos prologue este hallazgo, que se publica por primera vez en Internet, para todos los que se empeñan como nosotros, en seguir las huellas de nuestro verdadero origen.

Prólogo:

En un edificio señorial de la Av. de Mayo al 600, cuya arquitectura pertenece a un artífice de la Masonería, casi todas las unidades funcionales corresponden al estudio de abogados O`Farrell. Allí se puede ver en un escudo que ornamenta una de las entradas al mismo, una cruz que lo divide en cuatro, y en uno de sus cuarteles una daga o puñal.

Su simbolismo nos habla de Cruzados o Templarios y en el edificio siguiente funcionó en uno de los últimos pisos, La Orden de Caballeros de Malta, que fue el último refugio de los Caballeros del Temple cuando fueron expulsados por los Moros de la Isla de Rodas. Volviendo al edificio numerado 651, en el primer piso (Off.7), rompiendo con la monotonía del inmueble funcionaba el Centro Argentino de Espeleología (C. A. E.), una institución civil dedicada como su nombre lo indica, al estudio de las cavidades naturales de la Tierra (Speleo, del Griego: Caverna, Logía: Estudio), fundado por Julio Goyén Aguado junto a otras personas en 1970.

Saliendo del ascensor, a la izquierda y cruzando una puerta de dos hojas, se tenía acceso a un hall de aproximadamente 3m. x 3 m. de donde se podía ingresar a una de las oficinas del estudio O`Farrell y al C. A. E. Allí, ocasionalmente Julio montaba una pantalla, colocaba una decena de sillas y desde el fondo, junto a las puertas, un proyector de films súper 8.

La función que tenía la impronta de una escena del siglo XIX -como casi todo lo que interesaba a Julio- nos mostraba documentales de expediciones espeleológicas realizadas por el Centro, como aquella recreación de la experiencia de internación en solitario en la Cueva de las Brujas en Malargüe, Mendoza, por algunos miembros de la institución, con la producción y participación del documentalista Andy Pruna y otras de origen extranjero, principalmente de origen francés, que eventualmente Julio mandaba a buscar -como en mi caso- a la Embajada de Francia ubicada en el Palacete de la Familia Ortíz Basualdo entre la calle Cerrito, la Av. 9 de Julio y la calle Juncal.

Entre las películas proyectadas había una filmada en 8 mm., sin sonido, que correspondía a una de las primeras expediciones a la Cueva de los Tayos en Ecuador, en la región de Morona-Santiago no muy lejos de la frontera con Perú, con la participación de Julio, Juan Móricz, y miembros de la Iglesia de los Mormones entre los que se hallaba el Elder Jim Jesperson en el año de 1968. Allí lo podemos ver a Julio y a los demás expedicionarios cuando llegan a la selva en una avioneta desde puerto Limón, luego internándose en la espesura selvática seguidos de porteadores aborígenes y posteriormente desplazándose en balsas de troncos cuya madera es típica de la región. Con admirable maestría y equilibrio, miembros de las etnias shuaras y otras de la zona conducen las aparentemente frágiles embarcaciones, arremetiendo intrépidamente por los rápidos del torrentoso río Yaupi. La filmación de esta travesía, según el Arq. Carlos María Zavalla -a quien he consultado- podría corresponder a un participante de origen japonés, quien a su vez sería el que convenció a sus compatriotas para realizar una expedición a la Cueva de los Tayos en años posteriores.

Los que asistíamos a la proyección de esta película en el hall del C.A. E., permanecíamos en silencio, mudos como el film que mirábamos, en un clima próximo a quien participa de un rito religioso en un Templo. Por suerte teníamos a Julio que nos hacía de comentador de lo que estábamos presenciando, sabiendo que éramos unos pocos que tenían ese privilegio. Ahora como decía Julio, “tal vez los tiempos han llegado” para que todos puedan conocer algo de la Odisea del descubrimiento de los “Archivos ocultos de Austerria”.
Buenos Aires, martes 17 de diciembre de 2013.

                                                                                     Javier E. Stagnaro

Juan Móricz, Julio G. Aguado, Dr. Dick E. Ibarra Grasso. Arriba miembros del CAE

Se reunían en el C.A.E para ver las películas de sus expediciones

Primera parte

Segunda parte

Fuente: Al sur del gran triángulo

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