INCREÍBLEMENTE, SE OBSERVAN POR PRIMERA VEZ VASOS SANGUÍNEOS DESCONOCIDOS QUE CONECTAN AL SISTEMA INMUNE CON EL CEREBRO HUMANO
Si bien sabíamos que existe un mecanismo de afectación entre el cerebro y el sistema inmune, por décadas se ha enseñado anatomía sin precisar cómo es que esto ocurre. Una importante investigación realizada por la Escuela de Medicina de la Universidad de Virginia ha encontrado el eslabón perdido para establecer esta conexión. Los investigadores hallaron vasos sanguíneos que, asombrosamente, no habían sido detectados en el mapeo del sistema linfático. El descubrimiento puede tener numerosas aplicaciones para tratar enfermedades neurológicas como el Alzheimer, el autismo o la esclerosis múltiple, todas las cuales tienen un fuerte componente de inflamación que las vincula con el sistema inmune.
El hallazgo muestra que “el cerebro es un tejido que está conectado al sistema inmune periférico como todos los órganos a través de los vasos linfáticos meníngeos”, dijo el profesor Jonathan Kipnis. Esto permite modificar la forma en la que se percibe la interacción neuroinmune y abre las puertas para una nueva mecánica en el tratamiento. Un ejemplo de esto es el Alzheimer, enfermedad en la que se acumulan trozos de proteína en el cerebro que, Kipnis cree, no son eliminados apropiadamente por estos vasos linfáticos.
Estos vasos sanguíneos estuvieron ocultos hasta el desarrollo de un nuevo método de observación. “Pudimos localizar los vasos después de que Louveau desarrollara un método para montar meninges de un ratón –las membranas que recubren el cerebro– en una sola imagen de modo que pudieran ser examinadas en su conjunto”, explica Kipnis.
Esta conexión entre el sistema inmune y el cerebro debe sumarse a otros estudios que muestran una afectación bidireccional en la que el cerebro afecta también y es capaz de producir un mal funcionamiento del sistema inmune y, por ende, de diferentes partes del cuerpo. Según el doctor Steve Cole, de UCLA, experiencias negativas como un diagnóstico de cáncer, la depresión, el estrés, el trauma o el bajo estatus socioeconómico pueden afectar el perfil inmunológico de una persona, mientras que “las experiencias de felicidad y la percepción de esas experiencias en nuestro cuerpo” también producen cambios en nuestros mecanismos biológicos, en sentido opuesto. Cole cree que las experiencias positivas son capaces de “remodelar nuestra composición celular”. Esta conexión mente-sistema inmune se extiende también al ambiente: “La vieja forma de pensar era que nuestros cuerpos eran entidades biológicas estables, fundamentalmente separadas del mundo externo. La nueva forma de pensar es que hay mucha más permeabilidad y fluidez… nuestro cuerpo es literalmente producto del ambiente”.
fuente/Pijamasurf