«Un Maestro espiritual tiene grandes poderes, por supuesto, pero hay cosas que no puede hacer. No puede, por ejemplo, comer en vuestro lugar. Puede daros alimento, pero sois vosotros quienes debéis comer. Y si decís: «No, no, yo quiero que también coma por mí», será él quien se refuerce y vosotros periclitaréis.
Si decidís seguir a un Maestro, no os imaginéis que va a transformaros o que va a resolver vuestros problemas. Un Maestro no hará vuestro trabajo. Hará el suyo, que es daros todos los materiales necesarios para la construcción de vuestro templo interior; incluso os dará cemento y clavos, simbólicamente hablando, pero después sois vosotros los que debéis trabajar, él no va a construir vuestro templo.
Cuando el discípulo de una enseñanza espiritual hace el esfuerzo de comprender lo que es el trabajo de su Maestro y lo que debe ser su propio trabajo, ya ha conseguido un gran progreso.»
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