Siempre se ha dicho que los niños pueden ver y sentir cosas que a los adultos se nos escapan. Su flexibilidad, su pura inocencia y su mente libre de prejuicios quizá les abran la puerta a esas otras realidades inexistentes para nosotros.
Hace sólo unos años que se les dio la etiqueta de “niños índigo” o “niños cristal”. Pero más allá del nombre que queramos darles, está claro que nos encontramos con pequeños y pequeñas que se salen fuera de los cánones comúnmente aceptados como “normales”. Dotados de una sensibilidad que raya en lo “paranormal” o sobrenatural, parecen sentir una verdadera comunión con la naturaleza, en la que se sienten como en casa y pueden comunicarse con animales y plantas. Con frecuencia a temprana edad manifiestan aptitudes que normalmente se desarrollan más tarde, como el habla o la lectura. Y nunca están solos: a menudo los sorprendemos conversando con su “amigo imaginario” (que puede que de imaginario tenga poco) o su ángel de la guarda.
Hasta cierta edad puede que también recuerden datos más o menos inconexos de lo que podría haber sido su vida pasada. Aunque todos los niños poseen estas capacidades en mayor o menor medida, podemos comprobar si las tiene más desarrolladas si manifiesta a menudo estos comportamientos:
– Contesta antes de que se les formule la pregunta.
– Sabe de antemano quién está llamando por teléfono o quién va a visitarles.
– Tiene contactos con entes de otras dimensiones, incluidos los difuntos.
– Siente a distancia y se molesta cuando otra persona toca sus cosas. Algunos llegan incluso a alterarse demasiado por eso.
– Puede tener contactos telepáticos con sus iguales o familiares, y hablar con los animales (parazoogesis) y las plantas.
– Tiene capacidades sanadoras, especialmente de la parte emocional en adultos.
– En las pruebas de clarividencia, aciertan el 70% sin entrenamiento y más si entrenan con frecuencia (por ejemplo, con las cartas Zener).
Los niños psíquicos presentan frecuentemente un fuerte personalidad. Normalmente se les diagnostica algún tipo de trastorno de la atención o la personalidad. Les cuesta aceptar la autoridad. Es reconfortante para ellos dejarlos hablar y hacerlos sentir escuchados. Necesitan disciplina, argumentos, comunicación y diálogo, no castigos ni imposiciones.
Reflexionemos por un momento lo que nos cuesta a los adultos gestionar nuestras propias emociones y sentimientos diariamente, y eso que sólo recibimos información de los sentidos ordinarios. Ahora pensemos en un niño que recibe información, además, de otros tipos de canales, y la gente que lo rodea y en la que él confía se mofa de lo que dice o no le presta atención, en el mejor de los casos.
La parapsicóloga escocesa Shari Cohn halló una relación entre los niños que habían vivido en un entorno en el que estas experiencias eran aceptadas y respetadas y el desarrollo de sus supuestas capacidades extrasensoriales. Naturalmente, los juicios de valor que hacen las familias respecto a las percepciones psíquicas pueden afectar a los estilos cognitivos de los niños en su camino hacia la madurez. Las actitudes negativas hacia tales experiencias a veces se relacionan con valores materialistas rígidos que pueden conducir a los niños más intuitivos a reprimir esas vivencias. Para Cohn, enseñarles que recibir información a través de medios paranormales u alternativos es posible y aceptable, libera a los niños de la represión y los ayuda a comprender mejor sus experiencias.
Incluso en los años setenta el gobierno chino creó una base de datos de más de 100.000 niños psíquicos, según Paul Dong y Thomas Raffill en su libro China’s Super Psychics.
En 2011 vio la luz el documental Ik voel, ik voel, wat jij niet voelt (Yo siento, yo siento, no lo que tú sientes), en el que Elsabeth van Noppen recoge las vivencias de dos niños holandeses con este tipo de habilidades.
Uno de ellos es Robert, que en ese momento tenía 10 años. Como se ve en el vídeo, se siente muy tranquilo en la naturaleza, trepando a los árboles e internándose en el bosque. Al igual que Jasmine, la otra protagonista, puede empatizar con los animales y comunicarse con ellos. Estas son algunas de las palabras con las que nos obsequia:
Hay montones de cosas que nadie cree realmente que puedan suceder. Yo puedo ver el futuro…pero realmente veo cosas sin que la gente las haya sabido todavía. Mucha gente no me cree. Lo he escuchado y lo he visto, así que para mí es real. Hasta puedo sentirlo…
Puedes sentir una especie de energía en la naturaleza…cosas bonitas. Después de unos segundos, siento que hubiera estado aquí durante muchas épocas. Me siento seguro.
No fue siempre posible ver lo que veo. Al principio, empiezas a tener sentimientos y luego empiezas a ver cosas. Realmente, a veces me asusta.
Una vez, antes de que el teléfono sonara, le dije a mi mami: “vamos a tener una llamada de la prima Diana, que tuvo una accidente. Su moto fue golpeada por un coche, así es cómo fue.” Entonces mami cogió el teléfono; era Diana, que le dijo lo del accidente. Mami le preguntó qué le había pasado, y era como yo le había dicho antes de que hablara con ella.
Algunas veces no puedo controlar lo que estoy diciendo, simplemente sale de mí…es como si otra persona estuviera hablando y yo lo repitiera.
Es como si alguien pusiera una televisión delante de mí…y estuviera observando en mi mente y lo viera. Realmente, me asusta a veces. Algunas personas no me creen, así que a mí no me gusta hablar de esto. Así que estos son mis secretos.
No sólo veo cosas malas, también veo cosas bonitas. Cuando alguien muere te pones un poco triste, pero para mí ellos todavía están un poco vivos, porque los veo algunas veces. Esas son las cosas bonitas.
Yo sé que hay otros niños como yo. Yo sé eso.
Jasmine tiene 7 años. Le encanta abrazar a los árboles, hablar con los animales y es toda una experta en leer auras:
Veo colores cerca de los animales y de la gente. Cada uno tiene colores distintos. Cuando ellos están con colores felices, están felices, como celeste o verde. El enfado es azul oscuro, negro y gris.
[Le pregunta la interlocutora] – Entonces, ¿tú nunca le preguntas a alguien cómo está?
– Sí, por teléfono, porque no puedo verlos- contesta Jasmine.
Paseando por el bosque, la niña se topa con árbol caído. Empieza a jugar con la tierra y las raíces, y hace el siguiente comentario: Ellos se sienten rugosos, no muy bien. Mucho dolor. Cuando un árbol no está feliz, a mí me pone un poco triste. Quisiera hacer algo, pero no es posible. Espero que lo maten pronto para que no sufra más.
– ¿Cómo sientes eso?
– ¿Tú sientes el frío y el calor? Si el árbol siente frío, no está muy feliz. ¿Se siente caliente como el Sol? No, sólo como se sienten los árboles.
Las hadas no existen, pero los ángeles sí. Todos tenemos un ángel guardián. Sanne es mi ángel guardián. Yo misma creé ese nombre. Ella no debería decirme su nombre. Veo una luz blanca alrededor de ella pero no veo colores. Ella es muy bondadosa. Yo sé quién es el ángel guardián de mi madre. Es mi abuelo que murió, abuelo Engelbertus.
– ¿Y él (Engelbertus) es un ángel ahora?
– Sí.
Boriska, el niño índigo que vino de Marte
En 2007, Proyecto Camelot entrevistó a Boriska, un niño de 7 años que vive en la región de Volgogrado (Rusia). En ese momento, Boriska era capaz de relatar con asombroso lujo de detalles la historia de Lemuria y los viajes interestelares desde Marte, donde él vivía en otra vida. Desde luego, no es un tema del que los chicos de su edad suelan hablar, ni se trata en los libros escolares. Boriska parecía hacer gala de una inteligencia bastante superior a la de otros niños de su edad.
Sus padres aseguran que posee una memoria excepcional y una gran capacidad para retener y asimilar nueva información. Casi nunca lloraba ni padeció dolencia alguna. Comenzó a hablar con apenas 4 meses, a leer con año y medio y a los dos años también pintaba.
Según Boriska, hace mucho tiempo en Marte aconteció una guerra nuclear que hizo que este planeta perdiera su atmósfera, por lo que sus habitantes viven en ciudades subterráneas y respiran CO2. Él viajaba en nave espacial a la Tierra, donde tenía un amigo en Lemuria, antes de que este continente desapareciera bajo las aguas.
En poco tiempo, su fama se extendió por todo el pueblo: lo conocían como el “niño astrónomo”, pues contaba cosas relacionadas con planetas, galaxias, satélites…perpleja se quedó su madre cuando un día consultó un libro de astronomía y comprobó que efectivamente todos esos extraños nombres que mencionaba su hijo existían de verdad.
Poco después, comenzó a darle consejos a algunas personas con las que se topaba por la calle. A algunos les decía que dejaran de drogarse, a otros que no engañaran a sus esposas…incluso las advertía de problemas y enfermedades por venir. En la víspera de algún desastre o catástrofe notaba que se encontraba mal físicamente, “como si se quemara por dentro”.
Vladislav Lugovenko, catedrático del Instituto de Magnetismo de la Tierra y ondas de Radio de la Academia rusa de Ciencias, fotografió el aura de Boriska, que resultó ser extraordinariamente fuerte. Según Lugovenko:
Tiene un espectrograma anaranjado, lo cual dice que él es una persona alegre, de un intelecto poderoso.
Científicos modernos de todo el mundo están llevando a cabo trabajos de investigación, en un intento de desvelar el misterio de los niños fenomenales. Parece ser que las personas que poseen habilidades únicas nacieron en todos los continentes habitados de la Tierra durante los últimos 20 años. Los científicos llaman a tales niños, “niños índigos.”
Boriska es uno de ellos. Al parecer, los niños índigo tienen una misión especial para cambiar nuestro planeta. Muchos de ellos tienen espirales de ADN enmendadas, lo cual les da una increíble fuerza a su sistema inmunológico, que puede derrotar incluso al SIDA. Yo me he encontrado a tales niños en China, India, Vietnam, y así sucesivamente. Estoy seguro que ellos cambiarán el futuro de nuestra civilización.
Niños índigo y niños cristal, los “niños especiales”
En el año 1982, Nancy Ann Tappe, psíquica y sinestésica que también tendría la capacidad de ver el aura de las personas, introduce el término de “niño índigo” a través de su libro Understanding Your Life Through Color (Comprendiendo tu vida a través del color). Según Nancy, muchos niños estaban naciendo con auras de color índigo desde finales de la década de 1970.
El movimiento de la Nueva Era o New Age acogió a los niños índigo con positividad y esperanza. El lama Otzi-Zuan los llamó “Niños de las estrellas”.
Los niños índigo vendrían a la Tierra a “romper viejos esquemas y sistemas”. Poseen una rebeldía natural, un marcado rechazo a la moralidad estricta y el autoritarismo, una intuición muy desarrollada y una inclinación innata a todo lo espiritual. Frecuentemente también poseen ciertos dones o capacidades sobrenaturales, como la telekinesis, la clarividencia o la capacidad de sanar.
La frecuencia vibracional índigo opera a través del chakra Ajna, lo que les permitiría estar en contacto más fácilmente con la Cuarta Dimensión y otros mundos paralelos. Esta cualidad les permite percibir lo que otros sienten o esconden y lo que puede cambiarse o evitarse. Aunque suelen expresarse de forma tan visceral que a veces pueden parecer crueles o violentos.
Ya en 1997 surge el concepto de “niño cristal”, esta vez en otro libro, el Recuerda de Steve Rother. Los índigo se habrían encargado de preparar el terreno a través de su “radicalidad”; ahora el papel que jugarían los niños cristal sería el de materializar la nueva realidad mediante su acción pacificadora.
Los niños que vibran en la frecuencia cristal siempre buscarán el equilibrio, ya sea entre lo intuitivo y lo racional o entre lo material y espiritual. Anhelan la armonía, y ansían dar el paso desde la polaridad a la unidad y desde lo individual a lo grupal.
La energía cristal se corresponde con el chakra Anahatha, cerca de las más profundas emociones vinculadas al plexo cardíaco. Esto les hace tener muy desarrollada la empatía a la hora de comunicarse con los demás. Cuidan pues, tanto los sentimientos propios como los ajenos.
Los niños cristal son muy sensibles. Suelen ser discretos, sumisos, positivos, serenos y en general les gusta pasar tiempo solos. Evitan la confrontación y el conflicto. Pueden afectarles los productos químicos y tóxicos presentes en la comida y en el ambiente.
¿En qué momento dejamos de ver y de sentir de esta manera? ¿Y por qué? ¿Podemos volver a recuperar estas fantásticas capacidades? En algún momento de nuestra vida, quizá presionados por todo lo que nos rodea, perdemos esa conexión con lo sutil. Pero los niños están ahí para recordarnos que podemos percibir la vida y sus manifestaciones de otra forma, una forma que reside en lo más profundo de nuestro ser. Cuando no somos fieles a nuestros sentimientos y empezamos a aparentar algo que no somos para entrar en el juego de la competencia social, perdemos a nuestro niño interior, y seguramente con él, la capacidad de percibir con el corazón. Sobre todo esto, los niños y los animales todavía tienen mucho que enseñarnos.
Niños psíquicos, clarividentes y con percepciones extrasensoriales