«Lo que los psicólogos llaman conciencia se parece a menudo a un foro en donde la naturaleza inferior del hombre, es decir, todas las tendencias y todos los instintos heredados del reino animal que habitan en su subconsciente, vienen a hacerse oír. Por eso el discípulo que se interna en el camino de la luz debe esperarse sorpresas. Quiere meditar, imponerse una disciplina, pero he ahí que la naturaleza inferior se pone a protestar: «¡Ah no, eso no! Lo que yo necesito son distracciones, placeres.» Y asaltado por todas estas reclamaciones, el pobre, a menudo cede. Pero si llega, a pesar de todo, a hacer oídos sordos a esta voz para escuchar solamente la voz de su naturaleza superior, se libera cada vez más.
Entonces, las entidades celestiales, que constatan sus esfuerzos, le aportan su ayuda; su conciencia se abre cada vez más a las corrientes luminosas y empieza a vivir en la supraconciencia.
Claro que, incluso en este momento, no estará completamente a resguardo de las voces del subconsciente que tratan de retenerle. Pero si prosigue incansablemente sus esfuerzos, acabará levantando una barrera entre estas voces y él; y un día estará verdaderamente fuera de su alcance, en la paz y en la luz. »
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