«Creer, para sufrir» Deéelij.

¡Qué verbo más tonto este de “creer”! El verbo de los crédulos.

– ¿En serio, Deéelij, “crees” lo que dices? ¿No son muy fuertes tus palabras?

Es posible que el lector pregunte lo anterior, pero si nos atenemos a lo que dice el diccionario, creer, en su primera acepción asegura, y es rotundo, pues lo manifiesta con certeza que es: “tener por cierto algo que el entendimiento no alcanza o que no está comprobado o demostrado”, y cuando buscamos la palabra crédulo afirma que es: “que cree ligera o fácilmente”. Así que tras esto, ¿sigues pensando que estas, mis/tus, palabras son fuertes? Si es que sí, prepárate que vienen curvas.

Lee atentamente, pues afirmo y aseguro que tú eres lo que crees. Así de simple, y te lo digo otra vez: tú eres lo que crees. O, tú eres aquello en lo que crees. O, no eres más que eso en lo que crees. O, si crees en algo, eso eres y no más que una creencia en la que crees. ¿Fuertes palabras? Pues aún no llegaron las curvas.

Si crees en una ideología, eres la ideología y eso es muy limitado. Es limitativo pues te lleva a un comportamiento en base a esa creencia y de camino a una estrechez de miras galopante, además de colocarte en la posición de que quien no crea en lo que tú crees es contrario a ti, alguien peligroso, alguien a quien quitar de lado, incluso se ha llegado al caso de asesinar a quien no cree en lo que tú. ¿Cómo van las curvas?

Mira, tira de la historia, ¿acaso las Cruzadas no eran porque unos creían que estaban en lo cierto contra otros que creían que también estaban en lo cierto? Pues así te puedo poner múltiples ejemplos. ¿Actuales? Sencillos los tengo: ¿No matan los aficionados de un equipo de fútbol a los aficionados de otro equipo de fútbol por la simple creencia de unos colores sobre los otros? ¿No se siguen matando por esos parajes de la Tierra unos a otros porque la creencia de unos es la contraria a la de los otros?

Alguna vez le he preguntado a un creyente de un partido cuál era la idiosincrasia de ese partido; y no lo sabían, sólo decían que creían en la ideología del partido, pero cuando insistía en cuál era la ideología, ni sabían cuál era. Tan sólo se habían apuntado a algo porque creían que era la opción correcta o buena. Claro, que si les preguntaba a los de la ideología distinta decían lo mismo.

Conozco a una pareja que acaban de tener un bebé y ya lo han inscrito en un equipo de fútbol y en una hermandad cofrade. En fin, sólo les faltó apuntarlo a la lista del paro. ¿Sabes lo que le pasará a ese bebé? Pues crecerá creyendo a pies juntillas que eso a lo que está apuntado es lo correcto y podrá llegar a luchar por ello sin saber el por qué lo hace; tan sólo dirá que es en lo cree. Y siendo así, pues ya tenemos adiestrado a otro ser humano, tendremos otro perrito faldero u otro mono de feria que va de un lado al otro porque así se lo enseñaron, porque le dijeron que eso es lo que ha de creer.

Algunos obedecen a creencias tan absurdas como las de “los Pérez-García somos así” Y resulta que el niño escuchó esto a su padre, abuelo, tío, hermano mayor… y así se comporta luego. El cree que los “Pérez-García” son así y así es, y no es más que eso. Pero eso suele ser bastante dañino, pues al no creer más que en eso, eso es lo único que es sin otra posibilidad, sin más posibilidades. Así que su vida se ciñe a eso en lo que cree y para de contar.

Así que si crees en algo, eres eso en lo que crees. Así de sencillo, pero a la vez así de superficial, memo, ingenuo y necio.

– ¡Qué fuertes son tus palabras, Deéelij! No puedo creer lo que dices.

Pero si no se trata de que me creas. Se trata de que yo exponga algo y tú verás qué haces con ello. Alguien dijo algo parecido a lo siguiente: no sigas mis pasos o iras al mismo sitio. Así que no se trata de que me creas, que es lo que se suele hacer. ¿Cuántas veces has oído, e incluso dicho como si se tratara de una verdad, eso de: “lo ha dicho tal persona” Y al decir eso le das validez como si fuera cierto? ¿Cuántas veces nos hemos creído lo primero que nos han dicho? Pues miles. Desde pequeño uno cree lo que le dicen sus papis, porque ¿por qué tendría que dudar de ellos? Y así muchas otras personas nos han dicho cosas y nos la hemos creído de tal manera que forman el credo de nuestras vidas. Y creemos en el credo que ejecutamos, sufriendo de paso y sin parar.

Pero la clave de todo esto es que esas creencias son afianzadas en cuestiones externas a uno. Lo que nunca nos inculcaron es que creyéramos en nosotros mismos. ¿Cuál es la diferencia? En el primer caso, al creer en lo externo, lo que haces es depositar fe y esperanza en eso. Pero al creer en ti, lo que haces es fomentar tu confianza en ti. Cuando es lo primero, siempre estás a la espera de que algo externo cumpla de una manera determinada, y cuando no llega lo que se espera, uno se frustra como mínimo, sino padece un sufrimiento brutal. Pero cuando es lo segundo, pase lo que pase fuera, lo interno es la fortaleza que sostiene todo tu edificio hasta el punto de que estás seguro, tranquilo y feliz, pues no dependes de nada, sólo de ti. ¿Cómo van las curvas? Pues tranquilidad, que ya termino con un par de derrapes.

Repito: eres lo que crees. Pero QUIEN ERES no cree, pues posee certeza de SÍ, de su SER. Y ésta es otra clave: la certeza, o tienes certeza o sólo crees sin fundamentar, sin articular, sin lógica, sin análisis, sin deducciones, sin razonamientos.

La cuestión no es en lo que crees, sino por qué crees en eso. A mí me da igual en lo que creas, sólo quiero el porqué de esa creencia, que sepas razonarlo, que esté cementado, que tenga lógica, que puedas defender de verdad, con solidez, de lo contrario el argumentario no pasará de frases como “creo porque sí, porque así me lo dijeron, porque así se ha hecho siempre, porque lo dice…”

Un derrape más para ir concluyendo: Cuando dejas de creer en lo externo, aparece lo interno con certeza.

– Esta frase es muy fuerte, Deéelij, te has pasado un par de pueblos.

Estoy de acuerdo, lo es, pero ¿son tan fuertes tus creencias como la evidencia de esta frase? Mira, si alguna vez dejas de creer en todo aquello en lo que crees, sea lo que sea, incluso en que como eres de tal sitio has de comportarte de esa manera. Incluso que por ser hijo, sobrino, mami, papi, abuelo, trabajador… sea lo que sea que creas ser, según te dijeron, y que acorde a ello has de comportarte como tal… Cuando dejas de creer en el cómo has de ser, aparece tu SER y el por qué con certeza.

¿Por qué has de regirte por la creencia de que como eres hijo (o cualquier otra condición) has de comportarte como tal dejando de SER TÚ? Cuando dejas de SER TÚ, tu SER sólo es una creencia ejecutable por otros, una creencia que ejecuta sin razonamiento. Así pues, la libertad en tus acciones (que no se les puede llamar acciones) sólo son el computar automatizado de una suma de creencias que te llevan a un comportamiento concreto, que si lo pensaras un instante, no es el que de verdad quieres. Entonces, ¿dónde está tu libertad? Pues te lo digo: presa de tus creencias. Así que puedes creer que eres libre y, en efecto, te lo crees, pero sólo eres un esclavo de tus creencias; un crédulo en resumen. Y eso es ser nada, eso es ser poco, eso es no SER.

Llegados a este punto, te planteo el siguiente derrape: ¿Quién es más crédulo, el que establece la creencia o el que la cree a pies juntillas? Espera, espera, que la siguiente pregunta puede llevarte a descarrilar: ¿Quién es más tonto, el tonto o el tonto que sigue al tonto?

¿Adónde vas? ¿Haces tu vida o repites la de los demás?
¿Quieres ir a alguna parte o adonde van los demás?
¿Confías en ti o crees en los demás?
¿Eres auténtico o una emulación de la copia de alguien?

– Deéelij, creo que eres un osado, un provocador, un…

Me da igual lo que creas que soy; sé Quien Soy ¿lo sabes tú de ti? Pues si lo supieras estaríamos hablando en el mismo idioma, en el de la certeza. Pero, ¿quién dice esto? ¡Jo!, me lo estoy diciendo a mí, pues yo soy tú en otra forma. Lo que escribo me lo escribo a mí aunque tú (que eres yo) sea quien lo lee. ¿Entonces me creo a mí mismo desde otra forma o creo otra forma de Ser sin creencias adoptadas?

Se acabaron las curvas y los derrapes, me contengo, que ya son muchas palabras. Concluyo: ¿estás en la cuneta o en Ti Mismo? Pues hasta que no tengas la certeza de Ti Mismo, desde tu Mismidad, estás en la cuenta aunque no te lo creas. Y si crees otra cosa, demuéstrame tu creencia, con certezas sólidas.


Autor: Deéelij
EL CIELO EN LA TIERRA

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