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Plantéate cuáles son tus objetivos a corto, medio y largo plazo. Decía Saint-Exupéry: «Haz de tu vida un sueño y de tus sueños una realidad». Revisa tu lista de vez en cuando, te sorprenderá comprobar cuántos objetivos se van cumpliendo.
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Céntrate en lo que tienes y valóralo. Cuando nuestra atención se centra en aquello que no poseemos, el resultado es el sufrimiento, el resentimiento y el dolor. Hay una frase de Marco Aurelio que dice: «De las cosas que tienes, escoge la mejor y luego precisa cuán ardorosamente lucharás por conseguirla en caso de carecer de ello».
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Nadie sabe de cuánto tiempo dispone para vivir. Lo que sí sabemos es que estas veinticuatro horas que componen el día de hoy no vuelven. Reflexiona si estás dispuesto a desperdiciar estas veinticuatro horas únicas e irrepetibles con disputas o malos rollos.“Exprime el jugo de cada día y disfruta hasta la última gota”.
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Evita compararte con los demás. De este modo, eliminarás la posibilidad de volverte engreído o vanidoso si al compararte te encuentras mejor que los demás, ya que esta actitud de superioridad te creará problemas de relación. Si, por el contrario, al compararte te encuentras inferior, te amargarás. Recuerda que eres único, irrepetible y, por tanto, incomparable.
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Procura llevarte bien con la gente. Es el mejor antídoto contra la soledad. Recuerda que en lo afectivo recogemos lo que hemos sembrado. Si un agricultor siembra patatas, es imposible que recoja fresas. Puede que, en alguna ocasión, la siembra se malogre porque ha caído una granizada, ha helado o una plaga ha acabado con parte de la cosecha, pero esto no deja de ser una excepción. Es posible que cuando sembremos afectos también caigan en corazones estériles que no respondan a nuestros afectos, pero serán las excepciones.
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Actúa siempre según te dicta tu conciencia, al margen de si los demás te lo valoran o no. De este modo, tu conciencia estará tranquila y siempre te quedará la valoración interna, que es la más valiosa. No hay nada mejor que sentirse en paz consigo mismo.
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La crítica y la recriminación tiñen el día de enojo. Por eso, te proponemos un juego que te resultará más fácil cuanto más lo practiques. El juego consiste en convertirse en buscador de lo bueno. Igual que un detective busca minuciosamente y con lupa las huellas de un crimen, busca las huellas de la bondad a tu alrededor. Te sorprenderá ver cuántas cosas buenas te están pasando completamente desapercibidas.
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Desarrolla una conciencia de salud. El bienestar físico es una fuerza poderosa para conseguir cualquier tipo de meta. Piensa cada día algo que puedas hacer para cuidar y beneficiar tu cuerpo. Ponlo en práctica.
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No te escudes en la suerte: ésta, en gran medida, depende única y exclusivamente de tus actitudes. Si te encuentras a gusto contigo mismo, te sentirás merecedor de que te ocurran cosas buenas, empezarás a vibrar con una energía positiva y sucederán los pequeños milagros. Cuando las cosas no te salgan como querías, recurre al sentido del humor en la medida de lo posible. Churchill decía: «La imaginación consuela al hombre de lo que no es y el sentido del humor le ayuda a aceptar lo que en realidad es».
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Abre las puertas a la espiritualidad: medita, reflexiona y todo será más armonioso. Piensa que la felicidad no es algo pasivo. Del mismo modo que eliminamos la suciedad de nuestro cuerpo y nuestras casas, es necesario hacer cierto trabajo de depuración de nuestras mentes. Esta labor de higiene mental encuentra en la meditación, y la reflexión un medio idóneo. ¡Que seas feliz!