Lord moralista de día, ‘lord Cocaína’ de noche

La brillante carrera de Lord Sewel, vicepresidente de la cámara de lores, ha saltado en pedazos tras ser grabado esnifando cocaína con prostitutas | Sewel era jefe del comité de Privilegios y Conducta en la cámara, donde juzgaba a sus colegas descarriados | Tony Blair le dio el título de lord en 1996 y le fichó para dirigir la restitución de la autonomía a Escocia

Lord moralista de día, 'lord Cocaína' de noche

Lord Sewel siendo condecorado en la Universidad de Swansea Universidad de Swansea

La prensa sensacionalista lo ha bautizado como lord Cocaína aunque también serviría el mote lord Hipocresía. De día, lord Sewel se colocaba la toga roja y pontificaba sobre el código de conducta y el honor de los lores británicos. De noche, se colocaba con cocaína y montaba orgías con prostitutas.

John Buttifant Sewel, lord Sewel de Gilcomstoun (Aberdeen, Escocia), es el protagonista del último escándalo de la política británica. Su carrera ha saltado en pedazos después de que el tabloide The Sun publicara, el fin de semana pasado, un vídeo donde se le ve esnifando polvo blanco –una raya tras otra– en compañía de dos mujeres de pago, mientras pide jovencitas asiáticas –»parecen inocentes pero sabes que son putas»– y alardea de gastarse en alcohol, drogas y sexo sus dietas como miembro de la privilegiada Cámara de los Lores. En otra foto sale fumando vestido con un sujetador y chaqueta de cuero.

La factura de la fiesta ha sido alta, mucho más que las 200 libras (282 euros) que pagó a cada prostituta. Ha tenido que abandonar la cámara, ha sido expulsado del Partido Laborista y está siendo investigado por Scotland Yard. Y a menos que estuviera al corriente de la doble vida, puede que tenga problemas también con su esposa, lady Jennifer, quince años más joven y su tercer matrimonio. El único consuelo: sigue siendo lord.

Lord Sewel no era un peer cualquiera de la cámara alta del Parlamento británico. Era ni más ni menos que su vicepresidente y –la gran ironía– jefe del comité de Privilegios y Conducta. Es decir, el tipo responsable de que sus colegas se comportaran con el honor y la ejemplaridad que exige el cargo, vitalicio y no electo. El que juzgaba a las ovejas descarriadas. Como a lord Hanningfield, que intentó embolsarse la dieta de 300 libras (425 euros) por días en que no había trabajado. A Sewel no le tembló el pulso: le expulsó de la cámara un año, durante el cual no ha podido ni pisar el salón de té.

Sewel fue el impulsor de un nuevo código de conducta en la criticada House of Lords, que por primera vez contempla la expulsión de los lores que lo vulneren. «La exigencia de que los miembros deben actuar siempre con su honor personal se ha reforzado. (…) El número de miembros que rompen las normas de la cámara es bajo. Pero las acciones de unos pocos dañan nuestra reputación. Los escándalos hacen buenos titulares», escribía hace sólo dos semanas Lord Sewel, todavía en su pedestal moral.

Ha caído a los 69 años, tirando por los suelos un expediente brillante. Académico de renombre, autor de libros de cabecera en política económica, ha trabajado durante más de treinta años en la Universidad de Aberdeen, como catedrático y luego vicedecano.

Desde joven compaginó los libros con la política local, siendo concejal laborista en Aberdeen durante años. Fue Tony Blair, en los años del nuevo laborismo, quien fue a buscarle para lanzarle a la primera fila de la política. En 1996 le concedió el título de lord de Gilcomstoun, distrito de Aberdeen, y después de la abrumadora victoria laborista de 1997 le fichó como subsecretario de Estado en Escocia para pilotar la espinosa devolution, la restitución de la autonomía, que alumbraría el Parlamento de Holyrood. Por eso una de las piezas clave de la devolution lleva su nombre: la llamada moción Sewel, según la cual el Parlamento británico sólo puede legislar sobre asuntos transferidos a Escocia si Holyrood lo autoriza antes mediante la moción.

A diferencia de muchos de sus colegas, que pueden pasar meses sin pisar la Cámara, él ha sido un miembro muy activo de la House of Lords. Ha presidido varios comités, incluido el de la UE, y era el portavoz de la oposición laborista hasta que hace tres años fue elegido presidente de comités, es decir, el encargado de supervisar el trabajo de todos. Como vicepresidente de la Cámara Alta pasó a ser un independiente, no ligado formalmente a ningún partido.

Paradójicamente, lord Sewel ha batallado incansablemente por defender la reputación de la Cámara de los Lores, una insti­tución que en los últimos años está siendo muy cuestionada. Muchos la consideran antidemocrática porque sus miembros no son electos y el puesto es vitalicio, aunque ya sólo una minoría lo haya heredado como ocurría antes. Pero sobre todo hay críticas a los privilegios de los que disfrutan sus casi 800 lores, un club aristocrático, masculino (600 son hombres) y retratado a menudo como desconectado de la realidad.

El año pasado hubo polémica cuando un antiguo empleado de los Comunes (cámara baja) contó que los Lores se negaron a comprar champán conjuntamente porque querían uno más caro. Lord Sewel fue uno de los que primero salió a negarlo.

Pero el escándalo en el que se ha visto envuelto refuerza la caricatura del lord arrogante. La velada con prostitutas fue en su piso londinense de Dolphin Square, cerca del Parlamento, por el cual paga un alquiler subvencionado de mil libras al mes en lugar de las tres mil del precio de mercado. lord Sewel cobraba del erario público 120.000 libras al año, además de la dieta de 300 libras diarias a la que tienen derecho los miembros de la Cámara Alta.

En el vídeo, una de las prostitutas le pregunta si las dietas son para pagar las comidas. Y él responde: «No se trata de almuerzos, amorcito, querida, sirve para pagar todo esto».

msn.com

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