Las cuatro extremidades que tenían no las usaban para desplazarse sino para sujetar a sus presas y a la pareja durante el apareamiento
Un fósil de una nueva especie de serpiente descubierto en el nordeste de Brasil ha revelado nuevas pistas acerca del oscuro origen evolutivo de estos reptiles. El espécimen, que han bautizado como Tetrapodophis amplectus, tiene unas características muy similares a las actuales serpientes pero presenta cuatro patas, algo hasta el momento inédito.
El nuevo ejemplar fue hallado en un área muy rica en restos paleontológicos, la Formación de Crato al sur de la región de Ceará. Vivió en el Cretácico temprano, hace entre 146 y 100 millones de años; y como las serpientes actuales, tenía un hocico corto, cráneo y cuerpo alargados, escamas, colmillos afilado, una mandíbula flexible para poder tragar presas de gran tamaño y una estructura de vértebras que le permitía estrangular a sus presas. La principal diferencia es que Tetrapodophis tenía extremidades delanteras y traseras, aunque, al parecer, no las usaba precisamente para desplazarse.
Según describen los investigadores en un artículo en la revista Science, esta protoserpiente tiene los dos dígitos exteriores de las garras más cortos y, en cambio, un segundo dedo largo, lo que sugiere que muy probablemente empleaba las patas para sujetar o agarrar, ya fuera a una presa para que no se le escapara; o para ‘abrazarse’ a otro individuo durante el apareamiento.
Además, hallaron en la barriga de esta serpiente cuadrúpeda los restos de su último festín, lo que les ha permitido saber a los científicos que ese reptil prehistórico ya cazaba vertebrados y que, por tanto, estos animales adoptaron una dieta carnívora de forma muy temprana en su historia evolutiva.
“La elongación del cuerpo fue un rasgo fundamental en la evolución de las serpientes a partir de los lagartos, como también el hecho de que las extremidades primero se redujeran y después acabaran desapareciendo. Sin embargo, los fósiles que aportan información sobre ese proceso son escasos y muchos detalles acerca de esa transición se desconocían”, explica en la revista Science Susan Evans, profesora de morfología y paleontología de vertebrados en la Escuela Universitaria de Londres.
El estudio de este espécimen también ha permitido esclarecer un debate abierto en paleontología y es si estos reptiles habían evolucionado a partir de un ancestro marino o si, por el contrario, procedían de ancestros cavadores, esto que excavan madrigueras y túneles en la tierra. En base al análisis de las patas y también de la cola, que no es la típica larga comprimida lateralmente como la que poseen los reptiles acuáticos (piensen en un cocodrilo), los autores de esta investigación apuntan que las serpientes actuales es probable que tuvieran un ancestro terrestre.
Un grupo muy diverso
Las serpientes, sin duda, son uno de los grupos de animales más diversos. Cuentan con más de 3000 especies distintas capaces de habitar en ecosistemas muy dispares, desde la selva amazónica hasta el desierto, la montaña e incluso el océano. Todas son depredadoras, aunque algunas se alimentan a base de insectos y otras de mamíferos de gran tamaño. Además, a pesar de no tener extremidades pueden desplazarse de muchas formas, ya sea nadando, reptando, cavando, o incluso trepando. Que sean capaces de exhibir todos esos comportamientos es gracias al cuerpo que poseen, muy especializado, alargado, con cráneo y costillas flexibles, del que hasta el momento poco se sabía acerca de cómo se originó.
A partir del análisis de esta serpiente y de los hallazgos de otros especímenes también del Cretácico en América del Sur, África e India, los autores del estudio sugieren que las serpentes u ofidios, un suborden de reptiles que se caracterizan por no tener patas y al que pertenecen las serpientes actuales, seguramente se originaron en la antigua Gondwana; en el bloque continental sur que resultó cuando Pangea se partió en dos subcontinentes.
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