«Pensar bien, sentirse bien» José Manuel Garrido.

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El título que he decidido dar a este artículo bien podría estar reflejando el objetivo y la estrategia de cualquier proceso terapéutico de base cognitiva y así es realmente, pero en este caso se trata además de un manual imprescindible para piscólogos infanto-juveniles que tengan la intención de aplicar este tipo de abordaje terapéutico en un contexto clínico.

La obra “Pensar bien, sentirse bien”, firmada por el doctor en psicología Paul Stallard (Universidad de Birmingham) es un manual práctico de terapia cognitivo-conductual para niños y adolescentes, que despeja de manera clara y precisa cualquier duda que pueda plantearse al terapeuta en la adaptación de este proceso a edades para las que inicialmente no fue concebido.

La terapia cognitiva es un método científicamente probado, que ha mostrado en pacientes más jóvenes una eficacia similar a la contrastada en adultos para el tratamiento de los trastornos de ansiedad, trastornos de conducta, depresión y síntomas físicos de origen psicosomático. Este tipo de terapia ha sido en realidad, a partir de los años 90, la más utilizada en combinación con la terapia de comportamiento, cuando se trabaja con niños y adolescentes.

En el tratamiento de niños y adolescentes nos encontramos con algunos factores estresantes que no suelen estar presentes en el caso de los adultos,  por lo general relacionados con el estilo de educación recibida y/o percibida. Un niño puede tener, por ejemplo, objetivos poco realistas que son reforzados por los adultos: la perfección como único resultado aceptable es uno de los principales. Cuando la perfección es la única meta, el fracaso será la experiencia más habitual para el niño.

La mayoría de las veces el proceso se dirige a tratar de romper el círculo emoción – pensamiento – comportamiento,  que es considerado la causa de la mayor parte de síntomas que la terapia está destinada a mejorar. La terapia cognitiva se centra en cambiar el pensamiento, buscando alternativas más útiles y realistas rompiendo de este modo ese círculo negativo.

La terapia cognitivo-conductual requiere por tanto de ciertas capacidades relacionadas con la identificación, el cuestionamiento y la generación de pensamientos alternativos, lo que supone un nivel madurativo apropiado, de ahí la necesidad de adaptarnos al nivel de desarrollo cognitivo alcanzado por el niño. Según el autor el niño debe ser capaz de realizar tareas como:

  • Acceder a sus propios pensamientos y comunicarlos.
  • Concebir atribuciones alternativas respecto de los acontecimientos.
  • Conocer y reconocer las diferentes emociones.
  • Relacionar y vincular los sentimientos, los pensamientos y los hechos.

Según Stallard, los niños de 7 años en adelante podrían ya beneficiarse de un terapia cognitivo-conductual adaptada a sus peculiaridades. Para ello se hace necesario traducir los conceptos abstractos en ejemplos más sencillos extraídos de la vida cotidiana, con los que el niño pueda llegar a relacionarse adecuadamente.

En este punto es en el que el manual resulta de mayor utilidad, ya que recoge una serie de ejercicios prácticos adaptados, que abarcan todos los elementos esenciales necesarios para la aplicación de un proceso terapéutico cognitivo-conductual con niños y adolescentes y que en sí mismos pueden ser utilizados para estructurar las propias sesiones de terapia.

Como decía al principio y dado su carácter eminentemente práctico, se trata de una obra imprescindible para terapeutas que trabajen de manera habitual con niños y adolescentes en contextos clínicos.

Lectura recomendada:
Pensar bien – Sentirse bien. Manual práctico


José Manuel Garrido / Psicólogo Coordinador
psicopedia.org

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