«Está escrito en el libro del Génesis que Dios creó al hombre a su imagen y, desde hace siglos, los judíos y los cristianos citan este versículo: «Dios dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y a nuestra semejanza»… Lo citan, sí, ¿pero han profundizado verdaderamente en el significado de esta revelación para extraer de ella todas las consecuencias? No, y continúan quejándose de no recibir respuesta a sus oraciones.
Decir que Dios nos creó a su imagen, significa que introdujo en nosotros una quintaesencia de Él mismo, de la misma luz, de la misma pureza, del mismo poder. A esta quintaesencia divina que hay en nosotros, la Ciencia iniciática la llama Yo superior. Cada vez que nos concentramos en nuestro Yo superior, nos conectamos con el Creador. Gracias a los esfuerzos que hacemos para alcanzar este centro, esta cima que hay en nosotros, hacemos brotar una luz, una fuerza que va a vivificar todas las células de nuestro cuerpo. Y esta luz, esta fuerza, son cada vez las respuestas que Dios da a nuestras oraciones.»
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