«El Creador nos ha dado una voluntad para que hagamos de ella el instrumento de nuestra naturaleza superior, poniéndola al servicio de un alto ideal. Ello empieza con la comprensión y la aplicación de las verdades esenciales. En cuanto hayáis comprendido una verdad esencial, emplead vuestra voluntad para ponerla en práctica, sabiendo que éste es el único medio de comprenderla verdaderamente.

Enunciar verdades, es fácil, cualquiera puede encontrarlas en las obras de algunos sabios y repetirlas después como un lorito. Quizá se gane así la estima de algunos ciegos que no ven lo ignorante y débil que es en realidad. ¡Pero engañar a los ciegos no es ninguna gran proeza! En todo caso, hay otros que ven claro y que no se dejan engañar: las entidades luminosas del mundo invisible. Y sin embargo, es de estas entidades de las que debemos ganarnos la estima y nos la ganaremos aplicando las verdades que los Iniciados nos revelan. Estas verdades son armas y nunca encontraremos unas armas mejores para obtener las victorias de la vida; pero debemos tener un brazo para servirnos de ellas, es decir, una voluntad para ponerlas en práctica.»

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