Este lunes la canciller alemana Angela Merkel será anfitriona de una cumbre en Berlín sobre el conflicto en el este de Ucrania.
Se espera que asistan el presidente de Francia, Francois Hollande, y el líder de Ucrania, Petro Poroshenko, pero no el presidente ruso Vlamidir Putin.
Pero ¿cómo es la relación entre Merkel y Putin?
Ambos son líderes de dos de los países más poderosos del mundo, ambos crecieron en Estados comunistas y ambos vieron sus carreras transformadas por el colapso de sus países.
Pero aquí terminan las similitudes.
Uno de ellos es un hombre de acción que navega en submarino con el torno desnudo cuya imagen de duro tiene la intención de compensar por la estancada economía de su país. El jefe de una nación acusada de ostentar demasiado su autoridad e intervenir militarmente en el extranjero.
Las atrevidas excentricidades caen bien entre muchos rusos, que son tradicionalmente parciales a un líder fuerte.
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Poco carisma
Pero las luchas televisadas y las carreras a caballo son consideradas cómicas por los periodistas occidentales que se ríen disimuladamente de las imágenes de «villano tipo Austen Powers» de Putin saliendo de las aguas de Crimea en un minisubmarino.
El veredicto internacional ha sido más de «una crisis de los 40» que de «líder de una superpotencia«.
La otra líder pasa sus vacaciones de verano haciendo caminatas con un abrigo impermeable, y dirige un país aterrorizado de mostrar el poder que ha adquirido, que a menudo arrastra a Francia a las cumbres sobre crisis para que nadie acuse a Berlín de ser prepotente.
A diferencia de Rusia, en el pasado Alemania a menudo ha sido acusado de no hacer suficiente con su poder militar. Aunque, dado lo rápido que han surgido los estereotipos nazi durante la crisis de la deuda griega, la reticencia alemana ahora podría ser vista como no totalmente injustificada.
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El costo humano de la guerra en Ucrania
- 6.832 personas han muerto desde mediados de abril de 2014 al 27 de julio de 2015
- Las víctimas incluyen las 298 personas que iban en el vuelo MH17 de Malaysia Airlines, derribado el 17 de julio de 2014
- Alrededor de 1,3 millones de personas tienen dificultades para obtener agua potable
- 924.300 personas han tenido que huir a países vecinos
Fuente: Informe de la ONU del 14 de agosto de 2015
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Merkel es lo opuesto a lo ostentoso y es conocida por dar discursos que son notables por lo poco notables que son: cautelosos, que cubren cada opción y que rara vez se colocan de un lado o del otro de la discusión hasta no estar segura de cuál es la opinión prevaleciente.
Su nombre incluso ha entrado al idioma alemán como un verbo: «merkeln», que quiere decir tomar una decisión.
Si fuera una política británica o estadounidense sería acusada de indecisión, de desaliñada o de carecer carisma. Pero en Alemania, donde los electores sospechan de cualquier superficialidad ostentosa, es vista como auténtica.
Y su hábito desconcertante de decir dos cosas opuestas al mismo tiempo se ajusta bien con la cultura política consensual.
El envejecido macho de la antigua KGB y la hija sin estilo de un pastor no son exactamente una pareja ideal y es difícil saber de qué hablan. Pero hablan.
Putin quizás no asista a la cumbre del lunes en Berlín pero desde que comenzó la crisis de Ucrania, Merkel ha estado hablando con Putin por teléfono más a menudo que cualquier otro líder occidental.
Merkel habla ruso, ya que creció en la comunista República Democrática Alemana, y él habla alemán, por los años que trabajó en Dresden para la KGB durante la década de los ’80.
Se dice que se tienen un reticente respeto mutuo, aunque la posición firme de Merkel para establecer sanciones y la negativa de Putin sobre las acciones rusas en Ucrania significan que ahora su relación se inclina más hacia lo reticente que hacia el respeto.
Pero Merkel, que asegura que su compromiso es de largo plazo, no se rinde. Y su actitud hacia Ucrania está formada por sus recuerdos sobre cómo el problema aparentemente intratable de una Alemania dividida fue resueleto en 1989.
Negociación agotadora
Merkel vivió de primera mano la caída del Muro de Berlín, cuando trabajaba como científica en el lado oriental y su, ahora famosa, decisión de adherirse a su ritual de tomar un sauna semanal en lugar de apurarse hacia la nueva frontera recientemente abierta dice mucho sobre su personalidad cautelosa.
Aunque los halcones estadounidenses y británicos creen que la caída del muro fue el resultado de la ardua posición militarista del entonces presidente Ronald Reagan con Moscú, para Merkel fue el resultado de décadas de lo que los alemanes llaman «Ostpolitik«, la paciente política de Alemania Occidental para mantenerse negociando con los líderes comunistas del Este.
Fueron conversaciones agotadoras que Berlín cree eventualmente llevaron a la reunificación alemana.
La retórica pendenciera de los políticos no cae bien entre los electores alemanes. La opinión convencional es que enviar armas y tropas a Ucrania simplemente exacerbará el conflicto.
Después de todo, los alemanes recuerdan lo que ocurrió la última vez que Rusia y Occidente se enfrentaron durante la Guerra Fría: Alemania terminó dividida, partida por la mitad.
«Nosotros somos los que sentiremos el impacto de una guerra declarada en Ucrania, no son los estadounidenses del otro lado del Atlántico», es una opinión que se escucha mucho por aquí.
Así que Merkel cree que en lo que se refiere a Ucrania, es la conversación -no los combates- lo que resolverá la crisis. Eventualmente.
http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/08/150821_merkel_putin_relacion_men