«El Análisis Transgeneracional» Enric Corbera.

Los secretos, lo no dicho, los silencios, forman una memoria muy potente, reforzada por la necesidad de evitar la exposición de ciertos eventos. Trabajamos con los principios Junguianos de proyección, sombra y espejo, así como con el árbol genealógico, el cual refleja estas memorias no expresadas en acontecimientos muchas veces incomprensibles para las personas.

Patrones como las creencias, los tabús o los prejuicios conforman una resonancia mórfica en el árbol familiar, en el inconsciente colectivo, que determinará en futuras generaciones comportamientos ineludibles, como un programa que por simple que sea, hace vivir experiencias vividas por los antepasados. Gracias al análisis transgeneracional, sale a la luz lo no dicho; la resonancia queda liberada y por lo tanto también quedan liberados los descendientes. Por eso el análisis transgeneracional conlleva una profunda catarsis de liberación y limpieza. Al hacer conscientes estos sucesos, las personas no tienen que seguir reparándolos y pueden abrazar libremente el programa o establecer otro en sus vidas.

Veamos el ejemplo de un hombre con cáncer de próstata: Al relatar su historia consciente afirmaba, por un lado, que lo más importante en la vida era el acto sexual, pues para él era lo único por lo que valía la pena vivir. Por otro lado, aseguraba que odiaba a su madre. Siempre la había odiado, porque ella aborrecía a todos los hombres: hermano, hijo, marido, padre… Entonces nos pusimos a buscar la historia que hay detrás de la historia: la madre de este hombre había vivido una violación, por lo que en su memoria resonaba el hecho de que todos los hombres querían lo mismo. Proyectó esto en su marido, en su hermano y en cualquier hombre que hubiera en su vida. Su hijo consultó su caso con un terapeuta de coaching, quien le dijo que no debía odiarla. Le enseñó a no odiarla y llevaba tres años sin enojarse con ella. Al llegar a este punto, le pregunté desde cuándo tenía cáncer. ¡Respondíó que desde hacía tres años!

Este caso deja claro que aprender una nueva forma de pensar y percibir sin eliminar la memoria mórfica no tiene sentido. Él había reprimido su odio hacia su madre, pero el inconsciente, al sentirse reprimido, expresó la emoción oculta, la primaria, mediante un síntoma llamado cáncer. Durante la terapia liberamos ese odio. Comprendió que para su inconsciente su madre era el depredador y lo mismo le pasaba a ella. Cuando se toma conciencia de algo, se libera la memoria. Entonces se tiene que pasar a la acción. En este caso, sencillamente tenía que dejar de ver a su madre. No olvidemos que el inconsciente tiene memoria y que ésta se expresa en la memoria celular. Este periodo de «no ver a su madre» es como mínimo, una etapa necesaria de reflexión y de desprogramación a la que sigue una posterior reprogramación, que yo llamo cuarentena. Es un período de convalecencia, en el cual la neurología se recompone, como si hicera un reinicio ante la nueva comprensión y percepción de los hechos… El consultante tiene una nueva conciencia y solamente él sabe cuál debe ser su nueva conducta con relación a los elementos desencadenantes de su patología. A este periodo de tiempo que se necesita para pasar a la acción le llamo «cincuentena«, que junto a la cuarentena conforman los noventa días que son necesarios para que la persona alcance la plena conciencia de su nueva programación, que le lleva a vivir su vida de otra manera.

Para reafirmar esta idea, basta con explicar lo que le pasó a este señor un día en el que estaba tranquilamente en su casa mientras le medían la presión sanguínea: De pronto entró su madre y la respuesta fisiológica fue tan simple como esclarecedora… ¡La presión subió de súbito!

Atención: «El inconsciente tiene razones que la mente no comprende»

Otro ejemplo es el de una chica que no quería casarse pero sí tener hijos y utilizaba a los hombres con este fin. Ella no entendía por qué odiaba a los hombres y por qué no se quería casar. Lo mismo les pasaba a su madre y a su abuela. Durante la terapia descubrió que su abuela había tenido varios hijos no deseados fruto de violaciones de su pareja. Cuando los niños nacían, los mataba y los arrojaba a los cerdos (esto no es una metáfora). Las hijas de esa familia no se casaban, el «fantasma» de la abuela clamaba al universo, su memoria resonaba en las mujeres del clan y su espíritu no podía descansar hasta que alguien lo liberase. La liberación se produjo a través de la toma de conciencia, del perdón, de la comprensión. Hicimos el duelo en terapia bajo hipnosis y la chica se sintió libre.

Actualmente estoy desarrollando un concepto al que llamo «la comprensión», entendiendo con ello que el consultante toma otra conciencia de por qué le ocurren ciertas cosas en su vida de manera que ya no lucha más contra ellas. Si lleva un programa de no tener hijos, lo primero que hace es aceptarlo, no luchar para tenerlos, pues esto casi siempre conlleva más frustración. Es una rendición que no debe confundirse con la resignación, pues la rendición es plena aceptación, es una liberación, es permitir que lo que tenga que ser, sea.

No hay que hacer caso de los terapeutas que con muy buena intención dicen: «No renuncies al deseo de tener hijos», sin darse cuenta de que para el inconsciente, esto se traduce como una lucha, intranquilidad, desasosiego, inconformismo y todo ello se proyecta al campo cuántico, a la matriz del universo, que nos lo devuelve con más frustración.

Para desprogramarse rápidamente hay que llevar la mente a un estado de paz interior y plena aceptación, es entonces cuando lo que tiene que ser simplemente es porque ya no hay barreras, ya no hay necesidades, ya no hay anhelos apegados a unas creencias que nos encadenan a sufrimientos y enfermedades.

En el análisis transgeneracional se encuentran situaciones muy duras. Todo el mundo tiene secretos heredados que se expresan en la propia vida y en los órganos. Por ejemplo, en los dientes, los cuales pueden tomar formas particulares, con piezas atravesadas, etc. Los secretos también pueden ser causa de infertilidad en mujeres u hombres sin que haya impedimentos físicos; de enfermedades mentales, de violaciones repetidas por los descendientes (síndrome de aniversario), retrasos mentales, etc.

Éstas son las dos ideas fundamentales que no hay que olvidar:

1- Lo que no se ha podido expresar con lágrimas ni con palabras se expresa después con dolores, por falta de palabras para decirlo.

2- Para hacer un análisis transgeneracional, se recurre a planteamientos científicos y analíticos. Se trabaja en el campo de experimentación, con crónicas, historias, papeles familiares, partidas de nacimiento, defunción, con registros civiles, médicos, notariales, funerarios, con documentos sobre cultos nacionales, etc.

En los silencios está la clave del árbol. Callamos por el bien de los demás y esto se convierte en nuestras enfermedades (Anne Schützenberger)

Veamos varios ejemplos:

– Uno de ellos tiene que ver con la memoria de un abuelo alcohólico, su nieta no bebe ni una gota y es presidenta de una asociación antialcohólica.

– Otro caso es el de una chica joven que se licencia en Farmacia, pero siente que debe estudiar enología. Su padre es alcohólico y sus fechas de nacimiento coinciden.

Estos dos ejemplos demuestran la necesidad del árbol, del inconsciente familiar, de reparar hechos traumáticos, hechos que se soportan en silencio. Como dice Schützenberger, «somos menos libres de lo que creemos, pero tenemos la posibilidad de conquistar nuestra libertad y salir del destino repetitivo de nuestra historia si comprendemos los complejos vínculos que se han tejido en nuestras familias».

¿Por qué se repiten estos hechos? Puede haber varias respuestas. Yo creo que los hechos, las fechas, etc. que conforman el drama familiar tienen que ver con lealtades familiares: son una manera de honrar a los antepasados. También es una forma de sacar a la luz los hechos ocultos muy dramáticos, silencios profundos que piden ser expresados para poder liberar el inconsciente familiar. Duelos no realizados, proyectos no terminados, deseos profundos no cumplidos, vidas no vividas (como cuando alguien desea estudiar y no puede y luego una nieta puede hacerlo y va a la universidad). Se honra a los ancestros exponiendo a la luz de la conciencia todos estos hechos ocultos o reprimidos. Así se limpia la memoria mórfica, si se me permite hacer una analogía con Rupert Sheldrake.

Experimentos rusos demuestran que toda esta información tienen un soporte biológico, el famoso «ADN basura». El ADN puede ser influenciado y reprogramado por palabras y frecuencias sin cortar y reemplazar los genes individuales. Sólamente el 10% del ADN se emplea en la construcción de proteinas. Los experimentos demuestran que los alcalinos del ADN siguen una gramática regular y tienen reglas fijas similares a las de los idiomas. Por lo tanto, los idiomas son el reflejo del ADN.

Esto explica científicamente por qué las afirmaciones, la hipnosis y las equivalencias pueden tener tales efectos sobre los humanos y sus cuerpos. Se ha podido capturar patrones de información de un ADN en particular y transmitirlos a otro, reprogramando células a otro genoma para transformar al sujeto.

Cuando se estudia un árbol genealógico, muchas veces se ve que el consultante no se percata de nada. Esto es porque está atado a lealtades familiares y no lo puede evitar. Hay personas que no se curan porque en su inconsciente saben que, si se recuperan, alguien se va a poner enfermo. Por eso hay que devolver el proyecto, por ejemplo mediante un ritual que se puede hacer con relajación e hipnosis. Esta técnica permite que la persona visualice que devuelve un «regalo» que contiene el programa heredado. Se devuelve con la conciencia de que no hay que reparar nada más, porque al tomar conciencia, la persona disuelve el programa y se libera, al tiempo que libera también a sus ancestros y a sus descendientes.



EXTRAIDO DEL LIBRO: Tratado en BioNeuroEmoción, de Enric Corbera y Montse Balló, (capítulo 16, El análisis transgeneracional)
www.trabajadoresdelaluz.com.ar

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