El primer poblamiento de América ha sido objeto de intenso debate desde hace décadas. No es la primera vez que escribo sobre este tema (ver mayo de 2015), que interesa y mucho a los especialistas americanos. Aunque la primera colonización de América sucedió a finales del Pleistoceno Superior en una fecha muy reciente para la historia del linaje de los homininos, no deja de ser un asunto apasionante para los arqueólogos y antropólogos de ese continente. Es por ello que revistas tan importantes como Nature y Science publican de cuando en cuando algún artículo sobre este acontecimiento de la prehistoria. Así ha sucedido a primeros de septiembre con las enigmáticas evidencias sobre el ADN de individuos perteneciente a varias tribus del Amazonas, publicadas por un equipo de genetistas americanos liderados por David Reich (Universidad de Harvard).
La primera colonización de América tuvo lugar durante la última gran Glaciación del Pleistoceno Superior. La glaciación “Wisconsin” (según la terminología utilizada durante años por los científicos americanos) ocurrió durante un largo período de tiempo, hace entre aproximadamente 70.000 y 14.000 años. En ese tiempo, la acumulación de hielo en los continentes hizo descender el nivel del mar hasta 120 metros y creo puentes helados donde antes había brazos de mar. El puente de Beringia unió de manera prolongada el extremo más oriental de Eurasia con el extremo más occidental de Norteamérica, permitiendo el paso franco entre los dos continentes. Los primeros colonos de América habrían tenido esa oportunidad hace unos 40.000 años. Sin embargo, es muy posible que en esa época Homo sapiens aún no hubiera podido colonizar latitudes tan elevadas. Quizá todavía no habíamos sido capaces de adaptarnos a las condiciones climáticas de la inhóspitas regiones de Siberia. Es por ello que los especialistas siempre se han decantado por fechas más recientes, en torno a los 16.500-13.000 años.
Las evidencias arqueológicas de diferentes yacimientos, como el de Clovis en Nuevo México (USA), sugerían una colonización en torno a los 12.500 años antes del presente (a.p.). Este yacimiento, excavado durante los años 1930, se dató con el método del C14 en poco más de 11.000 años a.p. Su cultura, conocida entre otros aspectos por puntas de flecha muy características, fue el eje de un caluroso debate que culminó con el denominado “consenso Clovis”. Este acuerdo general admitía una colonización tardía del continente americano. No todos los especialistas estuvieron de acuerdo, y muchos propusieron fechas más antiguas. El descubrimiento a finales de los años 1970 del yacimiento de Monte Verde, cerca de Puerto Montt en el sur de Chile, fue providencial para los disidentes del consenso Clovis. La datación de este yacimiento en 14.800 años a.p. dio la razón a aquellos que proponían una colonización más temprana de América. Aunque el poblamiento de las Américas hubiera sido muy rápido, tendríamos que retrotraernos a fechas en torno a los 16.000 años para pensar en las primeras entradas de grupos de nuestra especie por el puente de Beringia.
Dejando a un lado los datos arqueológicos y antropológicos, las investigaciones de los genetistas habían sido muy consistentes al constatar que el primer poblamiento de América tuvo un origen único. Sin embargo, algunos yacimientos de América de sur habían proporcionado esqueletos cuyos cráneos tienen una morfología diferente a las de los demás yacimientos americanos, que no pueden explicarse en el marco de un origen único. Esta información llevó a David Reich y su equipo investigar el ADN de grupos humanos, como los Suruí, Karitiana y Xavante y otras tribus, localizadas en el interior de las orillas del Amazonas. David Reich tiene una base de datos muy importante sobre el ADN de muchas poblaciones del planeta, incluidos por supuesto de los grupos indígenas de América y el ADN antiguo de esqueletos de yacimientos de este continente (incluido un individuo del yacimiento de Clovis). Los hipótesis de partida asumía que todos los grupos americanos estudiados estarían relacionados con el origen primigenio del poblamiento de América. No ha sido así. Las tribus mencionadas anteriormente derivan de una población enigmática, relacionada con grupos de Australia, Nueva Guinea y las islas de Andamán, en el Pacífico más occidental.
La imaginación nos llevaría a pensar en hipótesis descabelladas sobre el origen de estas poblaciones, que actualmente viven en Brasil. Reich y sus colegas no se dejan llevar por la euforia y proponen una hipótesis coherente y contrastable. El poblamiento americano no tuvo un origen único, sino que hubo al menos dos entradas importantes por el puente de Beringia. La primera colonización tuvo que estar constituida por individuos relacionados con los actuales aborígenes de Australasia y Nueva Guinea y pudo ser anterior (o muy anterior) a la segunda y definitiva colonización, relacionada con la mayoría de los asentamientos conocidos, como Clovis y otros muchos. Queda por conseguir ADN de los esqueletos, cuya morfología craneal es distinta a la de la mayoría de los paleoamerindios encontrados hasta el momento. Se podría comprobar si su ADN está más próximo a esa población enigmática detectada por Reich y su grupo de investigadores. El debate sobre la colonización de América sigue muy vivo.