El político espiritual y el no espiritual

Esta reflexión es tomada del libro tus Zonas Mágicas, de Wayne W. Dyer, ya que es oportuno para un cambio interior profundo para poder servir. Sin esta espiritualidad será imposible hacerlo.

El ser, el político no espiritual está siempre luchando; se pone de lado de los instrumentos de poder en una guerra contra aquello que cree maligno. Esta persona sabe lo que odia, y lo que percibe como males provoca en ella un gran torbellino interior. Gran parte de su energía, tanto mental como física está consagrada a lo que percibe como malo o malsano. Los seres espirituales no organizan sus vidas para el combate. No están contra el hambre, están en favor de dar de comer a la gente y ocuparse de que todo el mundo tenga satisfecha sus necesidades alimentarias. Trabajan en aquello de lo que están en favor en lugar de combatir aquello de lo que están en contra. Luchar contra el hambre solo debilita al que combate y le provoca ira y frustración, mientras que trabajar para que la población esté bien alimentada da poder a la persona. Los seres espirituales no están contra la guerra, sino por la paz, y dedican sus energías a trabajar para la paz. No hacen la guerra a las drogas o a la pobreza, porque las guerras requieren guerreros y combatientes y no es así como se solucionan los problemas.

humanidad unida

Los seres espirituales están a favor de una juventud bien educada, que sepa como estar eufórica, vital y alegre sin necesidad de recurrir a sustancias externas. Trabajan en esta dirección, la de ayudar a los jóvenes a conocer el poder de su propia mente y cuerpo. No luchan contra nada. Cuando combates el mal utilizando los métodos del odio y la violencia pasas a formar parte del odio y la violencia del mal, por muy justa que creas tu posición. Los seres espirituales no se ponen del lado del odio. Se consagran con fe a los que defienden y trasladan esto a la acción. Los seres espirituales mantienen sus ideas de amor y armonía frente a cosas que les gustaría ver cambiar. Todo aquello que combatimos nos debilita. Todo aquello que defendemos nos da fuerza. Se podrá servir a partir de la política cuando se haya eliminado el odio, la venganza, la envidia, incluso el odio que sientas con el odio.
El ser espiritual sabe que vivir con propósito supone servir con amor. La madre Teresa de Calcuta, definía así el propósito: “El fruto del amor es el servicio, que es compasión activa”. No es necesario convertirse en un santo que cuide de los desheredados para ser espiritual. Lo único que hay que saber es que en la vida hay mucho más que las adquisiciones y que la auténtica medida de una vida no estará en lo que se haya acumulado, sino en lo que haya dado a los demás.

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