«Las palabras «vida» y «muerte» evocan espontáneamente en los humanos la vida y la muerte físicas, cuando éstas sólo son en realidad aspectos muy limitados de estos dos estados. Y si todos saben lo que son la vida y la muerte en el plano físico, para los planos psíquicos ya no lo tienen tan claro: ignoran cuándo están muertos y cuándo están vivos.
En los planos psíquico y espiritual, es la renuncia a las manifestaciones inferiores de la vida lo que hace que estemos cada vez más vivos. Si no, lo que llamamos vida es en realidad la muerte. Evidentemente, hagamos el bien o el mal, podemos decir que vivimos; pero también podemos decir que no cesamos de morir: si no morimos a la estupidez, morimos a la sabiduría; si no morimos al odio, morimos al amor. Llamémoslo como queramos, la vida y la muerte siempre van juntas: a lo largo de nuestra existencia, tenemos que elegir continuamente entre la vida y la muerte, entre una forma de vida y una forma de muerte. Y lo que unos llaman muerte, otros lo llaman vida. »
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